Iroel Sánchez https://lapupilainsomne.wordpress.com
Molto è stato detto e scritto circa la dichiarata intenzione del governo USA, con la sua nuova politica nei confronti di Cuba, di convertire il settore privato dell’economia cubana in un cavallo di Troia contro il socialismo cubano. La Segretaria al Commercio USA durante la sua visita a L’Avana ha ratificato: “… le ultime normative sono progettate per supportare l’emergente settore privato a Cuba e collocarci più vicino al raggiungimento degli storici obiettivi della politica del presidente Obama”.
Tutto ciò che è stato deciso da parte del governo USA è vincolato a questi obiettivi e anche i viaggi “popolo a popolo” devono limitarsi a categorie stabilite dal governo USA, la più grande delle quali obbliga a viaggiare in gruppi per poter controllare che i cittadini, del paese che si proclama il più libero del mondo, non facciano turismo a Cuba.
Ma una recente decisione del governo cubano ha posto il cavallo dalla pancia vuota, inventato dall’astuto Odiseo Laertíada (Ulisse) e cantato da Omero, all’interno del territorio fortificato dei regolamenti del blocco USA contro l’Isola. Con l’annuncio che ha autorizzato la società USA, Cleber LLC, di stabilire una fabbrica di piccoli trattori nella Zona Economica Speciale del Mariel, Cuba ha preso il discorso USA e lo ha posto davanti alle sue proprie contraddizioni.
E’ che i trattori prodotti da Cleber, in Mariel, non sarebbero diretti al settore statale, ma a piccoli agricoltori individuali e cooperative che oggi portano il peso principale della produzione agricola in molte aree dell’isola, autorizzare rapidamente la sua installazione sarebbe coerente con le dichiarazioni del governo USA, non solo nel senso di aiutare a far avanzare il settore privato dell’economia cubana, ma anche con le dichiarazioni di Obama che la sua nuova politica cerca di migliorare le condizioni di vita del popolo cubano, perché poche cose sono più vitali che la la produzione alimentare.
Tuttavia, l’annuncio del governo cubano non è stata accompagnata dalla pertinente licenza dall’Ufficio di Controllo degli Attivi Stranieri (OFAC) che deve autorizzare l’imprenditoria USA a Cuba, non attenendosi alla dottrina della libera impresa che Washington preconizza per il mondo intero, ma al controllo millimetro governativo a cui costringe, la burocrazia USA, le norme del blocco che il presidente USA può cambiare senza chiedere permesso al Congresso.
Come il racconto del Gallo de Bodas (Gallo alle nozze)- “se becco mi sporco il becco e se non becco perdo il grano”- Washington è stata collocata in un dilemma: se autorizza Cleber a stabilirsi in Mariel apre il rubinetto perché altre società USA possano farlo e premerebbe sull’acceleratore per gli investimenti USA a Cuba, dando un colpo demolitore al blocco, se non lo fa, il suo discorso di promuovere l’iniziativa privata e assistere il popolo cubano sarebbe quello che soffrirebbe un colpo demolitore. Ogni ora che passa, mentre a Washington sfogliano la margherita sulla fabbrica CleBer in Mariel, la credibilità della nuova politica di Obama verso Cuba appassisce come un fiore piantato nel deserto.
Il Cavallo di Troia sembra aver parcheggiato davanti alla Casa Bianca a Washington DC e portare nel suo ventre una pergamena con le parole di Fidel Castro:
“I teorici e gli indovini della politica imperiale sognano che la Rivoluzione, che non poterono distruggere con i tanto perfidi e criminali procedimenti, potrebbe esserlo mediante metodi seduttori come la cosiddetta “politica di contatti tra popolo e popolo.
Ebbene, siamo disposti ad accettare la sfida, però giocate pulito, cessate i vostri condizionamenti, eliminate la Legge assassina di Aggiustamento Cubano, la Legge Torricelli, la Legge Helms Burton, le decine di emendamenti legali benché immorali, inseriti in modo opportunistico nella vostra legislazione; mettete completamente fine al blocco assassino e alla guerra economica; rispettate il diritto costituzionale dei vostri studenti, lavoratori, intellettuali, uomini d’affare e cittadini in generale di visitare il nostro paese, intraprendere affari, commerciare e investire, se così lo desiderano, senza limitazioni né ridicole paure, come noi permettiamo ai nostri cittadini di viaggiare liberamente e persino di risiedere negli Stati Uniti, e vedremo se per queste vie riescono a distruggere la Rivoluzione cubana, che, alla fine, è lo scopo che perseguono”.
