Como advertía ayer la Televisión Cubana al hacer el análisis de los hechos, lo ocurrido ante el Ministerio de Cultura fue la crónica de una provocación mediática anunciada.
Medios privados que operan en el entorno digital no solo han venido alentando este incidente desde hace días, sino que estaban coordinados para reportar lo que ya sabían que ocurriría entre las 10:30 y la 13:00 horas de este 27 de enero frente a la sede institucional. De hecho, la tercera parte de los “manifestantes” eran “periodistas independientes” que filmaban o transmitían en directo la supuesta noticia que se habían encargado de fabricar con alevosía.
Cualquier observador objetivo que repase algunas de estas publicaciones puede apreciar la extrema politización de sus contenidos, la parcialidad ideológica de sus propuestas y los intentos de, en nombre de la libertad de expresión, legitimar la intoxicación informativa para generar malestar social y desestabilización en Cuba, alineados a los intereses de los sectores más antidemocráticos de Estados Unidos.
La cacareada libertad de prensa que defienden estas publicaciones, con sus dueños a buen recaudo fuera de la Isla, no es más que una excusa para poder actuar con absoluta impunidad e imponer condiciones inaceptables, sin importar si para ello deben difamar al gobierno revolucionario, incitar al odio y mantener una emocionalidad negativa en las redes sociales, que facilite el tan deseado y publicitado “estallido social”.
Los medios de prensa privados, financiados y dirigidos desde otros países, deberían saber que la libertad de expresión es una falacia cuando se manipula la información, se generan microclimas o tendencias falsas, se construye la noticia con fines propagandísticos. Mentir y provocar no es libertad de expresión, es atentar contra la vida social de la mayoría del pueblo cubano que refrendó en 2019 una Constitución socialista.
Unión de Periodistas de Cuba