La prima ex neocolonia degli USA

Manuel E. Yepe http://razonesdecuba.cubadebate.cu

cuba-eeuu-1280x734Cuba ha costituito la prima esperienza neo – colonialista degli USA su scala mondiale, visto che i legami con Portorico e Filippine, territori anch’essi acquisiti nella guerra contro la Spagna, presero altri corsi. Si può presumere che per questo, per Washington, il fallimento del sistema di relazioni costituito con Cuba e praticato, per più di mezzo secolo, sia stato più traumatico di quello che indica la pura logica.

La politica estera ufficiale di Cuba, nei primi 56 anni di presunta indipendenza, non significò più di un cambio dalla dominazione spagnola ad una subordinazione coloniale virtuale agli USA. I problemi che affrontava Cuba, durante i 50 anni del XX secolo, non erano maggiori o molto diversi da quelli che interessavano molte altre nazioni del continente.

E’ vero che Cuba soffriva una crudele tirannia, ma anche c’erano feroci dittature in molti altri paesi dell’America. Erano enormi le ingiustizie a Cuba, ma non lo erano meno nella maggior parte degli altri paesi dell’America Latina.

L’analisi delle ragioni per cui fosse a Cuba, dove trionferà una rivoluzione che ha dato luogo ad un altra più grande ancora che – con ripetuti progressi e passi indietro- sta avvenendo in tutta la regione, non può ignorare che le condizioni ed i meriti dei rivoluzionari cubani che avevano lottato per più di novanta anni, non sarebbero bastati per questo, al non aver contato, l’isola, su un dirigente come Fidel Castro.

Fidel apportò il suo talento ed azione ad una causa condivisa dalla parte migliore e più sana della società. Promosse la sua leadership sulla base dell’esempio personale e del riscontro delle sue convinzioni, progetti ed idee.

Le correnti rivoluzionarie, che confluirono per dare origine ad un’unica direzione della rivoluzione guidata da Fidel Castro durante la lotta contro la tirannia e dopo aver preso il potere, diedero, ognuna di esse, il loro contributi al disegno e alla realizzazione del processo.

In politica estera, un ruolo molto importante fu quello del Partito Socialista Popolare, i cui legami con i partiti comunisti dell’Unione Sovietica e degli altri paesi socialisti in Europa ed in Asia servirono come base per alcune delle alleanze, di maggior influenza e portata, nelle relazioni internazionali di Cuba dall’arrivo al potere della rivoluzione.

La formazione rivoluzionaria di molti combattenti del 26 Luglio e del Direttorio Rivoluzionario aveva tracce, più o meno profonde, di un pensiero rivoluzionario latino-americano ed europeo che si connette, in un modo o nell’altro, con il marxismo benché non fosse necessariamente affine o seguace della interpretazione sovietica della dottrina. In ogni caso, queste influenze non erano legate alle politiche ufficiali di altri paesi, come lo erano quelle che avevano il modello sovietico come l’unico paradigma per la costruzione del socialismo.

Nutriente ideologico della generazione di rivoluzionari che guidò questa fase, al fine di formulare una politica estera, furono la decisiva influenza delle idee di Martí, le esperienze delle lotte degli intellettuali e studenti cubani combattenti degli anni ’30 e ’40; le idee di Antonio Guiteras, Julio Antonio Mella e Eduardo R. Chibás; quelle di alcuni pensatori umanisti e politici populisti dell’America Latina, nella stessa epoca, come José Ingenieros, Domingo Faustino Sarmiento, Jorge Eliecer Gaitan, Lazaro Cardenas, Juan Domingo Peron e Juan Bosch, tra molti altri.

Simbolico del grado di sottomissione dell’agire politico ufficiale cubano, nell’arena internazionale prima del 1959, è che quando ha luogo il trionfo rivoluzionario, l’organismo cubano responsabile delle relazioni esterne si chiamava Segretaria di Stato ed era, effettivamente, una filiale della Segretario di Stato di Washington.

Fu nel giugno 59, poco dopo aver assunto, il Dottor Raul Roa, la conduzione di tale organismo, che lo si ribattezzò Ministero degli Affari Esteri.

Questo fu proclama di varie intenzioni che si fecero ben presto realtà: Cuba aveva assunto la conduzione, da sé, della sua politica estera e si proponeva lo stabilimento di relazioni, in condizioni di parità, con tutti i paesi, senza distinzione di sistemi socio-politici o ideologie.

La politica estera della rivoluzione cubana si è caratterizzata per il suo carattere creativo e solidale, inflessibile nella difesa della sovranità nazionale ed intransigente nella sua adesione alle norme internazionali, ma sempre a favore della negoziazione e della comprensione per la risoluzione dei conflitti.

La politica estera della Rivoluzione ha seguito il pensiero di José Martí che “La politica è l’arte di inventare una risorsa ad ogni nuova risorsa dei contrari, di convertire i rovesci in fortuna; di adattarsi al momento presente, senza che l’adeguamento costi il sacrificio, o il declino dell’ideale che si persegue”.

