Querido
compañero Raúl; queridos compañeros; cancilleres; ministros; embajadores;
líderes sociales y de la Revolución Cubana; líderes de las comunidades
también están ahí, ¿verdad?, que han venido de toda Cuba; señores de la
prensa; compañeros de las Fuerzas Armadas; hermanas y hermanos:
Primero agradezco esta deferencia: Proyecto de Lineamiento de la
Política Económica y Social, y comienza aquí con una frase de Fidel.
Desde aquí un saludo al pueblo cubano, a los pueblos de Venezuela, de
América Latina, a Fidel, un abrazo a Fidel allá donde nos está viendo.
Y,
precisamente, aquí hay unas líneas de Fidel, voy a leerlas, pronunciadas,
según aquí está señalado, el 1ro. de mayo del año 2000. Leo:
"Revolución
es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser
cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los
demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con
nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes,
dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los
que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés,
altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y
realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción
profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza
de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es
luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es
la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro
internacionalismo.
"Fidel Castro, 1ro. de mayo de 2000".
Y,
además, yo pudiera agregar que ser revolucionario es ser como Fidel y
como debemos ser todos, consecuentes con la palabra. Fidel es un ejemplo
para todos nosotros: consecuencia revolucionaria. Cuba es un ejemplo de
consecuencia revolucionaria. Toda nuestra admiración a la Revolución
Cubana, a su líder Fidel, a su presidente Raúl, y a todos ustedes.
¡Ah!,
aquí hay una frase tuya también, sí, mira.
"La
batalla económica..." (Raúl le dice que la dijo en el discurso). Bueno,
pero no está de más que uno la subraye, fíjate, voy a subrayarlo aquí
con mi lapicito rojo.
"La
batalla económica constituye hoy más que nunca, la tarea principal y el
centro del trabajo ideológico de los cuadros, porque de ella depende la
sostenibilidad y preservación de nuestro sistema social."
"Raúl
Castro Ruz".
Hemos estado todos estos meses siguiendo desde Caracas, desde Venezuela,
la batalla económica, bueno, la batalla integral que siempre viene dando
la Revolución Cubana, y de manera especial el énfasis que tú, Raúl,
compañero presidente, le has dado en estos últimos meses, en estos
últimos años a la batalla económica, te acompañamos y subrayamos esto:
La batalla económica que, por supuesto, es parte medular de la batalla
política, ¿cómo separarla de la batalla ideológica de los cuadros, del
pueblo, del Partido, de los partidos, nuestro Partido Socialista, del
gobierno, de la Revolución?
Hablando de economía, el petróleo sigue repuntando, el petróleo sigue
repuntando, vamos a mostrar aquí, para los señores de la prensa que no
han visto. No, sí han visto ya, esos están bien enterados, el petróleo
sigue recuperándose.
El
petróleo tiene que ubicarse, Rafael... En la última reunión de la OPEP,
se estima que debe llegar a 100 dólares, sería el precio justo para el
petróleo, ¿eh?, que cada día va a escasear más.
Sabemos que Cuba tiene mucho petróleo, y pronto estaremos haciendo
nuestro primer pozo, ¿no? Pronto, pronto. Consigue la plataforma, hay
que conseguir la plataforma, Rafael, rápido, porque, claro...
Raúl Castro.- Hace falta que no tenga tecnología norteamericana, o menos
de un 10% para que puedan...
Hugo Chávez.- Y los brasileños —ahí está Lula, y ahora ganó Dilma
Rousseff, tenemos nueva presidenta en Brasil —, tecnología brasileña.
Nosotros estamos comenzando a incursionar off-short (costa afuera), pero
sobre todo en gas; pero sabemos que Cuba tiene mucho petróleo. Ahí
tenemos los estudios de las dos D y ahora tres D, tres dimensiones.
Claro, si los yankis están sacando petróleo ahí mismo, al lado. Y
también México, ¿no? Es la misma área geológica, es imposible que no
haya...
Fidel tiene incluso los cálculos, Fidel tiene sus propios cálculos, y no
tenemos duda de que está cerca de la verdad. ¿Cuánto fue que dijo Fidel
que tenía Cuba de petróleo hoy? Como unos 10000 millones, según la
cuenta de Fidel, y yo creo que está cerca de la verdad, Raúl, solo que
hay que perforar, hay que perforar.
Pero, bueno, mientras tanto, el petróleo hoy subió y está en 88, casi en
90 dólares el barril, el precio de referencia, el Brent; en la canasta
venezolana está cerca de 80 dólares, economía.
Venezuela fue durante casi todo el siglo XX el primer exportador mundial
de crudo. Bueno, ni Fidel había nacido todavía, tú mucho menos, cuando
ya en Venezuela estaban produciendo petróleo. Cuando José Martí
cabalgaba por estas tierras abriendo los caminos de la independencia, ya
Venezuela estaba produciendo, de manera artesanal, pero ya se producía
petróleo. Comenzaba el siglo XX y empezaron a llegar empresas
norteamericanas, inglesas, y así Venezuela, ya en la década de los años
20, se ubicó en el primer lugar en las exportaciones de petróleo hasta
los años setenta — es decir, cerca de 60 años, pues —, y el resto fuimos
el segundo, tercero, y hoy seguimos siendo de los primeros productores y
exportadores del mundo.
Rómulo Gallegos cuando salió exilado se vino a La Habana y aquí dio un
discurso y dijo: "Me derrocaron los yankis, me derrocó el petróleo."
Ahora, cuando en unos días como estos de finales de octubre, y llegando
ya a noviembre de hace 10 años, Fidel estaba visitándonos en Venezuela —es
decir, el año 2000, el último año del siglo XX, terminaba el siglo—,
Venezuela tenía una pobreza que sobrepasaba al 50% de la población,
después de todo ese siglo de tanta generación de riqueza para otros y
para una minoría, la burguesía y la alta burguesía venezolana, que nunca
fue, lamentablemente, la burguesía nacional aquella a la que se refería
Lenín, no, siempre fue una burguesía transnacional, con la mente en otro
lado, sin patria. Y ese es uno de los más graves problemas que Venezuela
hoy sigue teniendo, y cargaremos con ese problema durante cierto tiempo,
sectores elitescos sin patria, que actúan contra su propio país, contra
su propia patria como siempre lo hicieron y hoy siguen haciéndolo, y
seguirán haciéndolo hasta que se les acabe el fuelle por razones
biológicas, naturales y de impulso de la Revolución Bolivariana que no
se detendrá, como no se detendrá la Revolución Cubana.
Fidel nos visitaba hace diez años, y hoy estamos aquí —gracias, Raúl,
por la invitación— en esta reunión de evaluación del convenio de
cooperación, que cumplió diez años, y ahora hemos acordado relanzarlo, y
hemos estado trabajando ayer y hoy bastante, nuestros ministros. Hemos
relanzado el plan o convenio integral de cooperación 2010-2020, que será
una década — esta, la que está comenzando — estoy seguro, de grandes
avances en la construcción del socialismo en Cuba, en Venezuela y más
allá, y en la independencia de la América Latina, del Caribe, en la
unidad, la integración, aun con nuestras diferencias, como hace poco lo
ratificábamos y lo subrayábamos con mucha franqueza y mucha sinceridad
delante del Presidente de Colombia que nos visitaba, después de los
conflictos y tensiones muy graves que hubo entre Venezuela y Colombia en
los meses finales del anterior gobierno.
Más
allá de la ideología o más allá de los procesos de cada país, está la
necesidad geopolítica de la unión de los países, de los pueblos, de
América Latina y el Caribe. Ahora, si entre países, o entre algunos
países esa unión puede ser perfecta, es entre países que reunimos las
características, el bagaje, el legado, el reto, el desafío y la
experiencia en los procesos revolucionarios y el grado de independencia
con que contamos, cada uno con sus particularidades —ya se ha dicho—,
Cuba-Venezuela.
Fidel nos visitaba el año 2000 y era su sexta visita a Venezuela —yo no
había nacido cuando ya Fidel andaba por allá, era el mes de abril de
1948. Hoy yo vi una carta, tenía un libro por ahí, ¿quién lo tiene? En
ese buen libro conseguimos una carta, en este buen libro de Todo el
tiempo de los cedros, de Katiuska Blanco.
