Paquita Armas Fonseca / CubaSí
E’ morto Fidel. Raul l’ha detto con la voce incrinata. Non so quante persone l’hanno ascoltato; per me è successo ciò che mi aspettavo da anni, dal proclama, ogni volta che la tv trasmetteva a catena.
E’ morto Fidel, non ha bisogno di cognome. È l’uomo alto, allettante, quello dell’università, il ragazzone (che a soli 33 anni) ha comandato l’Esercito Ribelle nel 1959.
Per me è morto colui che mi ha permesso di avere una bella bambola, per la prima volta, il giorno della befana del 1959; l’uomo che mi piaceva quando avevo appena nove anni; colui che ascoltavo nei suoi discorsi interminabili; il motivo per cui sono andata ad alfabetizzare senza avere ancora compiuto 11 anni, o a raccogliere patate quando ero alle medie; per cui ho iniziato a leggere Marx e con cui ho discusso più volte, mentre lui era in tv e io nel mio salotto.
E’ morto Fidel e non si è fermato il pianeta. Ha voluto essere cremato e suppongo che le sue ceneri vadano a Santiago de Cuba, la città che ha ringraziato oggi, luminosa, pulita, bella, sembra la capitale di Cuba.
E’ l’alba. Domani inizieranno gli avvoltoi ad inventare bugie. Nel frattempo, gli uomini elle donne onesti di tutto il mondo piangeranno, come lo faccio io in questo istante in cui tutto rimane uguale, ma il pianeta non è più lo stesso, perché è morto quell’immenso uomo del ventesimo secolo, voce dei senza voce. E’ morto Fidel e semplicemente piango …
El planeta no es el mismo
Escrito por Paquita Armas Fonseca/CubaSí
Murió Fidel. Raúl lo dijo con voz rajada. No sé qué cantidad de personas lo oyó; para mí sucedió lo que esperaba desde hace años, desde la proclama, cada vez que la televisión se ponía en cadena.
Murió Fidel, no necesita apellido. Es el hombre alto, atractivo, de la universidad, el muchachón (solo 33 años) que comandó el Ejército Rebelde en 1959.
Para mí murió el que permitió que yo tuviera una linda muñeca, por primera vez, el Día de Reyes de 1959; el hombre que me gustaba cuando apenas tenía nueve años; al que escuchaba en sus discursos interminables; por el que fui a alfabetizar sin cumplir 11 años, o a sacar boniatos cuando estaba en la secundaria; por el que empecé a leer a Marx y con el que discutí muchas veces, estando él en el televisor y yo en la sala de mi casa.
Murió Fidel y no se detuvo el planeta. Quiso que lo cremaran y supongo que sus cenizas vayan para Santiago de Cuba, la ciudad a la que le dio las gracias y hoy, iluminada, limpia, bella, parece la capital de Cuba.
Es madrugada. Mañana empezarán los buitres a inventar mentiras. Mientras, los hombres y mujeres honrados del mundo llorarán, como lo hago yo en este instante en el que todo sigue igual, pero el planeta ya no es el mismo, porque murió ese inmenso hombre del siglo XX, voz de los que no tienen voz. Murió Fidel y sencillamente lloro…