Vasta y sistemática campaña de sabotaje y terrorismo |
11 aprile 2006
Durante los primeros tres años de la Revolución, cada acción del enemigo encontró la réplica adecuada en una nueva ley o medida justiciera, y en cada caso estuvieron presentes la batalla en el terreno de las ideas y la movilización popular. Así el pueblo cubano se enfrentó resueltamente a los ataques enemigos, cada vez más violentos, y al mismo tiempo a males profundamente enraizados en la sociedad neocolonial, como la odiosa discriminación racial, los privilegios y el exclusivismo implantados por el orden social anterior en comercios, bancos, hoteles, centros de recreo y las mejores playas del país. Apenas dos meses después del triunfo revolucionario se dispuso la drástica rebaja de los alquileres abusivos que pagaba el pueblo por la vivienda, con lo que comenzó el agudo enfrentamiento a las clases explotadoras. Centenares de vuelos piratas tuvieron lugar sobre ciudades y poblados rurales cubanos en los primeros años de la Revolución, cuyos indiscriminados bombardeos y lanzamiento de sustancias explosivas ocasionaron numerosas víctimas y daños a la economía. En la foto, una avioneta derribada en mayo de 1960 en la carretera que conduce al Mariel. A raíz de la Reforma Agraria, medida soberana de profundo beneficio popular y nacional, comenzó una vasta y sistemática campaña de sabotaje y terrorismo, incursiones piratas de aviones procedentes de territorio norteamericano, agresiones políticas y diplomáticas y fomento y apoyo de bandas armadas y células contrarrevolucionarias. Prófugos de la justicia popular y elementos de la reacción interna, reclutados, entrenados y abastecidos por la CIA, produjeron los primeros alzamientos en zonas montañosas del país. Comenzó a prepararse la invasión mercenaria que supuestamente daría el golpe definitivo a la Revolución. La respuesta de nuestro pueblo no se hizo esperar. Frente a las agresiones y las amenazas crecientes, los obreros, empleados, campesinos y estudiantes se organizaron, entrenaron y armaron en las Milicias Nacionales Revolucionarias, y el pueblo todo se volcó a la vigilancia en los Comités de Defensa de la Revolución, cuya creación fue anunciada por Fidel sobre el eco de los estallidos de petardos contrarrevolucionarios. El Ejército Rebelde y los Órganos de la Seguridad del Estado elevaron su capacidad organizativa y combativa. La Revolución aseguró un flujo creciente de armas procedentes de los países socialistas. Cuba se convirtió desde entonces en un pueblo de trabajadores y soldados. Frente a las agresiones y amenazas crecientes, las fuerzas populares se organizaron, entrenaron y armaron en las Milicias Nacionales Revolucionarias, y Cuba desde entonces se convirtió en lo que el inolvidable Camilo Cienfuegos llamó el pueblo uniformado. Paralelamente, el Gobierno de Estados Unidos pasó también a acciones de fondo en el orden económico. La primera medida fue la orden a las compañías petroleras norteamericanas de reducir el suministro de combustible a Cuba, del cual tenían hasta ese momento el monopolio absoluto. La intención evidente era paralizar el país. Ante el gesto solidario de la Unión Soviética, que asumió el abastecimiento de petróleo a un país lejano de sus costas; el siguiente paso fue la negativa de las refinerías norteamericanas en Cuba, en junio de 1960, a procesar el crudo soviético, seguido poco después por otros dos golpes al parecer demoledores: la supresión total de la cuota azucarera cubana en el mercado de Estados Unidos, hacia el cual, como ya se ha dicho, se exportaba la mayor parte de ese producto fundamental de nuestra economía, y el embargo a las exportaciones norteamericanas hacia Cuba. Poco después quedó establecido el bloqueo económico total contra nuestro país, reforzado progresivamente hasta niveles increíbles, que todavía hoy se mantiene a contrapelo de la ley y la opinión internacionales. La batalla de la Revolución por su supervivencia había entrado en