Les
confieso que un día estábamos conversando Fidel, Raúl y yo y otro grupo
pequeño de amigos allí, y Fidel mandó a buscar este libro, yo no lo
conocía, me lo obsequió; pero él buscó por aquí, buscó, buscó hasta que
nos leyó —él lee sin lentes, ¿no? ¿Viste? Después se los pone porque
dice: "Ahora veo mejor", pero él lee sin lentes.
Entonces se pone a leer y aquí está escrito, no sé en qué página estará,
por aquí está, aquel episodio de cuando don Ángel fue a la escuela donde
estaban los tres niños: Ramón, Fidel y Raúl y a los tres creo que los
expulsaron, ¿no?
Raúl Castro.- Sí.
Hugo Chávez.- Fueron expulsados los tres y van a buscarlos y entonces el
cura le dice a don Ángel: "Bueno, don Ángel, hicimos todo lo posible;
pero estos tres muchachos son los más grandes demonios que han pasado
por esta escuela". No estoy exagerando.
Raúl Castro.- Fue lo que dijo el cura.
Hugo Chávez.- No, estoy diciendo lo que dijo el cura. Y entonces Fidel
está leyendo aquí, riéndonos todos, y de repente Raúl, que está sentado
ahí, dice: "Bueno, Chávez, saca tú la cuenta, nos expulsaron a los tres."
"Ramón,
ese era un pan dulce que no se metía con nadie. Yo era el chiquitico.
¿Quién queda? ¿Quién queda?" ¿Quién queda? Bueno, ese quién queda andaba
por América Latina y aquí está una carta que él le manda a Don Ángel
desde Bogotá, el 3 de abril de 1948.
Quiero con esto rendir tributo a ese largo andar de Fidel,
despertándonos por estos pueblos, ese largo andar interminable, de un
siglo y pasó para el otro, ¿no te das cuenta, pues?, de un siglo pasó
para el otro y tú también, y ustedes (Señala).
"Bogotá, 3 de abril de 1948
"Querido
Papá:
"Ya
en Bogotá donde pienso permanecer algunos días, puedo sentarme
tranquilamente a escribirles. En Caracas nos pasamos cuatro días. La
ciudad está a unos cuarenta kilómetros del aeropuerto, la carretera que
conduce del aeropuerto a Caracas es verdaderamente fabulosa pues tiene
que atravesar una cordillera de montañas de más de mil metros de altura.
Venezuela es un país muy rico, gracias principalmente a su gran
producción de petróleo." ¿Qué edad tenía Fidel aquí? ¿En 1948 veinte y
qué? (Raúl dice que nació en 1926.) ¿Veintidós? Veintidós años, fíjate,
veintidós años; aún ni siquiera se había graduado de abogado, andaba en
la universidad de la vida.
Sigo leyendo: "Allí se hacen grandes negocios pero la vida es bastante
cara. En cuanto a lo político actualmente el país" —Venezuela— "marcha
admirablemente bien. Rómulo Betancourt dejó la Presidencia con deudas
personales y la administración pública es muy honrada. El pueblo está
muy satisfecho de su actual gobierno que está realizando una serie de
medidas que tienden a beneficiar el país." Está hablando del gobierno de
Rómulo Gallegos, que fue derrocado pocos meses después por los yankis;
Rómulo Gallegos, por cierto, al exilio se vino a La Habana y aquí dio un
discurso y dijo: "Me derrocaron los yankis, me derrocó el petróleo." Por
ahí anda ese discurso. Todos los presidentes que en Venezuela en 100
años quisimos manejar de manera soberana el petróleo fuimos derrocados,
y ustedes saben que me incluyo, que yo fui derrocado, solo que se
llevaron una sorpresa los yankis y sus aliados y se toparon con un
pueblo y unos militares que dijeron: ¡No!
"De
Venezuela nos trasladamos a Panamá", sigue Fidel. "El aeropuerto está en
la zona del canal, el cual pudimos apreciar desde el avión a poca
altura. La ciudad de Panamá está bastante cerca del canal y permiten
visitarlo lo que no pude hacer debido a nuestra breve estancia en ese
país, pues teníamos necesidad de estar en Bogotá el día 31 del pasado.
Ese día temprano salimos de Panamá y volando sobre la costa del Pacífico
nos dirigimos a Colombia. Hicimos escala en la ciudad de Medellín que es
una de las más ricas industriales de Colombia que está en el
departamento de Antioquia. Después continuamos el viaje hacia Colombia o
mejor dicho hacia la Capital. Para llegar a Bogotá el clípper de cuatro
motores" —¡ah!, el avión— "en que viajamos se remonta a una enorme
altura. Los ríos como el Magdalena y el Cauca, muy caudalosos, lucen
como rayas blancas en la superficie de la tierra." Hubiera sido buen
periodista Fidel, qué descripción, ¿ve? "La ciudad de Bogotá está a 2
500 metros sobre la superficie del mar que a esa altura semeja un Valle
rodeado de pequeñas colinas. El panorama de la naturaleza muy hermoso y
la vegetación completamente distinta a la de Cuba. A pesar de estar tan
cerca a la línea del Ecuador debido a su altura la temperatura es muy
fría, apenas sube 15 grados y frecuentemente baja de 10, por lo que hay
que estar constantemente abrigado."
"La
ciudad de Bogotá es muy moderna y casi tan grande como La Habana. Hay
mucha actividad y constantemente hay un enjambre de personas en la calle
como nunca he visto en ningún lado. Una ciudad muy culta y civilizada.
Un gran porcentaje de los colombianos tiene sangre india y se
caracterizan por la calma."
"La
riqueza principal de Colombia es el café, pero no sucede como en Cuba
cuya única riqueza importante es el azúcar, haciendo depender el
bienestar del país en un producto expuesto a desastrosas bajas en el
mercado mundial" — andaba estudiando economía, ¡economía! —, "sino que
también tienen una gran riqueza en las minas de plata y también oro. Las
esmeraldas se producen en grandes cantidades y son las mejores del mundo.
También tienen mucho ganado y producen además, en cuanto a alimentos,
todo lo que consumen. La vida es barata. El compañero mío y yo vivimos
en el Hotel Claridge que es bastante bueno, cobran $9,50 diario por cada
uno (pesos colombianos" — más bien pesos, no dólares —, "en dólares,
equivalente a $4,00 aproximadamente) y la comida es magnífica."
"Bueno
papá, no te voy a seguir contando si no nada tendré que decirte en otras
cartas. En Bogotá no sé seguro que tiempo habré de estar. En este viaje
que realizo estoy organizando un Congreso Latinoamericano de Estudiantes
que deberá celebrarse aquí en Bogotá, contamos con la adhesión de casi
todos los estudiantes de América. Tuve éxito completo entre los
estudiantes de Venezuela y Panamá, la prensa nos está respaldando" — la
prensa respaldaba, oigan allá, señores, ‘la prensa nos está
respaldando’, señores de la prensa — "y en Panamá hablé durante media
hora en una de las estaciones más oídas del país. En Bogotá llevo ya
casi tres días, pero apenas he desplegado actividad alguna pues me estoy
orientando.
"La
ciudad está llena de banderas por la Conferencia."
Aquí habla de nuevo de Venezuela:
"Yo
llevaba cartas para varios altos funcionarios venezolanos, los que no
pude ver porque era semana santa y para esa fecha hay una inactividad
absoluta en estos países y estaban todos por el interior. A Rómulo
Betancourt que también tenía yo una carta para él, de un buen amigo suyo,
lo pienso ver acá en Bogotá. Estuvimos en la casa del Presidente actual
de Venezuela y la familia nos trató muy amablemente." Hay unas fotos por
ahí de Fidel con un pantalón de aquellos de pana, pegadito bota ancha,
en la casa de Rómulo Gallegos, eso fue en La Guaira, una vieja
residencia presidencial que había allí, que ahora es una escuela. "La
hermana del presidente se comunicó con él que estaba de veraneo en el
interior para comunicarle nuestro interés en verlo y le contestó que el
lunes estaría de regreso en Caracas y nos podría recibir, pero era
viernes y nosotros teníamos que salir al día siguiente para Panamá. ¡Qué
distinta democracia a la cubana, donde las puertas de las casas de los
gobernantes están vedadas al ciudadano!"
Bueno, y termina despidiéndose, ¿no?, con una foto y unas postales de
Cartagena.
