Osmany Sanchez https://jovencuba.com
Bisogna smettere di parlare di Rivoluzione e iniziare a parlare di Nazione.
Più volte ho letto questa affermazione nelle reti sociali e più interessante è che coloro che la promuovono sono, presumibilmente, “gente di sinistra”, benché di questi tempi per sapere da che parte sta, ognuno di questi, non basta leggere quello che dicono, ma vedere ciò che fanno e, soprattutto, chi sono i loro amici e alleati.
La nazionalità cubana è il frutto di un lungo processo storico, in ciò siamo tutti d’accordo, ma solo la Rivoluzione Cubana consentì che Cuba si convertisse in Nazione. Non voglio entrare nel campo degli storici, le mie considerazioni si basano sull’analisi di diverse epoche e paesi.
In una lettera a Root, il 25 ottobre, 1901, Wood osservava: “Con il controllo che esercitiamo su Cuba attraverso l’Emendamento Platt, controlla questo che senza dubbio presto dovrà convertirsi in possesso, combinato con altre terre produttrice di zucchero che ora ci appartengono, in poco tempo domineremo l’affare dello zucchero nel mondo, o per lo meno una gran parte di esso … considero Cuba come l’acquisizione più auspicabile che potrebbero fare gli USA, da sé sola vale come due stati meridionali, forse tre qualsiasi ad eccezione del Texas …
più avanti aggiungeva
…è probabile che, molto presto i nostri produttori nazionali di zucchero comprendano che la nostra politica è dar loro un’opportunità in Cuba, trasferiscano; senza dubbio, là le loro industrie, e l’isola, sotto l’impeto di un’energia e di nuovi capitali, non solo si sviluppi ma gradualmente si americanizzi e, al momento opportuno, giungiamo ad avere una delle più ricche e appetibili domini del mondo”
A Cuba la rivoluzione del trenta finì, come direbbe Raul Roa, perché ad eccezione di un valoroso gruppo, guidato da Antonio Guiteras, tutte le persone coinvolte erano più preoccupate nell’ottenere il riconoscimento del governo USA che rispondere alle aspettative create nel popolo con la caduta del dittatore Machado. Raccomando la lettura del libro “Fabulario” di Mario Kuchilan perché vedano il linguaggio interventista dei comunicati degli ambasciatori “americani” ai loro capi a Washington durante tutta la crisi.
Fu il governo USA che trasformò Batista nell’ “uomo forte” e che lo sostenne fino all’ultimo momento. L’ultima dimostrazione d’ingerenza dell’ambasciata USA fu quando in un incontro con Batista gli dissero che doveva dimettersi per impedire l’arrivo al potere dei rivoluzionari. Non è un mito che a Cuba, in quegli anni, si consultava con l’Ambasciata USA prima di prendere molte decisioni.
Il 17 dicembre 1958, l’ambasciatore USA a Cuba si riunì con Batista per analizzare la situazione esistente sull’isola e l’esito della riunione fu descritto dall’ ambasciatore Earl T. Smith nel suo libro “Il quarto piano”, dove dimostrando l’interventismo di sempre disse: “Gli USA, diplomaticamente, ma chiaramente, avevano detto al presidente della Repubblica che doveva andarsene dal proprio paese”
Dagli anni trenta a Cuba possiamo “viaggiare” sino in Colombia cinquant’anni dopo, quando, in piena guerra contro i trafficanti di droga, l’unica difesa che aveva il governo era l’estradizione di trafficanti di droga negli USA. Il paese era così corrotto che era impossibile poter giudicarli ed imprigionarli nel loro territorio. In quello stesso periodo, i popoli latino-americani soffrivano sotto gli stivali delle dittature militari sponsorizzate dal governo USA.
Oggi in America Latina ci sono circa una quarantina di basi militari USA, che come dice il politologo argentino Atilio Boron non sono lì per “guardate gli uccellini del Rio delle Amazzoni e i pesci presenti nel Sud Atlantico”, ma per interferire nei processi politici nella nostra area geografica e gli esempi abbondano. A peggiorare le cose, ora vogliono portare basi NATO, proprio nel momento in cui si tratta di convertire in realtà l’accordo per trasformare l’America Latina in un’area di pace.