una fase decisiva. Frente a la agresión económica abierta, la Revolución replicó en forma contundente con la nacionalización de los monopolios y todas las empresas de propiedad norteamericana en Cuba, y en vista de la hostilidad declarada de la oligarquía nativa, en activa postura contrarrevolucionaria, procedió a privarla de su base económica nacionalizando también sus bancos y empresas. La conciencia de nuestro pueblo maduró vertiginosamente en esos meses cruciales de 1960. Se derrumbó el efecto acumulado de medio siglo de coloniaje cultural, adoctrinamiento ideológico e ignorancia o indiferencia políticas. La propia lucha elevó la conciencia de las masas, aceró su voluntad y les mostró cuál era el verdadero y único camino: luchar en defensa de su Revolución. PROMOCIÓN DE ORGANIZACIONES CONTRARREVOLUCIONARIAS DENTRO DE CUBA Ya desde mediados de 1959, ex militares y politiqueros vinculados a la tiranía derrocada, oportunistas que participaron de la lucha contra Batista y elementos de las capas sociales más altas que empezaban a ser afectadas por las leyes y medidas reivindicadoras de la Revolución, asumen una actitud abiertamente contraria al proceso revolucionario y comienzan a nuclearse, con el aliento y complicidad de agentes diversos del Gobierno norteamericano y, dentro de Cuba, de la Embajada de los Estados Unidos, en organizaciones de carácter contrarrevolucionario cuyos planes estaban encaminados a destruir el proceso de transformación que se iniciaba. Surge así La Rosa Blanca, la primera organización de este tipo, integrada por elementos del régimen anterior, como el ex teniente coronel Antonio Soto —segundo jefe de la aviación batistiana—, Luisito Pozo —hijo del ex alcalde de La Habana—, Rafael Díaz Balart —político batistiano quien funje como secretario general de la organización—, el criminal de guerra Merob Sosa y muchos otros personajes de similar calaña, junto con algunos profesionales y representantes de la oligarquía desplazada del poder. Esta organización mantenía nexos con el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo y otros círculos gubernamentales en Santo Domingo. La actividad de La Rosa Blanca no pasó de la esfera de la organización, la conspiración y la elaboración de planes que en su inmensa mayoría fueron abortados. En el mes de octubre de 1959 se integra el llamado Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR), cuyos dirigentes y miembros procedían fundamentalmente de la Agrupación Católica Universitaria y de la Juventud Obrera Católica. Esta organización y su principal cabecilla, Manuel Artime, van a ser escogidos posteriormente por la Agencia Central de Inteligencia para recibir un papel protagónico dentro de sus planes de agresión contra Cuba. A finales del propio 1959 se van creando una cantidad considerable de organizaciones contrarrevolucionarias, que se iban formando sobre la base de la psicología social de grupos —por las relaciones religiosas, políticas, estudiantiles, etcétera—, lo cual propiciaba que los diferentes grupos se integraran con una psicología propia y un fin común. Así, por ejemplo, de los círculos religiosos surgen el Directorio Revolucionario Estudiantil, el Movimiento Democrático-Cristiano y el Movimiento Revolucionario del Pueblo; de los viejos partidos políticos surgen la Organización Auténtica y el Movimiento Rescate; de los primeros elementos disidentes de la Revolución nace el Movimiento 30 de Noviembre. En el período que comprende los años 1960-61, las organizaciones contrarrevolucionarias crecieron en número y hombres. Se ha estimado que en esta época llegaron a existir más de 300 organizaciones, en muchas de las cuales los Órganos de la Seguridad del Estado lograron un alto nivel de infiltración hasta el punto de que sus agentes llegaron a ocupar posiciones de dirección en varias de ellas. No obstante, en sentido general estas organizaciones desarrollaron una cantidad considerable de actividades criminales contra el poder