A
los pocos días matan a Gaitán (Raúl dice que estando él allí). Claro,
mira, esto es el 3 de abril, y a Gaitán lo matan el 9 de abril, una
semana, seis días después.
Fidel estuvo allí, como sabemos, en el Bogotazo, y nunca olvida él el
viaje a Caracas y la carretera esta que era muy tortuosa por las
montañas, la carretera vieja, no estaba la autopista todavía, los
túneles.
Luego Fidel volvió a Venezuela, volvió a Venezuela en 1959, el 23 de
enero, cuando se celebraba el primer aniversario de la caída de la
dictadura, veinte días después del triunfo de la Revolución Cubana, como
sabemos, como recordamos. Ya yo tenía cinco años, pero era un veguerito
por allá de los montes de las sabanas de Venezuela.
Luego pasaron varias décadas, sabemos toda la historia de cómo la
Revolución Cubana enfrentó la agresión, la invasión, el bloqueo, y cómo
Estados Unidos logró colocar a casi todos los gobiernos de América
Latina en contra de Cuba.
Fue,
por cierto, el gobierno de Betancourt el que llevó a la OEA la propuesta
de Resolución de condena y expulsión de Cuba de la Organización de
Estados Americanos, de aquel —¿cómo fue que dijo el Canciller cubano?—
ministerio de colonias, lo cual era absolutamente cierto.
Luego, Fidel volvió a Caracas en 1989, y esa vez lo vi, tomaba posesión
Carlos Andrés Pérez. Venezuela estaba ya en una situación sumamente
crítica en lo moral, lo económico, lo político y lo social, y recordamos
que ya el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 existía en el
ejército y en otras ramas de las Fuerzas Armadas Venezolanas. Yo era
mayor, trabajaba allí en el Palacio Blanco, en Miraflores, y recuerdo
haber visto a Fidel ahí, muy cerca, andaba con Daniel; Daniel Ortega era
presidente aún de Nicaragua, y a los pocos días estalló la tierra. Esto
fue 2 o 3 de febrero que estuvo Fidel allá, y el 27 de febrero estalló
Venezuela. Por cierto que allá a nosotros los militares nos decían que
El Caracazo, toda aquella tragedia de aquella masacre contra el pueblo
venezolano, que lo que estaba era muriéndose de hambre y aguantando las
recetas del Fondo Monetario Internacional, el Consenso de Washington,
además, que llegó Carlos Andrés Pérez a imponerle al país; nos decían en
algunas conferencias que no, que la culpa de El Caracazo había sido la
visita de Fidel, porque Fidel había dejado 200 instigadores, que se
fueron por los barrios —hasta esa locura llegaron a decir allá— y que,
bueno, originaron la explosión, la rebelión popular, conocida en la
historia con el nombre de El Caracazo. Esa fue la tercera ocasión de
Fidel en Caracas.
Luego volvería a una cumbre en Margarita, cuando le estaban haciendo un
atentado, era el doctor Caldera el presidente. Ya había ocurrido la
rebelión del 4 de febrero de 1992, ya habíamos estado nosotros en
prisión durante dos años y un poco más. Ya habíamos salido de prisión,
fue en 1994, en Margarita, una Cumbre Iberoamericana.
A
los pocos meses me llega la invitación para visitar Cuba, y fue cuando
nos conseguimos aquel diciembre de 1994. Coincidió, por cierto, aquella,
mi primera visita y nuestro primer encuentro en la Universidad de La
Habana, y, bueno, múltiples encuentros en la casa "Simón Rodríguez", en
el Casco Histórico de La Habana, y en la Plaza "Bolívar", coincidió con
la Primera Cumbre de las Américas —lo recuerdo clarito—, convocada por
Clinton en Miami. A esa cumbre fueron todos los presidentes de América
Latina y el Caribe, por supuesto, menos Fidel, y recuerdo lo que dijo
Clinton allá; en esa ocasión dijo Clinton: "Ahora sí nos estamos
aproximando, estamos consiguiendo hacer realidad el sueño de Bolívar."
¿El sueño de Bolívar? Bolívar dijo un día, en 1825, con una claridad
impresionante, más que claridad, clarividencia, como una profecía, dijo:
"Los Estados Unidos de Norteamérica parecen destinados por la
Providencia para plagar la América de miseria a nombre de la libertad."
Esa sí es la visión de Bolívar, la verdadera visión antimperialista de
Bolívar.
Que
nadie crea que el imperio yanki le ha perdido interés a la América
Latina
Yo
no quiero abusar del tiempo, uno se va entusiasmando, entusiasmando y va
cabalgando. Yo soy de los que para terminar el discurso me lanzo del
caballo, y es una maña vieja. Mi papá tenía una bicicleta vieja de
cuando era maestro allá en el campo, y aprendí a andar en bicicleta ahí,
pero era muy alta la bicicleta para mi tamaño, y entonces yo me enfilaba
contra el topochal de mi abuela, e iba a gran velocidad: rrrrr, pero yo
frenaba agarrándome del topochal y la bicicleta se desmadraba ahí.
Topochal es como... Es que no saben lo que es un topochal. El embajador
Rogelio sí lo puede decir, que es como un platanal, pues. Topocho es una
especie de plátano. ¿Aquí no hay topocho? Podemos exportar topocho para
acá, Raúl, en la unión económica que estamos construyendo. Bueno,
plátano macho le llaman aquí, topocho.
Fidel volvió en 1994 y luego en 1999 a nuestra toma de posesión, volvió
por quinta vez, y en el 2000 fue su sexta visita a tierra venezolana
desde 1948. Vean ustedes, su sexta y última visita del siglo XX, y en
esa visita nos fuimos por el Llano, fuimos a mi tierra natal, a Barinas,
fuimos por Sabaneta. Recuerdo que yo venía manejando por una carretera y
mucha gente a los lados, y nos paramos como cien veces. Yo era el chofer,
Fidel estaba ahí de copiloto, y el jefe de la Seguridad de Fidel, José,
casi me fractura la clavícula derecha; porque José iba atrás sentado con
el ministro Giordani, pero yo iba manejando y saludando, y Fidel también,
y, además, recibiendo muchos papeles del pueblo, de la gente de los
pueblos del campo, se acercaban al carro en la carretera, uno iba
tocando corneta, y José me daba por aquí a cada rato (Señala): "¡Mire
para alante, mire para alante!" "No, tranquilo, que yo estoy mirando",
hasta que Fidel le dijo: "José, pero le vas a fracturar el brazo a
Chávez, déjalo quieto, que está manejando. Vamos bien, vamos bien."
Después llegamos a Guanare, capital de Portuguesa. Nunca se me olvida la
impresión de Fidel. A mí, por supuesto, me impresionó mucho, pero ya yo
estaba acostumbrado a aquel dolor del pueblo, Raúl, sobre todo las
mujeres, porque cómo las mujeres —un saludo muy especial a las mujeres
cubanas — llevan la cruz, mucho más que nosotros los hombres. Cristo
pudo haber sido Crista. Y entonces, las mujeres, sus niños, la miseria
más espantosa había en Venezuela. Y no era nuevo, aquello fue lo que nos
llevó a nosotros a la rebelión militar, Raúl; nos llevó a la rebelión
militar, cansados, además, de ser utilizados nosotros, los soldados
venezolanos, contra el pueblo, contra los trabajadores, contra los
estudiantes, contra los campesinos, defendiendo aquella burguesía y
aquel imperio. Dijimos: "¡Ya!" Recordamos a Bolívar y tomamos su bandera.
