Compañero
General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central
del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de
Ministros,
Comandante
de la Revolución Guillermo García Frías,
Combatientes del III Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy,
Familiares
de los caídos en este frente guerrillero,
Querido
pueblo de estas tierras, que hoy cuida la obra nacida del sacrificio y la
sangre de sus héroes, como antes ayudó a forjarla.
Compañeras
y compañeros:
La
historia puede sorprendernos siempre. Hemos llegado hasta aquí a celebrarla
por nuestro pasado y ella se ha aparecido, dolorosamente salida desde el
presente, como para advertirnos que lo que ahora mismo acontece no puede ser
separado de la raíz que nos nutrió y nos integra.
Duele
decirlo, aunque hayan pasado horas. Ha "muerto" Chávez. "Ha muerto un justo",
diría Martí y repasando sus palabras a la muerte de otro ilustre venezolano,
que fue un contemporáneo, parece que el Apóstol viera el luto de estos días,
al decir que "los que le vieron en vida le veneran, los que asistieron a su
muerte, se estremecen. Su patria como su hija, debe estar sin consuelo... "
Lo mejor de la Humanidad está sin consuelo, podríamos agregar hoy.
Desde este
sagrado lugar, sean nuestras primeras palabras para la familia Chávez, que
es la gran familia venezolana y latinoamericana. Sea nuestro abrazo
conmovido para el bravo pueblo que llora la pérdida del más noble y generoso
de sus hijos, con dolor pero con decisión también, porque ninguna lágrima
tiene valor si no se acompaña del compromiso de garantizar la sobrevida de
la obra del líder amado. Ese ha de ser el juramento de toda Nuestra América.
¡Que viva
por siempre Chávez!
Entiendo
ahora, por qué Martí, al disponerse a hablar de Céspedes y Agramonte, dijo
que "el extraño puede escribir estos nombres sin temblar (... ) el buen
cubano no".
Estremece
caminar estas montañas a las que hace más de un siglo entró la Historia y
saber que forman parte de este pedazo de Cuba, San Lorenzo y Dos Ríos,
sitios sagrados donde libraron sus últimos combates el Padre de la Patria y
el Apóstol de la independencia cubana.
Estremece
en cuanto honra, acompañar en este tributo, a la generación histórica y
hablar desde este cercano sitio al mausoleo a los combatientes del III
Frente, donde reposan los guerrilleros restos del Comandante Juan Almeida y
de su tropa.
Con
devoción y respeto por esos nombres y por la imponente geografía donde ellos
se convirtieron en héroes, venimos hoy a rendir emocionado homenaje a los
que hace 55 años abrieron el III Frente Mario Muñoz Monroy.
De la Pata
de la Mesa venían los 57 hombres del ya legendario Comandante Almeida, que
el 6 de marzo de 1958 fundaron este frente, en Puerto Arturo, tras una
agotadora marcha desde el firme de la Maestra.
Traían la
misión de cortar los suministros al ejército de la tiranía y hacer sentir la
cercanía del Ejército Rebelde en las inmediaciones de Santiago, la ciudad
cuyo nombre quiso el jefe guerrillero para la columna que comandaba.
Dicen que
desde entonces —y aunque nació realmente en La Habana— es imposible hablar
de Santiago sin pensar en el mulato rebelde, el Juan de los humildes que
aquí probó sus cualidades de organizador y su liderazgo como combatiente.
Fue este
Frente, que se enaltece con el nombre del médico del Moncada, germen del
proyecto de país que soñaban los rebeldes. Aquí, como en el II Frente
comandado por Raúl, se estableció enseguida un órgano de administración
civil que atendía los asuntos
de las
tropas, pero también de la población, mostrando la profunda vocación social
de sus combatientes.
La columna
guerrillera, espejo del país que luchaban por transformar, se prestigiaba
con la estirpe serrana y fundadora del entonces capitán, hoy Comandante de
la Revolución, Guillermo García, primer campesino enrolado al Ejército
Rebelde y segundo jefe de la columna madre; de una mujer como Melba
Hernández, Heroína del Moncada y eficiente administradora del Frente y de
trabajadores y campesinos, salidos de las entrañas del pueblo.
No pocos
de ellos habían visto sus pobres pertenencias arrojadas al camino, arder sus
bohíos o habían sentido en sus espaldas al plan de machete de la odiosa
Guardia Rural.
La
injusticia los había alzado, los había unido y los había armado. No venían a
cambiar a un ejército por otro. Venían a transformar el triste panorama de
un país saqueado por la corrupción y golpeado por el abuso.