revolucionario, en algunos casos con recursos propios, en otros con los que recibían de la CIA, que, como se ha dicho, alentaba y dirigía las acciones de estos grupos. La contrarrevolución interna desata una ola de sabotajes y acciones de todo tipo que cobran particular intensidad en los primeros meses del año 1961, como parte de la creación de un clima que la CIA consideraba propicio para el lanzamiento de la invasión mercenaria por Playa Girón. SABOTAJES, INCURSIONES PIRATAS Y OTRAS ACCIONES TERRORISTAS El 8 de julio de 1959, apenas mes y medio después de la firma de la Ley de Reforma Agraria, el Congreso de los Estados Unidos acordó otorgar mayores facultades al Presidente para suspender la ayuda extranjera a todo país que “confiscara propiedades americanas sin justa compensación inmediata”. Es el mismo lenguaje de las notas diplomáticas enviadas a Cuba. Una semana después, la Subcomisión de Seguridad Interna del Senado norteamericano da inicio a una serie de audiencias a desertores de las fuerzas armadas cubanas y del Gobierno Revolucionario y a criminales de guerra de la tiranía derrocada, reclamados como tales por las autoridades cubanas. El 12 de agosto comienza sus sesiones en Santiago de Chile la Quinta Reunión de Consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores de la Organización de Estados Americanos, convocada para considerar “la situación de tensión internacional en la región del Caribe”. Entra en escena por primera vez la desprestigiada OEA como uno de los instrumentos que a partir de ese momento utilizarán preferentemente los Estados Unidos en su ofensiva diplomática y política contra Cuba. El Gobierno norteamericano emprende simultáneamente una campaña de actividades subversivas utilizando a sus representantes diplomáticos en La Habana. El 8 de agosto las autoridades cubanas detienen al sargento Stanley F. Wesson, acreditado como miembro del Servicio de Seguridad de la Embajada de los Estados Unidos, y a otra empleada de la sede diplomática, en una reunión de elementos contrarrevolucionarios en la que se preparaban actos de sabotaje coordinados con los planes de invasión a Cuba que se fraguaban por esa fecha en la República Dominicana. Comienza en estos meses la campaña de vuelos sobre territorio cubano de pequeños aviones procedentes de territorio norteamericano, con misiones tales como la infiltración de agentes, armas y otros medios de apoyo a la actividad organizada de la contrarrevolución interna, y la realización de actos de sabotaje. El 6 de octubre de 1959 el Gobierno Revolucionario impuso de esta actividad pirata al de los Estados Unidos, y solicitó la inmediata adopción de medidas por las autoridades norteamericanas para evitarlos. Sin embargo, pocos días después estas incursiones se intensificaron. Quedaba desde ese momento en evidencia que el Gobierno de los Estados Unidos no era ajeno a estas acciones, ejecutadas por sus agencias o toleradas por ellas. El 26 de octubre el Gobierno de los Estados Unidos negaba la utilización de su territorio como base para los vuelos piratas sobre Cuba. Pocas horas más tarde el desertor Pedro Luis Díaz Lanz, ejecutor de muchas de estas acciones, reconocía públicamente que los aviones empleados en ellas tenían sus bases en la Florida y el 1ro de noviembre era descubierto uno de esos aparatos en el aeropuerto de Pompano Beach. A continuación, algunas de las acciones de este tipo más notorias durante esos meses: El 11 de octubre de 1959 un avión lanzó dos bombas incendiarias sobre el central Niágara, en la provincia de Pinar del Río. El 19 de octubre otras dos bombas fueron arrojadas desde el aire sobre el central Punta Alegre, en la provincia de Camagüey. El 21 de octubre un avión bimotor ametralló la ciudad de La Habana, provocando varios muertos y decenas de heridos, mientras otra avioneta arrojaba propaganda contrarrevolucionaria. El 22 de octubre fue ametrallado un tren de pasajeros en la provincia de Las Villas. El 26 de octubre