Bolívar lo dijo un día: "Maldito sea el soldado que vuelva las armas
contra su propio pueblo." Y, muriendo allá en Santa Marta, echado de su
patria, solitario casi, llorando Bolívar lo dijo en su última proclama
hablándole a los pueblos de la Gran Colombia y hablándole a los soldados:
"Los militares deberán empuñar su espada para defender las garantías del
pueblo, las garantías sociales, no para defender la oligarquía." Eso fue
lo que nos llevó a no-sotros, aquella miseria espantosa, a hacer lo que
hicimos, y jamás nos arrepentiremos de ello. De ahí nació esta
Revolución, pues; nació de los estertores de una patria que moría, de un
pueblo que no conseguía salida. Una democracia, una llamada democracia,
¡qué democracia ni qué ocho cuartos!, dictadura de las burguesías,
dictadura de las clases pudientes, dictadura política, dictadura
económica, dictadura cultural, dictadura militar, dictadura de todo
tipo, disfrazada muy hábilmente de la demagogia, el populismo y la falsa
democracia. Ustedes lo saben, ya ustedes han estudiado cuánto la
historia de este continente, solo permítanme esta lluvia de recuerdos,
este día de hoy, en que estamos conmemorando los 10 años de aquel
convenio, que miraba ya hacia el futuro, terminando el siglo XX, miraba
hacia el XXI. Ese convenio de Caracas fue como la piedra fundante, como
la piedra fundacional, pero que luego fue convirtiéndose en una columna
de todo lo que hemos venido logrando en estos 10 años, y de lo que vamos
a seguir logrando en los 10 que vienen y en los 100 que vienen.
Pues así llegamos a Guanare. Recuerdo que hubo una asamblea con la
gobernadora en Guanare, una compañera afrodescendiente, revolucionaria y
amiga, Antonia Muñoz, estaba recién electa gobernadora, y fuimos como a
un gimnasio cubierto y el pueblo allí, los campesinos, agricultores, es
un estado muy agrícola, Portuguesa, y de repente estamos nosotros allí y
vino una mujer, una madre venezolana con su niño. Corriendo... Ya yo
estaba acostumbrado, que yo pe-leaba con mi seguridad: "¡Déjenla, no la
aparten, no la agarren!", se lanzaban al vehículo, varias veces se le
lanzaban al carro presidencial. Miraflores, bueno, le daban vueltas, así
como una gran serpiente humana. Diría Víctor Hugo, los miserables, la
miseria, el dolor. Yo en aquellos primeros días o meses, Raúl, no dormía
en verdad, menos mal que era bastante joven.
Raúl Castro.- Todavía eres joven.
Hugo Chávez.- No dormíamos atendiendo¼ Mandábamos a hacer comida en la
madrugada, y dormían ahí, y quién los iba a sacar de ahí. Llegó Chávez,
¡llegó Chávez aquí!, y Chávez no va a mandar a la policía para acá, y
mucho menos el ejército, si lo manda, como lo mandé, es a ayudarlos, a
darles la mano a los excluidos de toda la vida, que eran la mitad de la
población, y en pobreza extrema casi un cuarto de la población
venezolana. De más de 20 millones que éramos, hoy estamos ya llegando a
30; 28 o 29 millones.
El
desempleo. Hace poco, bueno, cuando fue el presidente Santos, él ha
dicho antier que yo soy su nuevo mejor amigo, digo lo mismo: el
presidente Santos es mi nuevo mejor amigo, ¿eh?, mi nuevo mejor amigo. Y
es que estamos obligados a entendernos, con las diferencias que tenemos,
con respeto mutuo, respetando la soberanía de cada quién, esa es la base
fundamental, y así lo hemos asumido, y como él mismo lo dijo, allá en su
discurso, en la firma de documentos y ante la prensa y ante el país y
nuestros países: "No nos van a descarrilar", que no nos descarrilen,
porque las operaciones de descarrilamiento ya comenzaron. El imperio y
sus lacayos no descansarán para tratar de ponernos a pelear, no solo a
Venezuela y Colombia, Centroamérica, Suramérica. El imperio yanki que
nadie crea que le ha perdido interés a la América Latina, no, es lo que
ellos llaman su área de influencia, y más aún ahora, cuando se reagrupan
viejas potencias y nuevas potencias, y el imperio tiene que retroceder
en el Oriente Medio, derrotados en Iraq, igual en Afganistán, y la
crisis económica. Estamos obligados nosotros a consolidar esta unidad y
a seguir avanzando: América Latina, UNASUR, el Caribe, el ALBA, la
Alianza Bolivariana, que es punta de lanza de la unidad verdadera, plena
y perfecta, entre nuestros pueblos.
Bueno, se me ocurrió acompañar al presidente Santos al Panteón Nacional
—allá están los restos de nuestro padre Bolívar, hace poco los exhumamos—,
conversamos un rato y luego nos fuimos, también yo manejando. El único
que no ha permitido que yo le maneje, lo confieso, en este planeta, se
llama Raúl Castro.
Raúl Castro.- En Santiago de Cuba, y te vieron saludando y manejando en
un yipi descapotado.
Hugo Chávez.- Es verdad.
Raúl Castro.- Y desde esa experiencia no acepto más que manejes conmigo.
Hugo Chávez.- De esa experiencia no acepta más que maneje con él. No,
pero eso fue en yipi militar, ¿eh?
Bueno, nos fuimos con Santos y los dos cancilleres, la canciller Holguín
y el canciller Maduro, por Caracas, el centro de Caracas, y nos bajamos
frente al Parlamento y recorrimos, y la Canciller me dice: "Pero qué
cambiada, qué bonita está Caracas", porque ella estuvo hace varios años
de embajadora. Las calles de Caracas eran intransitables, aquí ustedes
deben recordarlo, algunos que han ido por Venezuela hace 8 años o 10
años. Los buhoneros, la economía informal, no se podía caminar por las
aceras de las calles del centro de Caracas, y ella se dio cuenta, porque
eso era expresión de la tragedia que vivía un pueblo, la desnutrición,
la mortalidad infantil, la mortalidad materno-infantil, no había
servicios médicos; hasta el sistema de salud llamado público estaba
privatizado. Es decir, si tú ibas a un hospital te cobraban para hacerte
una radiografía o un examen de cualquier cosa.
La
educación estaba privatizada, y si tú ibas a inscribir a un niño a una
escuela pública tenías que pagar por adelantado, si no no permitían que
el niño entrara a clase, así estaba Venezuela; y una deuda externa que
se tragaba casi la mitad del presupuesto y estábamos regalando el
petróleo, a siete. Cuando yo llegué a Miraflores, el petróleo estaba en
siete dólares, casi el costo de producción, y Venezuela era punta de
lanza de la quinta columna de la OPEP, para quebrar la unidad de la OPEP,
producir petróleo en exceso y bajar los precios hasta ese nivel de
regalar el petróleo.
Fue
así cuando llegó Fidel Castro, Fidel, en esa visita. Aquella mujer se
lanzó, Raúl, se lanzó, ella se cayó, ella se cayó, venía corriendo y se
cayó, y cayó delante de Fidel, con su niño en brazos. Ella cae, pero al
niño no lo deja caer, enfermo el niño, Fidel va y la recoge, y la abraza,
y él quedó no solo conmovido, conmocionado, más bien, pudiera yo decir,
de ver aquella situación. Y después yo le explicaba.
De
ahí volamos en helicóptero a Barquisimeto, recuerdo, y esa noche fue la
noche del strike, la noche del tercer strike. Eso todavía... Menos mal
que eso hemos decidido sacarlo de las discusiones para no perturbar las
relaciones entre Cuba y Venezuela; pero Fidel quedó ponchado, quedó
ponchado, aun cuando el árbitro venezolano dijo que era bola; pero el
narrador cubano dijo: "Ponchao", eso está grabado.
Bueno, fuimos a Barquisimeto, fuimos a la universidad. Yo no sé cómo
hicimos tantas cosas en tan pocos días, fueron apenas tres o cuatro días,
recorrimos media Venezuela: fuimos a universidades, asambleas populares,
asambleas campesinas, jugamos pelota, fuimos al campo de Carabobo a un
Aló Presidente. Ahí cantó Fidel, cantó; el último verso de la canción
Venezuela, lo cantó. Le explicamos el campo de batalla. Un joven
teniente estaba explicando, y él le preguntaba de todo, lo masacró a
preguntas: "Por allá venía Páez..." "¿Y qué velocidad traerían los
caballos, teniente?" "Y por allá..." "¿Y cuántos caballos venían,
cuántos venían? ¿De dónde eran esos caballos, eran venezolanos o eran
importados, eran extranjeros, y dónde fue que murió el negro Primero?"
Porque él se sabe todo y va preguntando. El teniente se defendió, muy
bueno, se defendió muy bien; y luego recorrimos el campo de Carabobo y
el Aló Presidente el domingo, y el lunes fuimos a la Asamblea Nacional.
Ese fue el día que Fidel le dijo allí al país: "Chávez no puede ser el
alcalde de toda Venezuela", entre muchas otras cosas.
