Iroel Sánchez https://lapupilainsomne.wordpress.com
L’uragano Irma ha duramente colpito Cuba, provocando danni in 14 delle sue 16 province. La maggior parte delle località della costa nord, anche un significativo settore del litorale sud, alcune delle più importanti città del centro del paese e parte dell’occidente, tra cui L’Avana, sono state battute da fortissimi venti e dalle enormi onde dello straordinario fenomeno atmosferico che per tre giorni ha flagellato l’isola, danneggiando, in gran misura,
l’infrastruttura elettrica, zone di coltivazione, strade, edifici pubblici, decine di migliaia di abitazioni e strutture turistiche ubicate negli isolotti che costituiscono importanti fonti di reddito per l’economia cubana.
I cubani, che hanno vissuto molti fenomeni di questo genere, non esitano a qualificarlo come il più devastante che ricordino mentre gli esperti meteorologi dell’isola, che per decenni hanno lottato con l’impatto di altri eventi meteorologi, lo confermano.
L’oliato meccanismo di Difesa Civile che consente la protezione della popolazione cubana, concentrando sotto un unico comando le risorse materiali, che permette protegge l’intera popolazione e porre al riparo i più vulnerabili, garantendo loro alloggio, alimentazione, cure mediche e la messa in sicurezza dei loro beni, oltre ad accelerare le opere di recupero, è riconosciuto a livello internazionale come un modello.
Tuttavia, questa volta la natura simultanea dei danni in quasi tutto il paese renderà complesso il recupero e richiederà ai cittadini ed alle loro autorità uno sforzo che supera quello delle altre occasioni. Le immagini dei danni hanno percorso il mondo e persino i governi agli antipodi ideologici della Rivoluzione cubana, come quello di Messico, Argentina e Colombia, hanno espresso la loro solidarietà e la disposizione ad aiutare.
Neppure da Washington c’è stato silenzio, ma nel senso opposto, mentre i venti di Irma sferzavano Cuba, il governo di Donald Trump ha riaffermato l’applicazione, per l’Isola, della Legge del commercio con il nemico del 2017 con cui si sostenta il blocco economico che applica il nostro vicino adiacente da quasi 60 anni, e si attende che l’Ufficio di Controllo degli Attivi Stranieri (OFAC) annunci, il prossimo venerdì 15 settembre, l’applicazione delle sanzioni contro l’economia cubana che Trump ha proclamato, a Miami, lo scorso 16 giugno davanti ad un pubblico composto da rappresentanti dei settori più duri dell’anti-castrismo con sede in quella città.
Persino il governo di estrema destra di George W. Bush, davanti all’impatto, su Cuba, di un altro uragano con danni meni ingenti, mise in atto misure che, in minima parte, alleviarono il blocco contro Cuba permettendo la vendita di alimenti, che in quel momento costituì un passo in avanti, e un gesto di buon senso comune che ha aperto uno spiraglio commerciale tra i due Paesi che si prolunga sin ad oggi. Tuttavia, nulla sembra indicare che debba aspettarsi qualcosa di simile dall’attuale amministrazione USA, il cui massimo rappresentante ha recentemente ribadito l’inesistenza del cambio climatico, che ha provocato l’incremento, in frequenza ed intensità, di uragani come Irma, nonostante che gli stessi diplomatici USA siano testimoni dell’entità di un fenomeno che ha portato la lor sede, a L’Avana, a rimanere circondata dal mare. Negare una realtà dimostrata dai fatti e dalla scienza, mentre i portavoce di Washington s’impegnano nel dare la colpa al governo cubano per alcuni insoliti ed improbabili “attacchi acustici” contro il suo personale a Cuba non sembra un comportamento razionale.
Continuerà, l’OFAC, con la sua attuazione delle nuove sanzioni contro Cuba? Ha nozione la burocrazia USA ed il suo Presidente -tanto incline alla sua immagine- dell’impatto negativo che produrrebbe sull’America Latina, nei governi alleati, a Cuba, tra gli stessi cubani americani con parenti sull’isola, e nell’opinione pubblica del suo paese, in gran parte contraria a ciò, annunciare proprio ora sanzioni già largamente rifiutate dagli stessi pubblici?
Non che si faccia più o meno danni a Cuba con misure che colpiranno più i diritti dei cittadini USA di recarsi a Cuba, gli introiti delle compagnie aeree USA che volano su Cuba e le imprese private che il governo Obama ha incoraggiato pensando di minare il socialismo cubano. Le misure previste per questo venerdì si convertiranno in un’altra ragione per la già crescente impopolarità dell’attuale Presidente dentro e fuori le sue frontiere.
Cuba ha in precedenza dimostrato che può riprendersi dai danni di un fenomeno che non può evitare, qualunque cosa faccia un presidente USA, ma Donald Trump non deve per forza seguire una rotta che applaudiranno solo alcuni politici di Miami e coloro che li finanziano, mentre ha l’opportunità di un gesto che può migliorare la sua già abbastanza deteriorata immagine, fermando alcune misure che se in precedenza erano qualificate come controproducenti, ora lo saranno ancor più.
