Autore Raúl Torres
Dicen que en La Plaza en estos días
se les ha visto cabalgar a Camilo y a Martí
y delante de la caravana, lentamente,
sin jinete, un caballo para ti.
Vuelven las heridas que no sanan
de los hombres y mujeres que,
no te dejaremos ir.
Hoy el corazón nos late afuera,
y tu pueblo, aunque le duela,
no te quiere despedir.
Hombre,
los agradecidos te acompañan,
¡cómo anhelaremos tus hazañas!,
ni la muerte cree que se apoderó de ti.
Hombre,
aprendimos a saberte eterno,
así como lo fue Jesucristo;
no hay un solo altar sin una luz por ti.
Hoy no quiero decirte Comandante
ni barbudo, ni gigante,
todo lo que sé de ti.
Hoy quiero gritarte, padre mío,
no te sueltes de mi mano,
aún no sé andar bien sin ti.
Hombre,
los agradecidos te acompañan,
¡cómo anhelaremos tus hazañas!,
ni la muerte cree que se apoderó de ti.
Hombre,
aprendimos a saberte eterno,
así como lo fue Jesucristo;
no hay un solo altar sin una luz por ti.
Dicen que en La Plaza esta mañana
ya no caben más corceles
llegando de otro confín.
Una multitud desesperada
de héroes de espaldas aladas
que se han dado cita aquí;
y delante de la caravana,
lentamente, sin jinete,
un caballo para ti.