Querido
Comandante:
Primero que
todo un
abrazo, mi
agradecimiento,
el
sentimiento
de aprecio
no solamente
por todo el
apoyo que ha
volcado
usted sobre
nosotros,
por la forma
en que ha
movilizado a
todo un
pueblo y ha
movilizado
la
solidaridad
internacional
a favor del
caso nuestro,
sino, en
primer lugar,
por habernos
servido de
inspiración,
por haber
sido el
ejemplo que
hemos
seguido
durante
estos 13
años y por
haber sido
para
nosotros una
bandera tras
la cual
nunca íbamos
a dejar de
marchar.
Para
nosotros
esta misión
no ha sido
más que la
continuación
de todo lo
que han
hecho
ustedes, de
lo que la
generación
suya hizo
por el
pueblo
cubano y por
el resto de
la humanidad.
Para mí es
un placer
enorme
enviarle
este mensaje,
enviarle el
abrazo
temporal,
que irá por
esta vía,
porque sé
que nos
daremos un
abrazo
finalmente;
por mucho
que intenten
nuestros
adversarios
impedirlo,
sé que nos
vamos a dar
ese abrazo.
Sé que los
Cinco
regresaremos
porque usted
lo prometió
y porque ha
movilizado
la energía,
lo mejor de
la humanidad,
la voluntad
de todo el
mundo para
que eso
suceda.
Para
nosotros es
un honor
servir a la
causa que
usted
inspiró en
el pueblo de
Cuba, ser
seguidores
de usted,
seguidores
del camino
que usted y
Raúl
abrieron, y
nunca
dejaremos de
ser
merecedores
de esa
confianza
que ustedes
depositaron
en nosotros.
A los dos, a
usted,
Fidel, a
Raúl que
ahora nos
guía en esta
nueva etapa
difícil,
compleja
pero
gloriosa en
que estamos
enfrascados
para romper
la
dependencia
económica
que nos ata
todavía y
que impide
que logremos
construir la
sociedad que
queremos,
les envío un
abrazo de
parte de los
Cinco, les
digo que
siempre
tuvimos
confianza en
ustedes.
Cuando
estábamos
solos en el
hueco,
cuando
estábamos
incomunicados,
cuando no
recibíamos
noticias,
cuando mis
cuatro
hermanos no
sabían nada
de su
familia
porque no se
les podía
decir,
siempre
tuvimos
confianza en
ustedes,
siempre
supimos que
ustedes no
abandonarían
a sus hijos,
porque
siempre
supimos que
la
Revolución
nunca
abandonaba a
quienes la
defendían.
Por eso es
que merece
ser
defendida y
por eso es
que siempre
lo haremos.
Y aunque no
estoy seguro
de que
merezcamos
todos los
honores que
se nos han
hecho, sí le
puedo decir
que el resto
de vida que
nos queda
será
dedicado a
merecerlo,
porque
ustedes nos
inspiran,
porque
ustedes son
la bandera
que nos
enseñó cómo
comportarnos
y hasta el
fin de
nuestros
días
trataremos
de ser
merecedores
de la
confianza
que ustedes
depositaron
en nosotros.
Para mí
ahora esto
es una
trinchera en
la que
seguiré en
el mismo
combate a
que ustedes
me
convocaron y
voy hasta el
final, hasta
que se haga
justicia, a
seguir sus
órdenes, a
hacer lo que
haya que
hacer.
Y les digo a
Fidel y a
Raúl:
¡Comandantes,
los dos,
ordenen!
René