sendas avionetas atacaron los centrales Niágara y Violeta. A partir del mes de enero de 1960, ya en pleno desarrollo la zafra azucarera de ese año, se multiplicaron los vuelos sobre cañaverales. El día 12 solamente fueron incendiadas desde el aire 500 mil arrobas de caña en la provincia de La Habana. El día 30 se perdieron más de 50 000 arrobas en el central Chaparra, en Oriente, y el 1ro de febrero fueron incendiadas más de 100 000 arrobas en la provincia de Matanzas. Pero no cesaron otras acciones de terrorismo aéreo: el 21 de enero un avión arroja cuatro bombas de cien libras sobre la zona urbana de Cojímar y Regla, en La Habana. El 7 de febrero de 1960 una avioneta incendia 1,5 millones de arrobas de caña en los centrales Violeta, Florida, Céspedes y Estrella, en Camagüey. El 18 de febrero un avión que bombardeaba el central España, en la provincia de Matanzas, fue destruido en el aire por una de sus propias bombas. El piloto fue identificado como Robert Ellis Frost, ciudadano norteamericano. La carta de vuelo registraba la salida del avión del aeropuerto de Tamiami, en la Florida. Por otros documentos hallados en el cadáver se descubre que en tres ocasiones anteriores el piloto había realizado incursiones piratas sobre Cuba. El 23 de febrero varias avionetas riegan cápsulas incendiarias en las fábricas de azúcar Washington y Ulacia, en Las Villas, así como en Manguito, región de la provincia de Matanzas. El 8 de marzo otra avioneta lanza materias inflamables en la zona de San Cristóbal e incendia más de 250 000 arrobas de caña. Junto a las misiones de bombardeo, ametrallamiento y quema, se suceden en esta etapa los vuelos sobre La Habana y casi todas las demás provincias del país con el propósito de diseminar propaganda subversiva. Solamente en los tres primeros meses de 1961 se registraron decenas de vuelos de ese tipo. En un informe elaborado a raíz de la derrota de la invasión por Playa Girón, el entonces inspector general de la CIA, Lyman Kirkpatrick, apuntaba “que en el momento de la invasión se había dejado caer sobre Cuba un total de 12 millones de libras de volantes” de propaganda contrarrevolucionaria. Mientras se desarrollaba esta escalada de acciones terroristas desde el aire, el Gobierno de los Estados Unidos había emprendido una serie de maniobras diplomáticas destinadas a obstaculizar la adquisición por parte de Cuba de los medios necesarios para la defensa del territorio frente a estas incursiones aéreas piratas, incluida la presión sobre el Gobierno de Gran Bretaña para impedir la venta a Cuba de quince aviones de combate. El 13 de noviembre de 1959 el Gobierno Revolucionario de Cuba acusó al de Estados Unidos por estas maniobras destinadas a impedir su legítimo derecho de adquirir los medios para la defensa del país. Cinco días después ratificó su decisión de adquirir esos medios donde pudiera conseguirlos. El hecho más significativo en la cronología de acciones dirigidas a impedir el reforzamiento de la defensa del país, fue la voladura del vapor francés La Coubre el 4 de marzo de 1960. El buque había cargado en puertos europeos un importante lote de armamentos y parque adquirido por el Ejército Rebelde. El cargamento fue saboteado por agentes de la CIA en alguno de los puertos de embarque, y los artefactos explosivos colocados hicieron explosión ese día en el puerto de La Habana mientras se realizaban las operaciones de descarga. Las cargas fueron programadas de suerte que la segunda estallara con un intervalo suficiente como para asegurar que el buque y el muelle aledaño estuviesen lo más llenos posible de personal que habría acudido en auxilio de las víctimas de la primera explosión. Las explosiones dejaron un saldo de más de 100 muertos y más de 200 heridos. El 21 de marzo es derribada cerca de Matanzas la avioneta pilotada por los norteamericanos Howard Lewis Rundquist y William J. Shergales, y el 12 de mayo es abatida al este de La Habana, cerca de la costa, otra avioneta pilotada