El propio Eisenhower había firmado la orden ejecutiva en la que autorizaba la ejecución de los planes para la invasión a Cuba |
12 aprile 2006
En los primeros meses de 1961 fueron ocupados en algunos cayos de las costas de Pinar del Río y Las Villas y en otros puntos dentro del territorio de la Isla grandes lotes de armas introducidos clandestinamente. En abril fue descubierto y capturado en Pinar del Río un cargamento de ocho toneladas de armas, explosivos y pertrechos introducidos por dos infiltrados norteamericanos que fueron capturados. El 3 de enero de 1961, el Gobierno de Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas con Cuba. La gráfica captó el instante en que el vendedor del periódico Revolución, órgano oficial de la Revolución, voceaba las principales noticias del día precisamente frente a la agitada sede de la embajada norteamericana, la hoy Oficina de Intereses. El 13 de marzo de 1961 es infiltrado en Cuba el traidor Humberto Sorí Marín con un gran cargamento de armas e indicaciones de la CIA de gestionar la unión de la mayor cantidad posible de organizaciones contrarrevolucionarias. Una misión no menos priorizada de este agente fue crear condiciones para la realización de un atentado al Comandante en Jefe. En pleno apogeo de la campaña de sabotajes, promoción de organizaciones y bandas contrarrevolucionarias y terrorismo desde el aire, llevada a cabo con el estímulo y la evidente participación y complicidad de las autoridades de los Estados Unidos, el 26 de enero de 1960 el Presidente norteamericano, Dwight D. Eisenhower, declara públicamente que "el Gobierno de los Estados Unidos se adhiere estrictamente a su política de no intervención en los asuntos internos de otros países, incluida Cuba", y afirma con insuperable cinismo que, al propio tiempo, "ve con creciente preocupación la tendencia de los voceros del Gobierno cubano [...] a crear la ilusión de actos agresivos y actividades conspirativas dirigidas contra el Gobierno cubano y atribuidas a las autoridades o agencias de los Estados Unidos". Al día siguiente, el Gobierno Revolucionario reitera de nuevo su disposición a negociar las diferencias de opinión existentes con los Estados Unidos y a discutirlas "sin reservas y con absoluta amplitud" sobre la base del respeto mutuo y el beneficio recíproco. Pero aún el fariseísmo llegaría más lejos: el 8 de abril, en carta a un grupo de estudiantes chilenos, el Presidente norteamericano sostuvo oficialmente, por primera vez, la especie de la "traición" a los ideales revolucionarios por parte del Gobierno cubano —argumento usado desde entonces por la contrarrevolución—, y expresó paladinamente: "Permítaseme asegurarles que la idea de una intervención extranjera en los asuntos cubanos es tan desagradable a los Estados Unidos como lo es la intervención en los asuntos internos de cualquier otra república americana". El fenómeno del bandidismo fue estimulado, organizado, dirigido y apoyado por la CIA como parte fundamental de su estrategia contra la Revolución Cubana. En la foto, milicianos en el Escambray, durante aquellas combativas jornadas de 1960, en el momento en que recobran uno de los paracaídas que trasportaban armamentos. Ya para entonces, el propio Eisenhower había firmado la orden ejecutiva en la que autorizaba la ejecución de los planes para la invasión a Cuba: el 17 de marzo, en efecto, el Presidente norteamericano había ordenado al director de la CIA, Allen Dulles, que comenzara "la preparación de una fuerza armada de cubanos exiliados que sería utilizada para invadir a Cuba, derrocar la Revolución y restablecer el sistema demócrata representativo". Como ya se dijo, en los meses inmediatamente anteriores a la invasión por Playa Girón se intensifica la campaña de sabotajes y otras acciones terroristas como parte de un plan deliberado de la CIA para crear un clima que los estrategas norteamericanos considera-ban propicio, a partir de su errónea evaluación del grado real de malestar y oposición interna al Gobierno Revolucionario. Un análisis de los servicios de seguridad cubanos, elaborado el 16 diciembre de 1960, evidenciaba la creciente actividad contrarrevolucionaria. Entre los meses de septiembre y diciembre, se cometieron más de cincuenta violaciones aéreas en la provincia de La Habana, muchas de ellas con la finalidad de distribuir propaganda contrarrevolucionaria y lanzar bombas sobre objetivos estratégicos de la capital. En ese mismo periodo se reportaron más de cien acciones de sabotaje y actos terroristas contra la población. Entre los hechos más significativos que ocurren en el mes de diciembre de 1960, cabe mencionar el incendio provocado el día 15 en los estudios de la emisora radial CMQ en La Habana; la bomba colocada en la Universidad de La Habana que, además de los daños