Ellos eran
el país que describió Almeida, tras un recorrido de reconocimiento de la
zona de operaciones, una de las más empobrecidas y explotadas por
terratenientes y magnates del café y la madera: "... en estos intrincados
parajes —apuntó— lo único que conocen de la vida es la pobreza, el hambre,
la falta de instrucción a los niños... ".
Las
columnas de este Frente fueron decisivas en la derrota de la ofensiva de
verano contra la Comandancia General y en la victoria rebelde que culminó
con la entrada a Santiago.
Pero desde
mucho antes se habían adueñado de las leyendas populares por la valerosa
toma del Cobre y la voladura del polvorín que llevó la guerra hasta las
mismas puertas de la segunda ciudad cubana.
A la
altura del duro agosto de 1958, con la Comandancia instalada en La Lata, los
ataques y las victorias rebeldes se multiplican. El enemigo es desalojado de
todas sus posiciones en las zonas rurales y se concentra en las ciudades,
buscando una seguridad que no hallarían en ningún momento.
El 30 de
diciembre, con la rendición de las fuerzas batistianas en Maffo, cae la
última posesión enemiga entre Santiago de Cuba y Bayamo. Los tres frentes
rebeldes que habían combatido unidos, se disponían a la batalla final, pero
la tiranía se desplomó antes.
Como diría
Raúl alguna vez: "Almeida cumplió, con su proverbial lealtad, eficacia y
espíritu de sacrificio, la misión de crear el III Frente y posteriormente
cerrar el cerco a Santiago". Y lo cumplió siendo un ejemplo, no solo en las
acciones combativas, sino también en la organización y la aplicación de
medidas que serían el preludio de la obra transformadora a partir de la
victoria.
De modo
que aquí venimos a reverenciar, no solo al Comandante legendario, sino a un
pueblo y a un ejército nacido de ese pueblo. En ese tributo va, por su
trascendencia, el reconocimiento al cubanísimo jefe y a su tropa valerosa,
pero también al cantor de los expedicionarios del Granma, cuyos versos a la
Lupe forman parte del patrimonio espiritual de nuestro pueblo.
Y también
al compañero leal de Fidel y Raúl que, desde el Moncada, acompañó al
liderazgo revolucionario, guerreando, fundando y movilizando a cuantos le
siguieron en la construcción de la obra revolucionaria, con energía y
entusiasmo, sin renunciar jamás a la creación. Aquel que compuso, cantó y
bailó, como un cubano más, poniendo a reinar la alegría en esa gran batalla
por la justicia que es la Revolución. Y diciendo para siempre con ella que "aquí
no se rinde nadie".
Él es
síntesis de Cuba, de sus razas y de sus luchas, de sus rebeldías y sus
conquistas. Es el Maceo de la generación del Centenario, el que inspira este
viaje de tributo cada 6 de marzo y hace que nos tiemble la voz al decir su
nombre y el de todos aquellos que, desde Céspedes y Martí, han abonado con
su sangre esta tierra sagrada de la Patria.
Reverenciar su obra y hacer que perduren en el tiempo y en el espacio
geográfico de nuestra nación, las ideas justas y valerosas que Almeida y sus
hombres defendieron, significa continuidad, el mejor tributo que podemos
rendirles las nuevas generaciones.
Porque el
sentido de la vida para las generaciones presentes y futuras de cubanas y
cubanos será vencer los designios y las patrañas del imperialismo, tanto la
agresión directa, como la oculta y sucia subversión ideológica.
La
decisión soberana y legítima de nuestro pueblo es la de estar siempre en
Revolución, plenamente libres, construyendo y perfeccionando el ideal del
socialismo.
Vuelvo a
Martí, quien citando a un patriota americano, nos enseñó que la Patria es un
sentimiento que mora en los corazones, en la bandera y es también el "sepulcro
sacrosanto donde el país agradecido guarda el polvo de los que viven ya sin
cuerpo".
Hoy hemos
venido por mandato de nuestra Historia, a este mausoleo que es venir a la
Patria.
¡Gloria
eterna a los héroes y mártires del III Frente Oriental Mario Muñoz Monroy!
¡Viva el
Aniversario 55 de la fundación del III Frente Oriental!
¡Viva por
siempre su fundador y guía, el Comandante Juan Almeida Bosque!
¡Vivan
Fidel y Raúl!
¡Hasta la
Victoria Siempre, Comandante Chávez!
¡Patria o
Muerte, Venceremos! |