Tratto da Rebellion

La primera exneocolonia de Estados Unidos

Por Manuel E. Yepe

Cuba constituyó la primera experiencia neocolonialista de los Estados Unidos a escala mundial, considerando que los nexos con Puerto Rico y Filipinas, territorios también adquiridos en la guerra contra España, tomaron otros cursos. Puede suponerse que es por ello que, para Washington, el fracaso del sistema de relaciones constituido con Cuba y practicado durante más de medio siglo, ha sido más traumático que lo que indica la lógica pura.

La política exterior oficial de Cuba en los 56 años iniciales de supuesta independencia no significó más que un cambio de la dominación española por una subordinación colonial virtual a Estados Unidos. Los problemas que enfrentaba Cuba durante los años 50 del siglo XX, no eran mayores ni muy distintos a los que afectaban a muchas otras naciones del continente.

Es cierto que Cuba sufría una cruel tiranía, pero igual había feroces dictaduras en muchos otros países de América. Eran enormes las injusticias en Cuba, pero no lo eran menos en la mayoría de los demás países latinoamericanos.

El análisis de los motivos de que fuera en Cuba donde triunfara una revolución que ha dado paso a otra más grande aún que – con repetidos avances y retrocesos- está teniendo lugar en toda la región, no puede ignorar que las condiciones y méritos de los revolucionarios cubanos que venían luchando durante más de noventa años no habrían bastado para ello, de no haber contado la Isla con un conductor como Fidel Castro.

Fidel aportó su talento y acción a una causa compartida por lo mejor y más sano de la sociedad. Promovió su liderazgo a base del ejemplo personal y la evidencia de sus convicciones, proyectos e ideas. Las corrientes revolucionarias que confluyeron para dar lugar a una dirección única de la revolución encabezada por Fidel Castro durante la lucha contra la tiranía y luego de la toma del poder, hicieron cada una de ellas sus aportes al diseño y al desempeño del proceso.

En materia de política exterior, un papel sumamente importante fue el del Partido Socialista Popular, cuyos vínculos con los partidos comunistas de la URSS y los demás países socialistas de Europa y Asia sirvieron de fundamento para una de las alianzas de mayor influencia y alcance en las relaciones internacionales de Cuba desde la llegada al poder de la revolución.

La formación revolucionaria de muchos combatientes del 26 de Julio y el Directorio Revolucionario tenía huellas más o menos profundas de un pensamiento revolucionario latinoamericano y europeo que entronca de una u otra forma con el marxismo aunque no fueran necesariamente afines o seguidoras de la interpretación soviética de la doctrina. En cualquier caso estas influencias no estaban atadas a políticas oficiales de otros países, como si lo estaban las que tenían al modelo soviético como paradigma único para la construcción del socialismo.

Nutriente ideológico de la generación de revolucionarios que condujo esta etapa, a los efectos de la formulación de una política exterior, fueron la decisiva influencia del ideario martiano, las experiencias de las luchas de los intelectuales y estudiantes cubanos combatientes de los años 30 y 40; las ideas de Antonio Guiteras, Julio Antonio Mella y Eduardo R. Chibás; las de algunos pensadores humanistas y políticos populistas de América Latina en la propia época, como José Ingenieros, Domingo Faustino Sarmiento, Jorge Eliécer Gaitán, Lázaro Cárdenas, Juan Domingo Perón y Juan Bosch, entre muchos otros.

Simbólico del grado de sumisión del accionar político oficial cubano en la arena internacional antes de 1959, es que cuando tiene lugar el triunfo revolucionario, el organismo cubano a cargo de las relaciones exteriores se nombraba Secretaría de Estado y era, efectivamente, una filial de la Secretaría de Estado de Washington.

Fue en junio del 59, al poco tiempo de haber asumido el doctor Raúl Roa la conducción de ese organismo, que se le rebautizó con el nombre de Ministerio de Relaciones Exteriores.

Ello fue proclama de unas intenciones que se hicieron realidad en poco tiempo: Cuba había asumido la conducción por si misma de su política exterior y se proponía el establecimiento de relaciones, en pie de igualdad, con todos los países, sin distingos de sistemas sociopolíticos ni ideologías.

La política exterior de la revolución cubana se ha caracterizado por su carácter creativo y solidario, inflexible en la defensa de la soberanía nacional e intransigente en su adhesión a las normas internacionales, pero siempre partidaria de la negociación y el entendimiento para la solución de los conflictos.

La política exterior de la revolución ha seguido el pensamiento martiano de que: “La política es el arte de inventar un recurso a cada nuevo recurso de los contrarios, de convertir los reveses en fortuna; de adecuarse al momento presente, sin que la adecuación cueste el sacrificio, o la merma del ideal que se persigue”.

Tomado de Rebelión

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