Ángel Guerra Cabrera https://lapupilainsomne.wordpress.com
Le relazioni tra Cuba e USA sono regredite sensibilmente. Se il governo Trump non è riuscito a demolire, o ridurre a quasi nulla, i progressi ottenuti dai presidenti Raul Castro e Barak Obama, ciò è dovuto alla forte opposizione di forze bipartisan ed anche a funzionari del paese del nord che desiderano continuare il percorso verso il miglioramento delle relazioni ottenuto in poco più di 24 mesi.
Il 17 dicembre si sono compiuti tre anni dal ristabilimento dei legami diplomatici e dall’inizio di un processo di normalizzazione tra i due paesi, annunciato allora da Raúl e Obama. Sebbene Obama abbia riconosciuto che il blocco e la politica ostile non abbiano funzionato, ha anche affermato che Washington non modificava di “obiettivo”, cioè il cambio di regime. Ma ci sono stati significativi progressi nella costruzione di una relazione bilaterale civilizzata.
In una libera versione delle parole di Josefina Vidal, direttrice generale degli USA della cancelleria cubana, i seguenti sono stati i risultati ottenuti negli ultimi due anni di Obama:
Si è ottenuto il rilascio ed il ritorno di tre dei cinque cubani imprigionati; l’esclusione dall’elenco degli Stati che sponsorizzano il terrorismo; l’eliminazione della politica dei piedi asciutti-piedi bagnati e del programma che cerca la diserzione dei medici cubani.
Inoltre, il ripristino delle relazioni diplomatiche e la riapertura delle ambasciate; 3 incontri tra i presidenti dei due paesi; 25 visite ad alto livello in entrambe le direzioni; e la creazione della Commissione Bilaterale Cuba-USA: 22 strumenti bilaterali firmati, 54 riunioni tecniche ed azioni di cooperazione su questioni di interesse reciproco; e 25 riunioni nel quadro di vari dialoghi su questioni bilaterali e multilaterali.
Sono esponenzialmente cresciuti i viaggi degli statunitensi verso Cuba (76% nel 2015 e 74% nel 2016) e si realizzano i primi accordi economici in oltre 50 anni.
Sono rimaste irrisolte questioni molto importanti -indica la funzionaria-, alcune delle quali stavano nelle mani del presidente, come lo smantellamento di gran parte del blocco mediante un ampio uso delle sue prerogative e la sospensione dei programmi di cambio di regime; altri dipendono dalle decisioni del Congresso.
È stato dimostrato che Cuba e USA possono cercare di costruire una relazione di nuovo tipo, basata sul rispetto e l’uguaglianza, che riconosca le differenze esistenti, ma non faccia di esse il centro dei nostri legami, ma che questi si basino sui benefici che possono portare ai due paesi, conclude Vidal.
Come si ricorderà, l’allora candidato Trump ha dato segnali ambivalenti sul futuro del rapporto con Cuba durante un periodo della campagna elettorale, ma vicino alle elezioni ha minacciato di invertire totalmente la politica di Obama verso l’isola. Così, il 3 febbraio di quest’anno, ha ordinato una completa revisione di tale politica e, nel frattempo, una virtuale paralisi degli scambi e dei meccanismi di cooperazione bilaterale istituiti. Il 16 giugno, ha firmato una direttiva su Cuba che abroga quella di Obama ed evidenziava un ritorno al comportamento ostile di rafforzamento del blocco e sovversione che è stato e sarà incapace di spezzare la volontà sovrana del popolo cubano.
Ma tra settembre ed ottobre le relazioni bilaterali hanno sofferto un significativo peggioramento con il ritiro da parte USA della maggior parte del suo personale diplomatico a L’Avana e una massiccia espulsione di personale cubano a Washington, che ha sensibilmente ridotto la capacità del consolato e ha lasciato senza interlocutori cubani i settori affaristici. Per la prima volta dalla fine degli anni settanta è stata chiusa la possibilità, per i cubani, di ottenere visti all’Avana per viaggiare o emigrare negli USA. Lo sfondo di questo immenso deterioramento deve essere ricercato nei vecchi sostenitori del dittatore Batista ed in altri gruppi della controrivoluzione scelti da Trump come suoi alleati politici a Miami. In particolare, il presidente ha stretto un’associazione con il senatore Marco Rubio che consente, a questi, di interferire, in modo inusuale, nell’operare della politica verso Cuba.
Per la sua posizione in Senato, Rubio potrebbe dare una mano a Trump nel caos del presunto finanziamento da parte della Russia della sua campagna. Lì sembra stare il punto. Ma è evidente che le decisioni di Obama erano nell’interesse dell’establishment e, senza che passi molto tempo, segneranno nuovamente la tendenza. Speriamo non ci sia da aspettare altri otto anni.