Il 1 gennaio 1959 ci permise di convertirci in Nazione. A noi ci tocca conservarla.
Revolución y Nación
Osmany Sánchez
Hay que dejar de hablar de Revolución y comenzar a hablar de Nación. Varias veces he leído esa afirmación en las redes sociales y lo más interesante es que los que la promueven son supuestamente “gente de izquierda”, aunque en estos tiempos para saber de qué lado está cada cual, no basta con leer lo que dicen sino ver lo que hacen y sobre todo, quiénes son sus amigos y aliados.
La nacionalidad cubana es el fruto de un largo proceso histórico, en eso todos estamos de acuerdo, pero solo la Revolución cubana permitió que Cuba se convirtiera en una Nación. No quiero entrar en el terreno de los historiadores, mis consideraciones se basan en el análisis de diferentes épocas y países.
En una carta dirigida a Root, el 25 de octubre de 1901, Wood señalaba: “Con el control que ejercemos sobre Cuba por medio de la Enmienda Platt, control este que indudablemente pronto habrá de convertirse en posesión, combinado con otras tierras productoras de azúcar que ahora nos pertenecen, en muy poco tiempo dominaremos el negocio azucarero del mundo, o por lo menos, una gran parte de él…considero que Cuba como la más deseable adquisición que pudieran hacer los Estados Unidos, por si sola vale lo que dos estados sureños, posiblemente tres cualesquiera con excepción de Texas…más adelante agregaba
…es probable que, tan pronto nuestros productores nacionales de azúcar comprendan que nuestra política es darle una oportunidad a Cuba, trasladen; sin lugar a dudas, sus industrias a la misma, y la isla, bajo el ímpetu de una energía y un capital nuevos, no solo se desarrolle, sino que se americanice gradualmente y en su oportunidad, lleguemos a contar con una de las más ricas y apetecibles posesiones del mundo”
En Cuba la revolución del treinta se fue a bolina como diría Raúl Roa, porque salvo un honroso grupo, liderados por Antonio Guiteras, todos los implicados estaban más preocupados en lograr el reconocimiento del gobierno de los Estados Unidos que en responder a las expectativas creadas en el pueblo con la caída del dictador Machado. Recomiendo la lectura del libro “Fabulario” de Mario Kuchilán para que vean el lenguaje injerencista de los comunicados de los embajadores “americanos” a sus jefes en Washington durante toda la crisis.
Fue el gobierno de los Estados Unidos quien convirtió a Batista en el “hombre fuerte” y quien lo apoyó hasta el último momento. La última muestra de injerencia de la embajada USA fue cuando en una reunión con Batista le dijeron que tenía que renunciar para evitar la llegada de los revolucionarios al poder. No es un mito que en Cuba por esos años se consultaba con la embajada de los Estados Unidos antes de tomar muchas decisiones.
El 17 de diciembre de 1958 el embajador norteamericano en Cuba ser reúne con Batista para analizar la situación existente en la isla y el resultado del encuentro fue descrito por el embajador Earl T. Smith en su libro “El cuarto piso” donde demostrando el intervencionismo de siempre dijo: “Los Estados Unidos, diplomática, pero claramente, le habían dicho al presidente de la República que debía irse de su propio país”
De los años treinta en Cuba podemos “viajar” hasta Colombia cincuenta años después cuando en plena guerra contra los narcotraficantes, la única defensa que tenía el gobierno era la extradición de los narcos hacia los Estados Unidos. Estaba tan corrupto el país que era imposible poder juzgarlos y encarcelarlos en su territorio. En esa misma época los pueblos latinoamericanos sufrían bajo las botas de las dictaduras militares apadrinadas por el gobierno de los Estados Unidos.
En la actualidad en América Latina existen cerca de cuarenta bases militares de los Estados Unidos, que como dice el politólogo argentino Atilio Borón no están ahí para “mirar los pajaritos de la Amazonía o los peces que hay en el Atlántico Sur” sino para interferir en los procesos políticos en nuestra área geográfica y los ejemplos sobran. Para colmo, ahora quieren traer bases de la OTAN, precisamente en el momento en que se trata de convertir en una realidad el acuerdo de convertir a América Latina en un área de paz.
El primero de enero de 1959 nos permitió convertirnos en Nación. A nosotros nos toca conservarla.