Habló de la economía, de la situación de América Latina, hizo un
análisis profundo de la realidad que vivíamos, con mucho respeto, por
supuesto, a la soberanía venezolana, pero dijo respetuosas verdades, que
no gustaron, por supuesto, a la burguesía, mucho menos al imperio, pero
él no las dijo para que le gustara a la burguesía, y firmamos el
convenio en Caracas.
En
ese marco ocurrió aquello, y luego el desencadenamiento de la historia.
En
el 2001 volvió Fidel por Venezuela, aquel diciembre. Recuerdo que llegó
muy feliz, era de noche, llegó a media noche a Margarita, a una cumbre
del Caribe. Llegó muy feliz, y yo andaba en guerra allá, porque ese día
comenzó una huelga de FEDECAMARA, de los empresarios, era el golpe que
comenzaba, 10 de diciembre de 2001. Ese día nos fuimos a la sabana de
Barinas, allá donde Ezequiel Zamora derrotó a la burguesía, el 10 de
diciembre de 1860, en la guerra federal, y allá en el campo de batalla
firmamos, promulgamos la nueva ley de tierras, una de las leyes de más
profundo contenido revolucionario, reivindicativo de todo este tiempo
nuestro.
De
ahí volamos a Margarita a esperar a los primeros ministros y presidentes
de los Estados del Caribe. Llegó Fidel a media noche y llegó con una
sonrisa de oreja a oreja. Y yo le pregunto: "¿Y de qué tú te ríes
tanto?" Me dice: "Estoy feliz, te envidio." "¿Por qué me envidias?" "Bueno,
una huelga patronal. Te envidio, eso lo envidia cualquier revolucionario.
¿Quién no va a envidiar una huelga patronal?" Y esa madrugada hablando y
hablando, analizando, prácticamente Fidel me dijo: "Chávez, creo que
viene un golpe aquí, creo que deberías prepararte; creo que viene un
proceso de desestabilización profunda."
La
nueva historia que amanecía
Además, recordemos, estaba llegando Bush a la presidencia, y Venezuela
se opuso al ALCA en la cumbre precisamente del 2001. En la cumbre del
2001 allá en Canadá, Cuba, excluida, como sabemos, el único gobierno que
se opuso a la propuesta que fue acordada, y quedó la salvedad por allá
en unas letras chiquiticas, más chiquiticas que una hormiga, colocaron
allá abajo: "El gobierno de Venezuela hizo objeción." Más nadie en todo
este continente se atrevía, ni se atrevió a levantar la mano o a opinar,
al menos, sobre aquella propuesta colonialista de que el primero de
enero del año 2005 debería estar, además, ya funcionando, el área de
Libre Comercio Para las Américas. La propuesta colonialista más perfecta,
creo yo, que ha habido en la historia de los siglos.
Recuerdo que de Canadá yo vine por aquí, pasé una noche por aquí y me
dijo Fidel: "Bueno, Chávez", yo he contado esto porque es absolutamente
cierto. Esa noche a mí me llegó una idea que a ti te había llegado 50
años antes en la Sierra Maestra. ¿Tú cuentas eso, cuando Fidel te dijo:
"Raúl, ¿cuántos fusiles hemos salvado?"
Raúl Castro.- Cinco...
Hugo Chávez.- Y entonces Fidel te dijo: "¡Ahora sí ganamos esta guerra!"
Y Raúl pensó: "Se volvió loco". Yo pensé lo mismo 50 años después, una
madrugada, viniendo de la Cumbre de las Américas. Yo le cuento a Fidel,
él había visto por televisión lo que trasmitieron, pero muchas otras
cosas, y de repente me pone la mano aquí y me dice: "Bueno, Chávez,
ahora lo que nos toca es derrotar al ALCA." Yo dije: "Se volvió loco
Fidel, se volvió loco otra vez".
Bueno, eso fue en el 2001. Cuatro años después estábamos enterrando el
ALCA en Mar del Plata allá, en la patria argentina.
Quiero rendir merecido tributo a Néstor Kirchner que se nos fue antes de
tiempo. Y saben qué me dijo la presidenta Cristina después que lo
sepultamos, que lo sembramos allá en la Patagonia, y ella quiso —muy
fuerte esa mujer, impresionante, se volvió una gigante allí con la
familia— y me dijo: "Voy a acompañar a Chávez hasta el aeropuerto."
"Cristina" —le digo yo—, "anda, descansa, mujer." Pasó 20 horas de pie y
más ahí.
Allá llegó el vicepresidente Lazo; pero yo no te pude ver, te vi después
que yo estaba en el hotel, que estaban trasmitiendo, te vi que llegaste.
Ya Lula se había ido, yo salía, era media noche. Claro, de aquí a allá,
¿cuántas horas echaste, como 12 horas?"
Esteban Lazo.- Once horas.
Hugo Chávez.- Y luego nos fuimos a sepultarlo allá donde él nació,
cerquita de la Tierra del Fuego estuvimos, cerquita de la Tierra del
Fuego, en Río Gallegos, abajo, abajo, frente a Malvinas, en el mismo
paralelo de las Malvinas.
¡Qué grande es esta tierra nuestra, esta América nuestra! ¡Qué grande,
inmensa, desde todos los puntos de vista! Esta patria americana nuestra;
nuestra América, cantó José Martí. Esta, nuestra América, donde está
naciendo y va a nacer... Sin duda, ya nació, yo digo más bien que ya
nació, solo que es un bebé, el mundo nuevo ya nació, solo que es un bebé.
El plan imperial fracasó; pero la amenaza imperial sigue allí. El
imperio tenemos que terminar de derrotarlo definitivamente, y esa es una
tarea que bastante nos compete a Cuba y a Venezuela dentro de esta
América nuestra.
Y
el imperio, cuando Raúl habla de la economía, la economía, la economía;
"la economía, estúpido". ¿Quién fue el que dijo esa frase: "La economía,
estúpido, la economía, la economía." Alarcón, tú que sabes tanto.
Ricardo Alarcón.- Fue Clinton.
Hugo Chávez.- Fue Clinton, pero yo creo que él citaba a alguien, y
colocó en su escritorio "la economía estúpido", algo así. No estoy muy
seguro; pero si lo dice Alarcón, así es. Debemos a Mister Clinton pues
la frase de "la economía, estúpido". La economía, la economía; pero,
bueno, ¿y Carlos Marx? La economía, compadre, la economía. Como decía
Lenín, socialismo es igual a todo el poder para los soviets más
electricidad: la industrialización.
Entonces, por eso, nada mejor en este momento que discutir el tema
económico, es la médula. Por eso yo decía que al imperialismo no solo
tenemos que derrotarlo en el discurso, ya lo derrotamos en el discurso,
está derrotado; no es que tenemos que derrotarlo en lo moral, está
derrotado en lo moral, no tiene moral, pero nada, para enfrentar la
moral socialista o la moral de los pueblos. En lo político, en lo
geopolítico lo estamos derrotando, no creo que podamos decir que está
derrotado, pero lo estamos derrotando, como me dijo Fidel una madrugada,
que yo le dije, despidiéndonos: "Chávez..." Le digo: "Bueno, Fidel, no
sé qué, venceremos." Me dice: "No, venceremos no, Chávez, estamos
venciendo." Bueno, pero no hemos vencido, estamos venciendo en lo
político, en lo geopolítico. Ah, en lo económico también tenemos que
derrotar al imperialismo. Si no lo derrotáramos en lo económico, al
final la capacidad del imperio, del capital y del capitalismo es tal que
se regenera. Es como dice Ivan Mesaro —yo traje este libro para guiarme
en mi discurso—, yo recomiendo a los camaradas delegados del VI Congreso
que se lean este libro, este resumen , Más allá del capital. Ustedes
conocen a Meszáros, por cierto que está en Caracas por estos días, ojalá
que yo llegue a tiempo para verlo, con sus ochenta y tantos años sigue
escribiendo sobre la transición.
Tú
has hablado, pero a mí me impresionó la frase que tú has usado, y yo la
he tomado, con tu permiso, cuando Raúl dijo, hace poco, aquí en Cuba: "Estamos
actualizando el socialismo." Yo creo que merece un reconocimiento el
coraje de Raúl y de ustedes para actualizar el socialismo, coraje
ideológico, coraje político, económico, moral.