causados, hirió gravemente a un estudiante; el sabotaje del cine Caridad, en Marianao, con un saldo de siete jóvenes heridos, y la destrucción total y parcial, respectivamente, por el fuego de las tiendas La Época y Flogar, dos de las mayores de La Habana. En el resto del país también se incrementó la actividad terrorista: incendios de casas de tabaco en Pinar del Río, 39 acciones de diverso tipo en Las Villas, 16 sabotajes y un asalto a una estación de policía en Camagüey y siete sabotajes de envergadura en Santiago de Cuba. El 26 de febrero de 1961 es colocado fósforo vivo en la tienda El Encanto, de Santiago de Cuba. Dos días después ocurre un atentado terrorista a la Nobel Academy en La Habana, que produce un saldo de nueve estudiantes y una profesora heridos. El 3 de marzo una bomba colocada en el Consolidado de la Construcción en Rancho Boyeros ocasiona la muerte del obrero de 18 años José María Méndez Marrero. Tres días después era asesinado el miliciano Carlos Rodríguez Borbolla, en el interior de una nave de almacenamiento de papel periódico, en La Habana, incendiada posteriormente. El día 11 un sabotaje efectuado a las torres de servicio eléctrico en el barrio habanero de la Víbora deja sin fluido eléctrico a una amplia zona de La Habana. El día 14 estallan incendios simultáneos en las sucursales de los establecimientos denominados Ten Cent en las calles Monte, Obispo y Habana, en la capital del país. El 21 de marzo es asesinado en Puerto Padre, Oriente, el miliciano Ángel Torres López. El 2 de abril un sabotaje a la revista Verde Olivo ocasiona la muerte al obrero Rigoberto Sierra. Ese mismo día se frustra el sabotaje al cine City Hall, en La Habana, al ser capturado el saboteador con cinco frascos de fósforo vivo. El día 4 un incendio provocado destruye un almacén y 180 000 sacos de azúcar en el central Hershey, en Santa Cruz del Norte. El día 7 es saboteada la conductora central de agua de la Cuenca Sur y se interrumpe el suministro de agua en gran parte de la ciudad de La Habana por 48 horas. El 13 de abril, dos días antes del lanzamiento del ataque aéreo previo a la invasión de Girón, un sabotaje con fósforo vivo destruye totalmente el edificio ocupado por la tienda El Encanto, en la capital, y ocasiona la muerte de la trabajadora y miliciana Fe del Valle. FOMENTO DE BANDAS ARMADAS: LA LUCHA CONTRA BANDIDOS La primera banda contrarrevolucionaria apareció ya a principios de abril de 1959 en la provincia de Pinar del Río, cuando un cabo del Ejército batistiano, Luis Lara Crespo, se escapó de la prisión donde se encontraba y contactó con un grupo de elementos comprometidos con la dictadura con el propósito de emigrar clandestinamente, pero sometido a una tenaz persecución se vio obligado a alzarse en las montañas. La última banda organizada que resultó liquidada fue la de Juan Alberto Martínez Andrade, cuyos integrantes fueron capturados en octubre de 1965. Puede afirmarse categóricamente que la inmensa mayoría de estas agrupaciones, y prácticamente la totalidad de ellas a partir de la segunda mitad de 1960, fueron promovidas, organizadas, abastecidas y apoyadas de diversas maneras por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos. Las evidencias documentales, testimoniales y factual que constan al respecto en los archivos de los Órganos de Seguridad cubanos, son tantas que resulta imposible describirlas en este recuento. La propia documentación secreta norteamericana que ha ido siendo desclasificada en los Estados Unidos en los últimos años, corrobora de manera inequívoca que el fenómeno del bandidismo fue estimulado, organizado, dirigido y apoyado por la CIA como parte fundamental de su estrategia contra la Revolución Cubana. En una guerra irregular como la que los Estados Unidos impusieron a la Revolución Cubana apenas triunfó, es muy difícil obtener datos estadísticos precisos ni reconstruir cronologías exactas, sin correr el riesgo de olvidar hechos importantes. No obstante, en el caso de la lucha contra las bandas contrarrevolucionarias se pueden citar algunas cifras que permiten ilustrar la violencia que caracterizó este enfrentamiento. Aunque, como es sabido, el teatro principal de operaciones de estas bandas fue la zona del Escambray, en la antigua provincia de Las Villas, el fenómeno de las bandas contrarrevolucionarias tuvo alcance nacional, con incidencia mayor o menor en cada una de las seis provincias en que estaba dividido el territorio nacional. A continuación se ofrece un resumen por provincias del desarrollo de este enfrentamiento. En la provincia de Pinar del Río existió un total de 21 bandas que agruparon alrededor de 255 hombres alzados y decenas de colaboradores. Estas agrupaciones llevaron a cabo en siete años, entre 1959 y 1965, más de 50 acciones de diferentes tipos, como