Agradezco
profundamente el comunicado de solidaridad y condolencias, por
los daños humanos y materiales ocasionados por el huracán Sandy.
Su Majestad Juan Carlos Primero:
Excelentísimo Señor Mariano Rajoy, Presidente del Gobierno de
España:
Excelentísimos Señores Jefes de Estado y de Gobierno:
Trescientos años después de la conquista, la goleta Cantabria
entró al puerto de La Habana con la Constitución de Cádiz. Hacía
medio siglo que los modelos reformistas españoles habían sido
aplicados en Cuba y existía una oligarquía azucarera insular,
esclavista, económicamente liberal, políticamente conservadora,
cercana a la Monarquía.
Las exportaciones cubanas ya iban a los mercados norteamericano,
inglés y francés, mientras llegaban a la isla las ideas de los
fundadores de la unión norteamericana, de la Revolución Francesa,
la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, y las
Constituciones, nacidas de la Revolución Haitiana, que
consagraban el derecho a la libertad y la condición humana de
los esclavos.
La constitución de Infante, que fue el primer proyecto de Carta
Magna de la isla, aunque modelaba estamentos por el color de la
piel, ya proclamaba el Estado republicano y laico, la separación
de poderes y la enseñanza pública, laica y gratuita. Meses antes
de Cádiz, la "conspiración de Aponte" proclamó la igualdad de
condiciones para todos los hombres, la abolición de la
esclavitud, y proscribió la discriminación entre negros y
blancos.
A las Cortes de Cádiz no vinieron de Cuba representantes de las
capas medias, liberales en lo económico y político,
conservadores en lo social; ni tampoco radicales liberales,
opuestos a todo fuero o privilegio.
A inicios del siglo XIX, lo peninsular y lo americano eran ya
conceptos diferenciadores. En 1822, fue diputado a Cortes el
presbítero Félix Varela y Morales, en las que propone el
reconocimiento de la independencia de los países
latinoamericanos, la extinción de la esclavitud, la reforma de
los estudios, y termina condenado a muerte. Cuba y Puerto Rico
fueron excluidas de las Cortes de 1837. El liberalismo del siglo
XIX conduce a España a una nueva política colonial.
El 10 de octubre de 1868, estallan las guerras cubanas de
independencia. El 19 de mayo de 1895, cae en combate José Martí,
sin terminar la carta que dice: "(¼ ) ya estoy todos los días en
peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber —puesto que
lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a
tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las
Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre
nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es
para eso".
Líder de una Revolución invicta, Fidel Castro Ruz, dijo de
aquellas generaciones de cubanos heroicos: "Nosotros entonces
habríamos sido como ellos, ellos hoy habrían sido como nosotros".
Vivimos una época muy distinta en 1991, cuando nos acogió la I
Cumbre Iberoamericana, en Guadalajara, México.
En medio de los embates de una crisis económica global, cuya
solución no se vislumbra, las políticas que se aplican en Europa
no parecen dar resultados ni lidiar con las causas de los
problemas. Los ciudadanos no son consultados ni participan en
las decisiones de gobierno. Las consecuencias se descargan sobre
los desempleados, los trabajadores de menos ingresos, los
jóvenes y los inmigrantes. Los recortes en los gastos sociales y
la represión de los movimientos de protesta no pueden ser el
camino de ninguna solución.
El Estado de bienestar, del que se enorgullecía Europa, parece
en peligro de extinción. La sobrevivencia del euro, que fue
motivo de esperanza, está amenazada. El proceso de integración
europeo está atrapado en dilemas profundos. Los sistemas
políticos, que alguna vez fueron impuestos como modelo, han
perdido legitimidad.
Los vínculos económicos entre Europa y América Latina se han
debilitado. Cuando nos reunimos en Guadalajara, la Unión Europea
concentraba el 24,8 % de las exportaciones y el 20,2 % de las
importaciones latinoamericanas. En el 2009, fueron el 13,7 % y
el 14,0 %. En los noventa, nuestra región absorbió el 12 % de la
inversión directa de la Unión Europea; en los años cercanos al
2010, se redujo al 6 %.
España recibía el 2,7 % de las exportaciones de bienes de
América Latina, veinte años después el 1,8 %. Las importaciones
fueron el 1,5 y ahora son el 1,4 %.