Pero Meszáros aquí hace un análisis no solo del capitalismo, sino El
Capital; de El capital no solo del libro de Carlos Marx, sino de lo que
él llama el modo de control metabólico social del capital.
En
la Unión Soviética derrocaron al capitalismo, pero no al capital, y él
se volvió como una gran bacteria, una gran amiba que se regenera, porque
es un modo de control cultural metabólico, social. Es una tarea titánica
esta, ¡titánica!, la de transitar del capitalismo al socialismo, pero
ustedes lo han logrado; nosotros estamos no solo intentando, estamos
avanzando en medio de grandes dificultades, creando las condiciones. Y
vaya que estos 10 años de convenio y de cooperación generosa de Cuba
hacia Venezuela ha cooperado, ha ayudado, ha facilitado la creación de
las mínimas condiciones, porque un pueblo hambriento, ¿qué tú vas a
poder transitar hacia dónde, hacia la muerte?
Es
como, compañeros de armas, comenzando por ti, General de Ejército.
Napoleón lo dijo: "Los ejércitos caminan sobre los estómagos", pues. "Un
pueblo hambriento, un pueblo analfabeto, un pueblo ignorante —decía
Bolívar— "es instrumento ciego de su propia destrucción." Y así tenían
al pueblo venezolano. Por eso es tan importante este acto, a pesar de lo
breve, ¿no? —empezamos a las 6:00 en punto y son las 7:30, creo que me
quedan dos minutos, llevo cinco minutos —, no solo conmemorarlo, sino
relanzar el convenio 10 años más. Como ya Raúl ha definido ahí, los
principios que han guiado, que fundamentan y fundamentarán aún más en
estos próximos 10 años la unión económica y la cooperación entre Cuba y
Venezuela: la complementariedad, la mutua cooperación, el beneficio en
función de los intereses de nuestros pueblos, la racionalidad, la
eficiencia.
Ese
llamado de Raúl hay que subrayarlo: la eficiencia. El Che lo dijo a su
manera: "Una revolución no puede estar reñida" —dijo el Che— "con la
eficiencia." Una revolución socialista, más aún socialista, tiene que
ser científica o no es.
Pero quería terminar de decirles lo que la Presidenta de Argentina me
comentó yendo hacia el aeropuerto —hablando de Néstor, yo oyéndola—, me
dijo: "Ay, Hugo" —ella me dice Hugo—, "¡cuánto, cuánto Néstor quería ir
a Cuba! ¡No pudo ir a Cuba!" Le dije: "Bueno, pero tú fuiste." Ella vino
aquí, y, además, Fidel habla de ella y se refiere a la auténtica, es
auténtica.
Pero quería rendirle tributo a Néstor, quien dirigió magistralmente
aquella batalla en Mar del Plata. Fueron ocho horas de batalla, porque
ahí estaba Bush con toda la fuerza del imperio y toda la presión sobre
muchos otros gobiernos. Ah, pero ya no era Chávez solo como en Canadá,
ya estaba Lula, que sale, sin duda, por la puerta grande de la
presidencia de Brasil. Desde aquí también saludamos a Lula y seguiremos
contando con él para esta batalla por la independencia y la unidad de
nuestros pueblos; Lula; Tabaré Vázquez; Nicanor Duarte, el presidente de
Paraguay; era el MERCOSUR más Venezuela, pues. Pero Néstor hizo una
defensa impecable, y luego un contraataque. Bush terminó por irse
sudando, sudando.
Entre otras cosas, Néstor me llamó y me dijo: "Ven acá, Hugo, tú que
hablas tanto, vamos a ganarle a esta gente por cansancio", me dijo. Y me
dijo: "Cuando yo necesite que alguien hable mucho y ganar tiempo, te doy
la palabra de repente, así que está pendiente." Y así lo hizo . En una
de esas ocasiones yo andaba para el baño y oigo que me llaman: "Mira,
mira, Chávez, Chávez", y vino corriendo alguien: "Que te dieron la
palabra." Digo: "¿A mí? Yo no pedí la palabra. ¡Ah!, verdad." Pero,
además, el hecho de que yo tomara la palabra nos daba una ventaja
adicional, además del cansancio del adversario, es que míster Bush
estaba psicológicamente impedido de oírme, y entonces cada vez que yo
tomaba la palabra él se paraba y se iba al baño, y dejaba a mi amiga
Condoleezza que se quedaba ahí tomando notas, hasta que se cansaron y se
fueron.
Ahora, hay un momento en el cual ya Lula se para, y dice: "Bueno, ya
Brasil ha dicho todo lo que tiene que decir", y se retiró; Tabaré
también, pero nos quedamos ahí, y yo dije: "No, yo no me voy hasta que
no termine esto." Lula, claro, dejó a su canciller con la misma posición,
lo mismo hizo Tabaré; pero ellos tenían que volver a compromisos. Yo
dije: "No, yo me quedo aquí hasta que esto termine, y entonces: "Tiene
la palabra el Presidente de Venezuela", y rá, se iba este. Y cuando se
sentaba otra vez: "Tiene la palabra otra vez el Presidente...", hasta
que aquel hombre no aguantó, sudaba y se fue. Después nos quedamos y
brindamos — mire, con ese buen vino argentino — esa noche Cristina,
Néstor y un grupito, y Cristina dijo: "Esto merece una buena botella de
vino argentino." ¡Ah!, derrotamos al ALCA. Yo llamé a Fidel de allá, él
estaba aquí pendiente, estaba brincando allá también, se sumó al brindis.
Bueno, pero es la nueva historia que amanecía.
Yo
no voy, en verdad, a extenderme más de lo que debo, Raúl, y ustedes,
demás compañeros; pero vean ustedes, quiero rendir tributo a la
Revolución Cubana y al pueblo cubano, a Kirchner, a todos ellos. Ahora,
de manera especial, a ustedes, a la Revolución Cubana. Ustedes saben
cuánto Bolívar quiso ayudar a libertar a Cuba, así que nuestras raíces
son viejas, son originarias.
Dice Bolívar en la carta de Jamaica, 1815, leo:
"Las islas de Cuba y Puerto Rico, que entre ambas puedan formar una
población de 700 a 800 000 almas" —dice Bolívar— "son las que más
tranquilamente poseen los españoles, porque están fuera del contacto de
los independientes, mas, ¿no son americanos estos insulares, no son
vejados, no desean acaso su bienestar también?", se pregunta Bolívar.
Más
adelante Ricardo Martínez en su obra De Bolívar a Dulles: el
Panamericanismo, doctrina y práctica imperialista, hace referencia a
algo absolutamente cierto, y están las cartas, 1825, estaba Bolívar en
Potosí, después de haber recorrido, bueno, casi llegó a Buenos Aires.
Mira, Raúl, Bolívar no llegó a Buenos Aires porque se lo impidió el
Congreso de Bogotá, que ya estaba dominado por el traidor que fue
Francisco de Paula Santander, como traidor fue también José Antonio Páez.
No, Santander mandó a matar a Bolívar, y Páez lo expulsó de Venezuela, y
por eso termina él diciendo: "Bueno, no tengo patria, no tengo patria,
he arado en el mar; Jesucristo, Don Quijote y yo, los tres grandes
majaderos de esta historia", ¿eh?, pero estaba Bolívar en Potosí, y allí
al Potosí...
Cristina, por cierto, Cristina me escribió, por Chávez Candanga. Oye,
¿tú no tienes twitter?, tú no tienes twitter, Chávez Candanga; Raúl
Candanga, Castro Candanga, Castro Candanga, yo tengo el Chávez Candanga,
y por ahí me escribe Cristina, ella también tiene su twitter ahí, y me
escribió desde Nueva York, por cierto, hace como dos meses, y me decía:
"Chávez, Hugo. Hugo léete un libro que estoy leyendo aquí, el Loco
Dorrego", yo no tenía ni idea de quién era Dorrego, "es imperdible, el
primer bolivariano de estas tierras". A los pocos días yo fui, tuve que
ir a Buenos Aires cuando el golpe contra Correa. Oye, tú no te
equivocaste, Raúl es un "pitoniso". No es mala palabra esa aquí, ¿no?
Raúl Castro.- Adivino.