asaltos a casas de campesinos, granjas y tiendas del pueblo, donde robaban y quemaban todo lo que podían, ataques a medios de transporte y pequeños objetivos militares —a los que en muchas ocasiones también incendiaban—, sabotajes contra objetivos económicos, incluidos cañaverales, atentados contra milicianos aislados y asesinatos de civiles. Como consecuencia de estas acciones se produjeron 14 asesinatos de personas indefensas, 14 muertos en combate por parte de las fuerzas revolucionarias entre miembros del Ejército Rebelde, las Milicias y la Seguridad del Estado, 25 heridos entre los registrados en los enfrentamientos y los campesinos que sufrieron heridas a manos de los bandidos y 3 asesinatos de alzados a manos de sus propios compinches. En las zonas rurales de la provincia de La Habana hubo que enfrentar a 9 bandas que llegaron a incorporar a unos 78 alzados apoyados por decenas de colaboradores, quienes durante varios años se dedicaron a agredir la economía agrícola, principalmente a quemar cañaverales, sabotear la producción de leche y dañar la masa ganadera. También incendiaron viviendas, escuelas, ómnibus y otros objetivos, asaltaron granjas, agredieron a campesinos e incluso atentaron contra la vida de dos dirigentes campesinos. Además de todos estos hechos, estas bandas se dedicaron a robar arroz, carne salada, conservas, aves de corral, carneros, escopetas de caza y cartuchos y de todo lo que pudieron para poder sobrevivir. Al verse obligados a enfrentar las operaciones militares de las fuerzas revolucionarias, causaron un muerto y cinco heridos. En otras acciones asesinaron a un agente de la Seguridad del Estado y a un colaborador. Asaltaron a varios milicianos aislados con un saldo de tres muertos, dieron muerte en una emboscada a un sargento del Orden Público y un miliciano, y asesinaron a cinco civiles en distintas acciones. Y, como si fuera poco, fueron los actores directos de la muerte de un niño de 11 años. En total, en La Habana hubo un saldo de 21 personas afectadas por la acción de los bandidos: 13 muertos y 8 heridos, además de los daños materiales causados. La guerra contra las bandas fue más costosa en la provincia de Matanzas, tanto en pérdidas humanas como materiales. En el territorio actuaron 43 bandas, que llegaron a agrupar alrededor de 605 alzados y varios centenares de colaboradores. Las principales acciones combativas reportadas sumaron 21, con 30 combatientes muertos y 36 heridos. Como consecuencia de las acciones de los bandidos, se registraron dos niños muertos y otros dos y la madre heridos graves en un solo hecho, un niño asesinado en otro incidente y un maestro secuestrado y asesinado. Los hechos cometidos por las bandas pueden resumirse como sigue: catorce emboscadas contra vehículos, cuatro asaltos a trenes, dos ataques a puestos de milicias, con un muerto y dos heridos, dieciséis ataques a bateyes y viviendas campesinas, once ataques a cooperativas, tiendas y granjas del pueblo, dieciséis asaltos a milicianos aislados, más de veinte sabotajes contra el tendido eléctrico, instalaciones agrícolas, cañaverales y otras cosechas, incendios de viviendas, escuelas rurales, una tienda del pueblo y cuatro vehículos, secuestros de campesinos. Se produjeron además innumerables robos de armas, ropa, calzado, reses, aves y productos agrícolas, fundamentalmente en granjas estatales. El saldo final de bajas entre la población rural y las fuerzas revolucionarias fue de 61 muertos y 70 heridos. En total, unas 133 personas sufrieron directamente las consecuencias de esta confrontación. La antigua provincia de Las Villas fue, como ya se ha dicho, la zona donde más desarrollo alcanzó este tipo de lucha, debido al apoyo material y financiero que recibió por parte de la CIA por intermedio de las principales organizaciones contrarrevolucionarias y donde el enemigo encontró mejores condiciones geográficas y socioeconómicas. En total se registraron unas 168 bandas que sumaron 2 005 alzados contrarrevolucionarios y varios miles de colaboradores, fundamentalmente familiares de los bandidos. Solamente en el Escambray operaron 136 bandas. Entre los principales hechos cometidos se incluyen asaltos a casas de campesinos, cinco ataques a pequeños puestos militares, una treintena de ataques a diferentes objetivos civiles, el secuestro de 18 personas y el asesinato de 12 milicianos, 70 civiles (principalmente campesinos y trabajadores agrícolas), tres maestros voluntarios (Conrado Benítez, Manuel Ascunce y Delfín Sen Cedré), un militar y dos agentes de la Seguridad del Estado. El 30 de noviembre de 1960 cae durante las operaciones contra las bandas el comandante del Ejército Rebelde Piti Fajardo. En todos estos hechos no están incluidos los innumerables robos cometidos en los lugares que asaltaban. En