Relaciones Cuba-EEUU: grave retroceso
Por Ángel Guerra Cabrera
Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos han retrocedido apreciablemente. Si el gobierno de Trump no ha logrado demoler, o reducir a casi nada, los avances logrados por los presidentes Raúl Castro y Barak Obama, ello es debido a la fuerte oposición de fuerzas bipartidistas e incluso funcionarios del país del norte que desean continuar la ruta hacia el mejoramiento de las relaciones conseguidos en poco más de 24 meses.
El 17 de diciembre se cumplieron tres años del restablecimiento de vínculos diplomáticos y el inicio de un proceso de normalización entre los dos países, anunciado entonces por Raúl y Obama. Aunque Obama reconoció que el bloqueo y la política hostil no habían funcionado también afirmó que Washington no modificaba de “objetivo”, o sea, el cambio de régimen. Pero hubo avances significativos en la construcción de una relación bilateral civilizada.
En versión libre de las palabras de Josefina Vidal, directora general de Estados Unidos de la cancillería cubana los siguientes fueron logros alcanzados durante los dos últimos años de Obama:
Se consiguió la liberación y el regreso de tres de los cinco cubanos encarcelados; la exclusión de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo; la eliminación de la política de pies secos-pies mojados y del programa que busca la deserción de médicos cubanos.
También, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y la reapertura de las embajadas; 3 encuentros entre los presidentes de los dos países; 25 visitas de alto nivel en ambas direcciones; y la creación de la Comisión Bilateral Cuba-EE.UU.: 22 instrumentos bilaterales suscritos, 54 encuentros técnicos y acciones de cooperación en temas de interés mutuo; y 25 reuniones en el marco de diversos diálogos sobre asuntos bilaterales y multilaterales.
Crecieron exponencialmente los viajes de los estadounidenses a Cuba (76% en 2015 y 74% en 2016) y se concretaron los primeros acuerdos económicos en más de 50 años.
Quedaron sin solución cuestiones muy importantes –señala la funcionaria-, algunas de las cuales estaban en manos del presidente, como el desmantelamiento de una buena parte del bloqueo mediante un uso amplio de sus prerrogativas y la suspensión de los programas de cambio de régimen; otras dependen de decisiones del Congreso.
Quedó demostrado que Cuba y EE.UU. pueden intentar construir una relación de nuevo tipo, basada en el respeto y la igualdad, que reconozca las diferencias existentes, pero no haga de ellas el centro de nuestros vínculos, sino que estos descansen en los beneficios que puedan reportar a los dos países, concluye Vidal.
Como se recordará, el entonces candidato Trump dio señales ambivalentes sobre el futuro de la relación con Cuba durante un tramo de la campaña electoral pero cercanas las elecciones amenazó con revertir totalmente la política de Obama hacia la isla. Así que el 3 de febrero de este año ordenaba una revisión completa de esa política y, mientras tanto, una virtual parálisis de los intercambios y los mecanismos de cooperación bilateral instituidos. El 16 de junio, firmó una directiva sobre Cuba que derogaba la de Obama y evidenciaba la vuelta a la conducta hostil de reforzamiento del bloqueo y subversión que ha sido y será incapaz de doblegar la voluntad soberana del pueblo cubano.
Pero entre septiembre y octubre las relaciones bilaterales sufrieron un importante agravamiento con la retirada por Estados Unidos de la mayor parte de su personal diplomático en La Habana y una expulsión masiva del personal cubano de Washington, que redujo sensiblemente la capacidad del consulado y dejó sin interlocutores cubanos a los sectores de negocios. Por primera vez desde fines de los años setentas se cerró la posibilidad para los cubanos de obtener visas en La Habana para viajar o emigrar a Estados Unidos. El telón de fondo de ese inmenso deterioro hay que buscarlo en los ancianos partidarios del dictador Batista y otros grupos de la contrarrevolución escogidos por Trump como sus aliados políticos en Miami. Particularmente, el presidente ha hecho una asociación con el senador Marco Rubio que le permite a este insólitamente injerirse descaradamente en la operación de la política hacia Cuba.
Por su posición en el Senado, Rubio podría echar una mano a Trump en el lío del supuesto financiamiento por Rusia de su campaña. Ahí parece estar el detalle. Pero es evidente que las decisiones de Obama marchaban en el interés del Establishment y, sin que pase mucho tiempo, marcarán de nuevo la tendencia. Ojalá no haya que esperar ocho años más.