Hugo Chávez.- No, lo que es un analista. Así como Fidel me dijo a mí
allá en Margarita: "Chávez, prepárate porque viene un golpe." Bueno,
prepárate no; me dijo, "preparémonos; preparémonos, porque aquí viene un
golpe, Chávez, todo está escrito, todo lo dice." Pero, igual, Raúl
analista, ¿eh?, estudioso, revolucionario, recuerdo que lo dijo en
Managua cuando derrocaron al compadre Zelaya, lo dijiste: "El próximo
puede ser Correa", me acordé de ti esa noche. Me acordé mucho de ti ese
día, cuando vi a Rafael secuestrado en el hospital de la policía y
dispuesto a morir.
Que,
por cierto, yo tuve que volar a Buenos Aires, pero yo no quería
arrancar. Digo: "Dios mío, pero la situación está allí muy muy tensa", y
yo había hablado con Correa como dos o tres veces por un celular que
tenía una asistente de él, que logró entrar al hospital, y logré hablar
con un capitán de la marina ecuatoriana, era el único edecán, hablé con
él unos minutos, preguntándole, "¿cuál es la situación? Mire, ¿cómo van
a hacer?"
Entonces, nos convoca Cristina a Buenos Aires, y yo digo: "Bueno, me voy;
pero Dios mío, la situación está ahí tan tensa." Menos mal que el avión
nuestro, esto suena muy... Bueno, Fidel me lo dijo. Fidel me dijo un día
que yo lo llamé desde el avión, me dijo: "Solo tú y Bush tienen ese
privilegio" , veníamos de África, por allá de una cumbre en Sudáfrica, y
yo lo llamé por el teléfono, estábamos estrenando un avión que tiene
teléfono, y yo lo llamo: "No, te estoy llamando desde el avión." "Ah,
solo tú y Bush tienen ese privilegio", . Le dije: "Bueno, no me ofendas,
vaya, tampoco..." , ¿no? "No me ofendas", le dije. "Bueno, te espero
aquí."
Ahora, resulta que desde el avión yo logré conectarme con Correa; porque
yo incluso llamé a Evo y le dije: "Mira, Evo, yo voy arrancando, pero
vamos a tratar de comunicarnos desde el aire", Evo me estaba esperando
en La Paz, teníamos un plan alterno, y "depende de cómo se desarrollen
los acontecimientos, yo sigo a Buenos Aires; pero, mira, Buenos Aires
está muy lejos al sur"; pero teníamos que ir a la convocatoria, por
supuesto. Fui el primero en decir que sí, sin ninguna duda, pero solo
pendiente de los acontecimientos, y yo recuerdo que hablé con Correa dos
o tres veces desde el avión, ya habíamos pasado Bolivia; Evo al final,
arrancó, no podía esperarme más, el viaje es largo, y Correa me dice: "Bueno,
Hugo, no, ya nos comunicamos con un comando del ejército y van a lanzar
la operación de rescate"; porque él me había dicho varias veces antes,
que él no había dado la autorización porque iba a haber una masacre,
estaba preservando no solo su vida, no, eso estaba rodeado de gente, del
pueblo, policías, militares, francotiradores, una situación demasiado
riesgosa para todos, y un hospital, además, enfermos allí que estaban,
los sacaban de los pisos. Entonces me dice: "No, no, yo no he ordenado,
ya hay un comando del ejército que está ubicado, pero está a orden mía."
Después me dice, la última vez que hablé con él por teléfono desde el
avión, me dijo: "No, ya van a lanzar la operación en pocos minutos."
Entonces, yo, bueno, rezando, qué más podía hacer, a 30 000 pies de
altura, de Bolivia a allá, sobre territorio argentino estábamos ya,
cruzando la frontera entre Bolivia y Argentina. Y entonces le dije:
"Mira, Rafael, te voy a decir algo que una noche parecida a esta que yo
viví, me dijo alguien por teléfono también" —le dije—, "te voy a repetir
lo que Fidel me dijo por teléfono la noche del 11 de abril, en situación
parecida, me dijo: ‘Chávez, tú harás lo que tú quieras, pero tú no
mueres hoy, Chávez’, así le dije: Rafael, haz lo que tú quieras; pero te
voy a repetir la misma frase: tú no mueres hoy, Correa, porque esta
historia está comenzando apenas." Desde aquí un saludo a Correa y al
pueblo ecuatoriano, a los pueblos que luchan contra el imperio y sus
lacayos .
El
ALBA y la Cumbre de Copenhague
Bueno, esa noche, ahí no estabas tú, Lazo, ¿verdad? No, no estabas ahí,
porque aún Cuba no era de la UNASUR, era la UNASUR la que estaba allá,
¿eh?
¿Ustedes no saben el cuento de Lazo, que íbamos a tomar el estrado en la
Cumbre de Copenhague? Ah, eso es absolutamente cierto, Evo Morales,
Esteban Lazo y yo, como no nos querían dejar hablar cuando llegó Obama,
no nos querían dejar hablar... Tú estabas allá también, Bruno, ¿verdad,
te acuerdas?, y Nicolás Maduro, que no está aquí, porque anda por allá
por Damasco y Kiev; pero no nos querían dejar hablar, y, bueno, ¿cómo es
esto? Después que ha-bíamos esperado cuántas horas, Bruno, como 10 horas,
que ellos estaban por allá reunidos, Obama y un grupito.
Entonces después que llegan ellos, y nosotros disciplinadamente ahí
esperando, bueno, el fin de la cumbre. Ah, no, tenía que hablar solo un
grupo, y nosotros pidiendo la palabra y no. Entonces, la idea fue de
Lazo . No, la idea en verdad fue mía con Evo ahí, y llamamos a Lazo,
para apoyo político y apoyo de fuerza , apoyo político cubano y apoyo
físico, había unos policías muy fornidos ahí, pero cuando vieron a Lazo
que se les paró al lado, desistieron . Querían parar a los presidentes,
la orden era de que no subiéramos, porque ya ellos habían detectado
nuestras intenciones; pero, en verdad, cuando vieron a Lazo que se paró
ahí y dijo: "How are you?" Le dijo: "I am Lazo", no quedó ningún policía
. Había mucho frío, Lazo, ¿te acuerdas?, mucha nieve había, era
diciembre, por ahí, ¡diciembre!, en esos mundos de allá, menos 10 grados
no sé qué, allá afuera, por supuesto.
Resulta que después convocamos rueda de prensa, el ALBA: Cuba,
Venezuela, Bolivia, Ecuador, una rueda de prensa. Entonces llega alguien
y nos dice que teníamos cinco minutos y si no... Yo le dije: "Bueno,
¿pero cinco minutos por qué, si aquí somos gobiernos igualitos que
aquellos?" "No, no, no, cinco minutos y si no les apagamos la luz" . Yo
le hago una seña a Lazo: "Lazo, habla con el señor" . Lazo se para: "¿What
do you say?" Y nos dijeron: "No, no, no, media hora, tienen media
hora" . Nos dieron media hora . No deje de mandar a Lazo para la cumbre,
Raúl, por favor .
Ahorita viene una en Cancún, que es la continuación de la cumbre
desastrosa, que fue un desastre la Cumbre de Copenhague, ¿no? Menos mal
que a un grupo de gobiernos, los nuestros, nos tocó salir al frente a
impedir, bueno, la imposición de una dictadura.
Bolívar casi llegó a Buenos Aires. En el libro que Cristina me
recomienda El loco Dorrego, ahí lo tengo, estoy terminando de leerlo, es
apasionante. Manuel Dorrego, coronel, argentino, revolucionario. El
libro se llama así.
¡Ah!,
porque esa mañana yo me quedé un rato en Buenos Aires descansando para
salir, después que hablé con Correa descansamos un rato. Cuando llego al
aeropuerto, mi embajador allá me dice: "Mire, aquí está el libro",
porque yo había comentando del libro. El autor fue al aeropuerto, yo no
pude verlo, pero me dejó el libro, ahí lo cargo. Es un joven escritor
argentino.
El
loco Dorrego era un coronel revolucionario, el último revolucionario y
el primer bolivariano. Vino a buscar a Bolívar al Potosí, a invitarlo
con un acta firmada por un grupo de revolucionarios que ya estaban
enfrentados a la burguesía naciente en las Provincias Unidas, a invitar
a Bolívar para que llevara la revolución hasta Buenos Aires. Bolívar
aceptó, y lo iban a declarar protector de las Provincias Unidas, porque
el imperio de Brasil había invadido la banda oriental y había invadido
también territorio de Bolivia.