materia de sabotajes contra la economía agrícola se destacan los cientos de miles de arrobas de caña quemadas. En total se han registrado en la lucha contra bandidos en Las Villas 145 muertos y 103 heridos, sumando las bajas en combate de las fuerzas revolucionarias y los asesinatos cometidos por los bandidos. En Camagüey actuaron solamente cuatro bandas que llegaron a aglutinar unos 23 alzados. Los bandidos llevaron a cabo 49 acciones de cierta envergadura, entre ellas quemas de escuelas, viviendas y tiendas del pueblo, asaltos y tomas de caseríos, ataques directos a objetivos económicos y a pequeños puestos de milicias y asaltos a vehículos de transporte. Igual que en otras provincias, también quemaron cañaverales para afectar el principal rubro económico nacional. Como consecuencia de sus acciones causaron la muerte a 14 personas, en su mayoría milicianos, y heridas a 25. Por último, en la antigua provincia de Oriente, donde el fomento de las bandas de alzados contrarrevolucionarios estuvo particularmente estimulado desde la base naval de los Estados Unidos en Guantánamo y por más de catorce infiltraciones de grupos comandos entrenados, armados y financiados por la CIA, hubo 54 bandas de alzados contrarrevolucionarios que sumaron 1 029 bandidos. Entre sus principales fechorías se cuentan ataques a tiendas del pueblo y granjas, asesinatos de milicianos, quemas de escuelas y otras instalaciones, para un total registrado de 79 acciones. Las bajas de las fuerzas revolucionarias fueron 23 muertos, casi todos caídos en combate, y 30 heridos. Una de las víctimas fue el comandante del Ejército Rebelde Pancho Tamayo, asesinado el 7 de abril de 1960 por un bandido. Las bandas contrarrevolucionarias recibieron en todo momento apoyo material directo por parte del Gobierno de los Estados Unidos y sus agencias oficiales. Eran frecuentes los vuelos de aviones y avionetas, procedentes del territorio norteamericano, sobre las montañas del Escambray y otras zonas de operaciones de las bandas, en los que se dejaban caer en paracaídas lotes de armas, municiones y otros pertrechos militares. No pocos de estos envíos caían en manos de las fuerzas revolucionarias cubanas, con lo que resultaba muy fácil probar la procedencia de esa ayuda. El primer envío registrado ocurrió el 27 de junio de 1959 en la provincia de Pinar del Río, y las armas lanzadas fueron recuperadas por campesinos de la zona y entregadas al Ejército Rebelde. El 26 de enero de 1960 se efectuó el primer envío registrado en la provincia de Las Villas. El 10 de octubre de 1960 fueron capturados 102 contrarrevolucionarios en el Escambray y ocupado abundante equipo militar de características tales que probaban que solo el Gobierno de los Estados Unidos podía haberlo suministrado. El 7 de enero de 1961 fuerzas del Ejército Rebelde ocupan gran cantidad de armas de fabricación norteamericana lanzadas por aviones procedentes de los Estados Unidos sobre las sierras cercanas a la ciudad de Trinidad, en la provincia de Las Villas. El lanzamiento masivo de pertrechos bélicos para las bandas que operaban en el Escambray, codificado por la CIA con el nombre de Operación Silencio, fue descifrado y neutralizado por los Órganos de Seguridad cubanos gracias, entre otras razones, a la labor de agentes cubanos infiltrados en las filas contrarrevolucionarias. Muchas de estas armas y medios bélicos norteamericanos fueron exhibidos en la base del monumento a José Martí, en la Plaza de la Revolución de La Habana. El propio inspector general de la CIA en la época, Lyman Kirkpatrick, reconoció no solo la existencia de estas operaciones de suministro de las bandas que operaban en Cuba, sino también su fracaso, en un informe recientemente desclasificado por el Gobierno de los Estados Unidos: "En total, alrededor de 151 000 libras de armas, municiones y equipos se enviaron por aire. Pero no se lanzaron realmente más de 69 000 libras de todo eso, pues el resto fue devuelto a la base. De estas 69 000 libras, por lo menos 46 000 fueron capturadas por las fuerzas de Castro, que se apoderaron de diez cargamentos, mientras que nuestros agentes solo pudieron recuperar tres". En resumen, entre 1959 y 1965 actuaron a todo lo largo y ancho del territorio nacional 299 bandas que sumaron 3 995 alzados contrarrevolucionarios, organizados, dirigidos, financiados, abastecidos y estimulados por los servicios de espionaje y subversión de Estados Unidos, que utilizaron a varias organizaciones contrarrevolucionarias como fachada para encubrir su participación directa en esta guerra. Unos 100 000 hombres participaron en total en la lucha contra los alzados en las seis provincias. El total general de bajas que tuvo que sufrir el pueblo fue de 285 muertos y 261 heridos.
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