Las exportaciones españolas a Latinoamérica pasaron en dos
décadas de 5,4 % a 5,7 % y las importaciones de 5,2 % a 3,9 %.
En la década de los 90, el 61 % de la inversión española fue a
nuestra región, en la actual es el 15,9 %.
Las relaciones económicas siguen siendo significativamente
desfavorables para América Latina, marcadas por la inequidad
entre proveedores de materias primas con bajo valor agregado y
suministradores de manufacturas. La vulnerabilidad frente a los
movimientos de precios, el carácter injusto y desigual del orden
económico internacional, la naturaleza irracional e insostenible
de los modelos capitalistas de producción y consumo y el daño
ambiental que provocan, significan riesgos muy graves para
nuestra región.
Vivimos en un mundo peligroso. Proliferan las guerras de la OTAN
lejos de sus fronteras, se ha consagrado una doctrina militar y
nuclear claramente ofensiva que parece considerar a nuestra
región parte de la "periferia euro-atlántica". Se incluye, junto
a las llamadas "amenazas globales", la seguridad energética, el
acceso a las fuentes hídricas, los efectos de los desastres
naturales o las pandemias. Se aplican nuevos conceptos de "ciberguerra"
u "operaciones de fuerzas especiales" que incluyen la
desestabilización de Estados soberanos; la generación,
financiamiento y suministro de armas a grupos irregulares y la
intervención militar ilegal con el pretexto de la protección de
civiles o la creación de zonas de exclusión aérea.
Con la constitución de la Comunidad de Estados Latinoamericanos
y Caribeños (CELAC), los países de la región han mostrado su
determinación de construir un destino común. La CELAC es "nuestra
obra más preciada", con la cual "reivindicamos más de dos siglos
de luchas y esperanzas", como dijera el Presidente Raúl Castro
Ruz. Nunca antes, "Nuestra América" se había pronunciado tan
claramente en contra de la exclusión, de la injusticia y de la
injerencia externa. "Sería un grave error desconocer que América
Latina y el Caribe han cambiado, que no se nos puede tratar como
en el pasado", sentenció el Presidente cubano en la Cumbre
fundacional.
A la Península Ibérica nos unen históricos y especiales vínculos.
La difícil coyuntura actual plantea una oportunidad singular a
España y Portugal para articular una política eficaz y
mutuamente enriquecedora hacia América Latina, basada en la
relación respetuosa entre soberanos iguales, sobre el sólido
acervo de cinco siglos de historia compartida y vínculos
culturales raigales e intensos.
Cuba recuerda con gratitud la invitación a Guadalajara y, desde
entonces, los reiterados pronunciamientos de estas Cumbres,
contra el bloqueo económico, comercial y financiero de los
Estados Unidos, así como la demanda pública o privada por parte
de numerosos gobiernos para que se excluya a nuestro país de la
espuria lista de patrocinadores del terrorismo internacional y
el reclamo de la liberación de los Cinco antiterroristas cubanos.
Debemos reconocer hoy, cuando nuestra región se está dotando con
creciente efectividad de sus propios mecanismos de coordinación,
cooperación y concertación, que el papel de las Cumbres
Iberoamericanas se modifica inexorablemente. Las Cumbres anuales
no parecen ser ya necesarias, como tampoco muestran serlo las
múltiples y frecuentes reuniones sectoriales, de resultados
limitados.
Asimismo, nos parece que es oportuno redefinir las funciones y
prerrogativas de la Secretaría General Iberoamericana. Creo
justo agradecer al Excelentísimo Señor Enrique Iglesias por sus
largos años y extraordinarios esfuerzos al frente de la
Secretaría.
Su Majestad: acepte el testimonio de nuestra consideración y
respeto.
Excelentísimo Señor Presidente del Gobierno español: le
expresamos la disposición a desarrollar las tradicionales
relaciones de amistad y cooperación entre ambos Estados.
A España agradecemos su proverbial hospitalidad y le traemos el
saludo del Presidente Raúl Castro Ruz, así como a esta Cumbre.
Para el noble, digno y solidario pueblo español, el afecto
entrañable y el abrazo fraterno de los cubanos.
Muchas gracias.