Bolívar era terrible, hay una carta que Bolívar le manda al jefe militar
brasileño que estaba en Bolivia, habían invadido a Bolivia, y le dice:
"A usted le doy tanto plazo para desalojar el suelo sagrado de Bolivia.
Si no lo hiciera, yo mismo iré al frente de mi ejército y sembraré la
muerte, el fuego y las llamas hasta el corazón del Brasil." Ese era
Bolívar.
Cuando una vez Bolívar detuvo unos barcos yankis en el Orinoco, que iban
a llevarles armas a los españoles, hay un libro maravilloso, y además se
lee..., no es como este que hay que dedicarle tiempo, ¿no?; aquel se lee
más rápido, el de Francisco Pividal, ese gran cubano, que estuvo en
Venezuela varios años, fue embajador allá. Hay un libro que escribió
Pividal: Bolívar, pensamiento precursor del antimperialismo. Ahí está
narrado, y, además, con citas documentales, las cartas que Bolívar se
cruzaba con un enviado del gobierno de Washington, de apellido Irving,
que fue a reclamar los barcos. Bolívar los capturó en el Orinoco, les
quitó las armas, puso presa a la tripulación y les quitó los barcos,
incautados en guerra; estaban entrando a territorio venezolano a
llevarles armas a los españoles, tenía razón Bolívar de hacer aquello.
Entonces, Estados Unidos empieza a presionar, y primero llega muy
diplomático el señor Irving, pero luego va amenazando. Bolívar cuando ya
este comienza a amenazarlo le responde y le dice: "Yo no voy a caer en
ese tono, señor Irving, pero quiero que sepa que la mitad de los
venezolanos han muerto defendiendo, buscando la libertad de nuestra
patria, y aquí estamos nosotros, la otra mitad, ansiosos de seguir su
ejemplo, si tuviéramos que enfrentarnos al mundo entero." Ese era
Bolívar, una resolución inquebrantable de lucha, de batalla .
Bueno, ese Bolívar, casi desde Buenos Aires le escribe a José Antonio
Páez, y aquí lo refiere Ricardo Martínez, le escribe a Páez y le
instruye, incluso designa el batallón Junín y luego dice —hace un
cálculo— que a lo largo del año 1825 enviarían 6 000 hombres e iría él
mismo luego a libertar a Cuba y a Puerto Rico, y le dice, entre otras
cosas: "Aseguro a usted que cada día estoy más determinado a ejecutar
esta operación, de que resultará un inmenso bien para Colombia" —1825.
Luego, el mariscal Sucre, presidente para entonces ya de Bolivia,
también está empeñado, porque Sucre, además, era hijo de cubano, por la
familia Alcalá. ¿No está por ahí nuestro amigo el historiador, Eusebio?
Eusebio se las sabe toditas. Eusebio Leal, saludo, recuerdo, compañero.
Antonio José de Sucre, siendo presidente de Bolivia —claro, estaba junto
con Bolívar, cada uno está haciendo lo suyo—, el 8 de marzo del mismo
año 1825 le escribe a Páez, que era quien había recibido la misión de
preparar un ejército y una caballería de agua para venir en barco a
libertar a Cuba, con toda la logística. Le escribe Sucre esta carta
—aquí está un fragmento— a Páez. Páez era el vicepresidente de
Venezuela; Bolívar, presidente, pero en guerra al sur; Sucre, presidente
de Bolivia. Le escribe desde La Paz, le dice: "No sé si estaría en los
intereses de Colombia alguna empresa sobre La Habana, pero me atrevo a
indicarla, si es que se puede disponer de alguna marina con qué
protegerla."
Y
luego le escribe otra carta al año siguiente de nuevo a Páez, el 26 de
abril, otra vez le dice: "No he recibido contestación de usted." Esta es
una carta como con más preocupación, porque Páez no quería, Santander
tampoco, y al final terminaron entregándose a las respectivas burguesías
y a los intereses de los viejos imperios y del nuevo imperio, y echaron
a Bolívar, mataron a Sucre y mataron a Dorrego; fusilaron a Dorrego casi
al mismo tiempo que mataban a Sucre, allá en Buenos Aires lo fusilaron.
Y no fueron los españoles, como no fueron los españoles los que
asesinaron a Sucre, sino las burguesías que emer-gían. Por eso es que
esta revolución es la misma.
Yo
siempre he dicho: "No, no se trata de una segunda independencia, es la
misma, solo que no ha terminado, la hemos retomado ahora, y ahora sí en
Venezuela definitivamente para triunfar", como ustedes la retomaron aquí
después de tantos años.
Le
escribe él a Páez, le dice: "No he recibido contestación de usted y no
sé si sea porque no llegó mi carta, o porque se haya extraviado la suya
en la vuelta" —ya está en tono—, "o porque no se haya dado." Después le
dice: "Recientemente de Ayacucho" —ya había pasado año y medio de
Ayacucho— "nuestro ejército ofreció al gobierno ocuparse de la libertad
de La Habana; pero sea que no se tienen los medios pecuniarios o sea que
no convenga a los intereses de Colombia entrar en una cuestión que solo
pudiera dar embarazos, nuestros gobierno ha contestado solo dando las
gracias." Y termina con esta frase, que hoy hay que repetirla por todos
lados: "Nuestro ejército sería capaz de cualquiera empresa digna de sus
armas", insistiendo.
Luego todo aquel gran esfuerzo se perdió. Pero no se perdió, en verdad
quedó sembrado. Llegaron los años, terminó el siglo XIX y aparecieron
después aquí Maceo, Martí, los últimos de a caballo.
Un
día como hoy —permítame recordarlo de mi corazón—, un bisabuelo mío que
fue rebelde y guerrero, lo llamaron El último hombre a caballo, moría un
día como hoy allá en una cárcel venezolana, después de muchos años de
haberse ido a las guerras de guerrillas, de a caballería todavía, cuando
Venezuela fue entregada al imperio yanki por Juan Vicente Gómez, que
derrocó en 1908 a su compadre Cipriano Castro —creo que era pariente de
ustedes, Cipriano Castro, tiene que haber sido pariente de los Castro de
aquí. (Raúl dice que ninguno de los Castro es derrotado). ¿Ninguno?
Cipriano Castro comenzó una revolución restauradora, era un gran
bolivariano, lo echaron los yankis, lo echó el petróleo, lo echó la
burguesía venezolana. Juan Vicente Gómez, que era compadrito de él y
habían estado juntos en no sé cuántas guerras, pero fue comprado por la
burguesía, comprado por los yankis, derrocó a Castro enfermo. Cipriano
tuvo que ir a Europa a operarse de un riñón, y en su ausencia su
compadre toma Miraflores sin disparar un tiro —era el Jefe del Ejército—,
le manda un telegrama: "Compadre, no vuelva", y el compadre no pudo
volver. Murió. En Puerto Rico murió, por cierto. Se vino al Caribe
tratando de invadir Venezuela, pero ya enfermo. Murió a los pocos años
Cipriano Castro, y Gómez entregó el país a los yankis.
A
los pocos días del golpe, que fue en diciembre de 1908 llegaron los
barcos yankis a la Guaira a apoyar al gobierno de transición. Y Juan
Vicente Gómez recibió con honores de jefe de Estado a un oscuro teniente
coronel de los marines que llegó a Caracas con una tropa, y le regaló un
carro, y a los dos meses estaba firmando las concesiones petroleras por
50 años. Fue así como Estados Unidos se adueñó de Venezuela, 1908... ¿Ya
Fidel había nacido por ahí?
Raúl Castro.- No, en 1926.
Hugo Chávez.- Bueno, estaba casi naciendo ya.
Si
Fidel hubiera nacido un poquito antes, hubiera sido de los últimos
hombres de a caballo, como fue mi abuelo, como fue Maceo, como fue Martí,
como fue Prestes, como fue Sandino. Pero Fidel trajo otra época: los
primeros rebeldes de las montañas abriendo los caminos, ustedes pues.
Pasaron 90 años en Venezuela, hasta 1998; 1998, 1999, 2000, y este
Convenio y estos 10 años, y este siglo nuevo, y esta pasión, esta patria
de Bolívar y esta patria de Martí.
¡Viva Fidel, carajo!
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