por el también norteamericano Edward Duke, cuyo cadáver es entregado a la representación diplomática de los Estados Unidos. En los meses de marzo y abril los vuelos sobre cañaverales fueron casi diarios. A partir del mes de mayo de 1960 se hicieron menos frecuentes, a la vez que comenzaba el incremento de actividades de sabotaje de otra índole, tales como secuestros de aviones, atentados terroristas y otros actos que culminaron en la destrucción de la tienda El Encanto el 13 de abril de 1961. La complicidad, y participación directa en muchos casos, de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos en estos hechos quedó demostrada también por las declaraciones posteriores de diversos cabecillas contrarrevolucionarios, responsables directos de estas actividades. Paralelamente a esta campaña de terrorismo desde el aire, durante los meses finales de 1959 la contrarrevolución interna, con el apoyo directo de las agencias del Gobierno de los Estados Unidos, incrementó sus actividades subversivas y terroristas de otra índole. A continuación una brevísima enumeración de algunas de las principales acciones de ese tipo y otros hechos relacionados con ellas en esta etapa. El 21 de septiembre de 1959 son detenidos en el curso de una reunión con alrededor de veinte elementos contrarrevolucionarios los norteamericanos Austin Young, alias Jim Smith —jefe de los conspiradores—, y Peter John Lamblon, mientras planificaban la realización de acciones terroristas. El 15 de junio de 1960 tocó el turno a los agregados de la Embajada de los Estados Unidos, Edwin L. Sweet y William G. Friedman, agentes del FBI, quienes son sorprendidos en plenas faenas conspirativas y expulsados del país. Los locales de los periódicos Revolución y La Calle, órganos de prensa revolucionarios, son objeto de ataques con granadas o cócteles Molotov. El 15 de febrero de 1960 es incendiada la tienda por departamentos Ten Cent de la ciudad de Santa Clara. Cines, tiendas, oficinas, fábricas, escuelas, son objeto de atentados terroristas con explosivos o sustancias incendiarias, casi siempre en momentos en que están llenos de público. El 27 de octubre de 1960 muere el niño de 13 años Juan Alberto Jiménez Yupart como resultado de uno de estos atentados en la calle Estrella, en La Habana. En ese mes de octubre fue denunciada la actividad de la estación de la CIA en la Embajada norteamericana en La Habana, en las personas del coronel Erickson S. Nichols y el mayor Robert Van Horn, ambos agregados militares. El objetivo de estos espías era estimular la contrarrevolución en la ciudad de La Habana mediante la puesta en práctica de un amplio plan subversivo que incluía la voladura de la refinería de petróleo Ñico López y de la planta eléctrica de Tallapiedra. Durante los meses anteriores a la invasión cobra impulso la actividad de infiltración clandestina de agentes y grupos en territorio cubano, lo cual resultaba coherente con la intención de crear todas las condiciones internas posibles para el éxito de lo que se consideraba el puntillazo al régimen revolucionario. Para tan delicada misión la CIA decidió utilizar muchas veces a agentes norteamericanos. El 5 de octubre de 1960 desembarca en la bahía de Navas, entre Moa y Baracoa, en la cosa norte de la provincia de Oriente un grupo de 27 infiltrados al frente de los cuales venían cuatro norteamericanos, pero son todos capturados por fuerzas rebeldes y de las milicias campesinas. Otro grupo de seis norteamericanos es descubierto poco tiempo después tras haber desembarcado por un punto de la costa norte de Pinar del Río. En diciembre de 1960 se decretaría la primera movilización de combate del pueblo miliciano de Cuba ante las amenazas anunciadas de una invasión, previo al cambio de mandato presidencial de Eisenhower a Kennedy que se produciría el 20 de enero. Por lo pronto el 3 de enero se llevó a cabo el rompimiento de relaciones entre ambos países.
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