Trump entre Cuba y el huracán Irma
Por Iroel Sánchez
El huracán Irma ha golpeado duramente a Cuba, causando daños en 14 de sus 16 provincias. La mayoría de las localidades de la costa norte, también un sector significativo del litoral sur, varias de las ciudades más importantes del centro del país y parte del occidente, incluyendo La Habana, fueron recorridas por los fortísimos vientos y las enormes olas del extraordinario fenómeno atmosférico que estuvo tres días azotando la Isla, afectando en gran medida la infraestructura eléctrica, zonas de cultivo, viales, edificaciones de servicio público, decenas de miles de viviendas y las instalaciones turísticas ubicadas en los cayos que constituyen importantes fuentes de ingresos para la economía cubana.
Los cubanos, que han vivido muchos fenómenos de este tipo, no dudan en calificarlo como el más desvastador que recuerdan, mientras los experimentados meteorólogos de la Isla que han lidiado durante décadas con el impacto de otros meteoros lo confirman.
El aceitado mecanismo de Defensa Civil que permite la protección de la población cubana, concentrando bajo un mando único los recursos materiales que permite proteger a toda la población y refugiar a los más vulnerables, garantizándoles albergue, alimentación, atención médica y aseguramiento de sus bienes, además de acelerar los trabajos de recuperación, es reconocido internacionalmente como un modelo.
No obstante, esta vez el carácter simultáneo de los daños en casi todo el país complejizará la recuperación y requerirá de la ciudadanía y sus autoridades un esfuerzo que supera el de otras ocasiones. Las imágenes de los daños han recorrido el mundo y hasta gobiernos en las antípodas ideológicas de la Revolución cubana, como los de México, Argentina y Colombia, han expresado su solidaridad y disposición para ayudar.
Tampoco desde Washington ha habido silencio, pero en sentido contrario, mientras los vientos de Irma azotaban Cuba, el gobierno de Donald Trump reafirmó la aplicación a la Isla de la Ley de comercio con el enemigo de 2017 en que se sustenta el bloqueo económico que aplica al vecino cercano desde hace casi sesenta años y se espera la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) anuncie el próximo viernes 15 de septiembre la implementación de las sanciones contra la economía cubana que Trump proclamó en Miami el pasado 16 de junio ante un público conformado por representantes de los sectores más duros del anticastrismo asentado en esa ciudad.
Hasta el ultraderechista gobierno de George W. Bush, ante el impacto en Cuba de otro huracán de menores daños, implementó medidas que aliviaron mínimamente el bloqueo a Cuba, permitiendo la venta de alimentos, lo que en aquel momento constituyó un paso adelante, y un rasgo de sentido común que abrió un resquicio comercial entre los dos países que se prolonga hasta hoy. Sin embargo, nada parece indicar que deba esperarse algo similar de la actual administración estadounidense, cuyo máximo representante insistió recientemente en la inexistencia del cambio climático, que ha provocado el incremento en frecuencia e intensidad de huracanes como Irma, a pesar de que hasta los propios diplomáticos estadounidenses son testigos de la magnitud de un fenómeno que ha hecho a su sede en La Habana permanecer rodeada por el mar. Negar una realidad demostrada por los hechos y la ciencia, mientras los voceros de Washington se empeñan en culpar al gobierno cubano por unos insólitos e improbables “ataques acústicos” contra su personal en Cuba no parece un comportamiento racional.
¿Seguirá adelante la OFAC con su implementación de las nuevas sanciones contra Cuba? ¿Tienen noción la burocracia estadounidense y su Presidente -tan pendiente siempre de su imagen- del impacto negativo que produciría en América Latina, en gobiernos aliados, en Cuba, entre los propios cubanoamericanos con familiares en la Isla, y en la opinión pública de su país mayoritariamente contraria a ello, anunciar justo ahora sanciones ya ampliamente rechazadas por esos mismos públicos?
No es que se haga más o menos daño a Cuba con medidas que afectarán más los derechos de los ciudadanos norteamericanos a viajar a Cuba, los ingresos de las aerolíneas norteamericanas que viajan a la Isla y los negocios privados que el gobierno de Obama alentó pensando socavar el socialismo cubano. Las medidas previstas para este viernes se convertirían en otro motivo para la ya creciente impopularidad del actual Presidente dentro y fuera de sus fronteras.
Cuba ha demostrado antes que puede recuperarse de los daños de un fenómeno que no puede evitar, haga lo que haga un Presidente estadounidense, pero Donald Trump no tiene por qué seguir una ruta que solo aplaudirán algunos políticos de Miami y quienes los financian mientras tiene la oportunidad de un gesto que puede mejorar su ya bastante deteriorada imagen, deteniendo unas medidas que si antes eran calificadas de contraproducentes, ahora lo serán más.