Los tractores de Troya en Washington DC
Por Iroel Sánchez
Mucho se ha hablado, y escrito, sobre la declarada intención del gobierno de Estados Unidos, con su nueva política hacia Cuba, de convertir el sector privado de la economía cubana en un Caballo de Troya contra el socialismo isleño. La Secretaria de Comercio estadounidense en su visita a La Habana lo ratificó: “…las últimas regulaciones están diseñadas para apoyar al sector privado emergente en Cuba y colocarnos más cerca de alcanzar los históricos objetivos de la política del presidente Obama”.
Todo lo que se ha decidido por el gobierno estadounidense está constreñido a esos objetivos y aun los viajes “pueblo a pueblo” deben limitarse a categorías establecidas por el gobierno estadounidense, la más amplia de las cuales obliga a viajar en grupos para poder controlar que los ciudadanos del país que se proclama el más libre del mundo no hagan turismo en Cuba.
Pero una decisión reciente del gobierno cubano ha puesto el caballo de vientre hueco, inventado por el astuto Odiseo Laertíada y cantado por Homero, dentro del territorio amurallado de las regulaciones del bloqueo estadounidense contra la Isla. Con el anuncio de que ha autorizado a la empresa estadounidense CleBer LLC para establecer una fábrica de pequeños tractores en la Zona Económica Especial de Mariel, Cuba ha tomado el discurso estadounidense y lo ha enfrentado a sus propias contradicciones.
Y es que los tractores producidos por CleBer en el Mariel no estarían dirigidos al sector estatal sino a pequeños agricultores idividuales y cooperativas que hoy llevan el peso fundamental de la producción agrícola en muchos rubros en la Isla, autorizar expeditamente su instalación sería coherente con las declaraciones del gobierno estadounidense, no sólo en el sentido de ayudar a avanzar el sector privado de la economía cubana sino también con las declaraciones de Obama de que sus nueva política busca mejorar las condiciones de vida del pueblo cubano, pues pocas cosas hay más vitales que la producción de alimentos.
Sin embargo, el anuncio del gobierno cubano no ha sido acompañado de la correspondiente licencia de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) que debe autorizar los emprendimientos estadounidenses en Cuba, no ateniéndose a la doctrina de la libre empresa que Washington preconiza para el mundo entero, sino al control milimétrico gubernamental al que obliga a la burocracia estadounidense las regulaciones del bloqueo que el presidente de Estados Unidos puede modificar sin pedir permiso al Congreso.
Como el cuento del Gallo de Bodas -“si pico me ensucio el pico y si no pico pierdo el granico”- Washington ha sido colocado en una disyuntiva: Si autoriza a CleBer a establecerse en Mariel abre el grifo para que otras empresas estadounidenses puedan hacerlo y pisaría el acelerador para las inversiones norteamericanas en Cuba, dando un golpe demoledor al bloqueo, si no lo hace, su discurso de promover la iniciativa privada y ayudar al pueblo cubano es el que sufriría un golpe demoledor. Cada hora que pasa mientras en Washington deshojan la margarita sobre la fábrica de Cleber en Mariel, la credibilidad de la nueva política de Obama hacia Cuba se marchita como una flor sembrada en el desierto.
El Caballo de Troya parece haber parqueado frente a la Casa Blanca en Washington DC y llevar en su vientre un pergamino con palabras de Fidel Castro:“Sueñan los teóricos y agoreros de la política imperial que la Revolución, que no pudo ser destruida con tan pérfidos y criminales procedimientos, podría serlo mediante métodos seductores como el que han dado en bautizar como “política de contactos pueblo a pueblo”. Pues bien: estamos dispuestos a aceptar el reto, pero jueguen limpio, cesen en sus condicionamientos, eliminen la Ley asesina de Ajuste Cubano, la Ley Torricelli, la Ley Helms-Burton, las decenas de enmiendas legales aunque inmorales, injertadas oportunistamente en su legislación; pongan fin por completo al bloqueo genocida y la guerra económica; respeten el derecho constitucional de sus estudiantes, trabajadores, intelectuales, hombres de negocio y ciudadanos en general a visitar nuestro país, hacer negocios, comerciar e invertir, si lo desean, sin limitaciones ni miedos ridículos, del mismo modo que nosotros permitimos a nuestros ciudadanos viajar libremente e incluso residir en Estados Unidos, y veremos si por esas vías pueden destruir la Revolución cubana, que es en definitiva el objetivo que se proponen.”