Discurso de José Ramón Machado Ventura, Segundo Secretario del Comité Central del Partido, en la sesión de clausura del Noveno Congreso de los Comités de Defensa de la Revolución, La Habana, 28 de septiembre del 2018, “Año 60 de la Revolución”.
General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba;
Compañeros representantes de delegaciones amigas aquí presentes;
Compañeras y compañeros delegados e invitados;
Puede afirmarse que estas jornadas finales del Congreso han sido productivas. Digo finales, porque este evento comenzó realmente hace veinte meses y en el mismo ha participado la gran mayoría de nuestros compatriotas, incluidos los niños, en las asambleas en los CDR en cada comunidad del país. A ellas les siguieron las zonas cederistas, los municipios, las provincias, hasta arribar a esta sesión de clausura.
El Informe Central presentado es un documento concreto, señala las deficiencias y dónde están, y el debate se ha centrado en los temas más importantes.
No digo que haya sido perfecto, nos falta bastante en muchos sentidos, pero ha contribuido a avanzar en el logro de algo en lo que insistimos durante el Octavo Congreso, hace exactamente cinco años, respecto a cuál debe ser la tónica y el espíritu predominantes en procesos como este.
Como nos lo ha enseñado y exigido siempre el Primer Secretario del Partido, los congresos deben centrarse en analizar el cumplimiento de los acuerdos del anterior, pues de lo contrario pueden terminar en el fondo de una gaveta, sin que nadie se acuerde de ellos, como ha ocurrido en no pocas ocasiones.
Sin embargo, sin dejar de valorar los logros y de generalizar las experiencias positivas, hay que profundizar en aquellas tareas en que no se alcanzó el resultado previsto, y sobre todo en las razones por las que ocurrió, para evitar chocar en el futuro con la misma piedra, algo que lamentablemente sucede también con alguna frecuencia.
Siempre habrá cosas que no salgan como esperábamos y ello no debe ser motivo para la decepción o el abatimiento. Lo importante es aprender de los errores para no repetirlos. No empecinarse haciendo de nuevo lo mismo, sino analizar las causas del mal resultado y pensar en nuevas formas de enfrentar el problema.
En el mismo sentido, hay quien, cuando algo le sale mal, comienza por achacarlo al poco entusiasmo de los demás y se consuela a sí mismo añorando tiempos pasados, como si antes no hubiera habido también problemas, dificultades y deficiencias, aunque algunas fueran diferentes a las del presente.
Entiéndase bien, no estoy diciendo que el combate de hoy sea sencillo. Al contrario, los desafíos y peligros actuales son grandes y complejos, y se requiere de mucha voluntad, perseverancia y disposición al sacrificio para enfrentarlos con éxito.
Es verdad también que las mujeres y hombres de hoy no son iguales a los de seis décadas atrás, tengan la edad que tengan. Pero resulta inútil y carente de sentido dedicarse a comparar una generación con otra. En primer lugar, así ha sido siempre, más aún cuando los últimos sesenta años han transcurrido, en el ámbito nacional, en medio de un dinámico proceso revolucionario, y a lo externo, en una etapa histórica caracterizada por cambios acelerados en todos los órdenes.
Nada ni nadie permanece incólume al paso del tiempo. Las circunstancias cambian y con ellas las personas. Por tanto, se requiere un pensamiento creativo y una valoración correcta de la realidad, al definir la forma de actuar ante cada desafío.
Un pueblo con alto nivel de instrucción y que por décadas ha vencido incontables dificultades, retos y peligros, no podemos pensar que va a conformarse con explicaciones manidas, a aceptar perder el tiempo en formalidades de poca o ninguna utilidad y sentido, o a movilizarse sin la motivación necesaria.
Exige argumentos sólidos, razones convincentes y explicaciones claras. Es otro importante fruto de la obra de la Revolución.
No niego que algunas cosas hoy resulten más difíciles, es cierto. Pero tampoco podemos olvidar que el 91,6% de los cubanos actuales –me refiero a los mayores de 14 años– están integrados a los CDR, índice superior al existente al momento de realizarse el Octavo Congreso.
Igualmente –por solo poner otro ejemplo– las donaciones voluntarias de sangre de todos esos compatriotas, la mayoría jóvenes, una de las más humanas y hermosas tareas de los CDR, se han mantenido estables por más de cinco años sobre las 34 mil mensuales. No han sido ustedes solos, a ello aportan también las estructuras del Ministerio de Salud Pública y el resto de las organizaciones políticas, estudiantiles y de masas. Mención especial merece la importante contribución de los combatientes y trabajadores de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior.
El ejemplo más reciente es la participación masiva y consciente de los ciudadanos en la consulta popular acerca del nuevo Proyecto de Constitución, con intervenciones que evidencian el estudio profundo y responsable del documento. Aprovecho para felicitar, en nombre de nuestro Partido, a los CDR por su destacada participación en el desarrollo en las comunidades de esta trascendental tarea (Aplausos).
Ustedes han evaluado como positiva durante el proceso del Noveno Congreso, la rendición de cuentas al Partido de la organización cederista, desde los núcleos zonales hasta las instancias municipal y provincial. Valoraron que ello contribuyó a fortalecer el funcionamiento de las estructuras, a incrementar el vínculo de los cuadros profesionales con la base y a atender de forma diferenciada a los CDR y zonas que así lo han requerido.
Estos análisis reafirmaron la necesidad de que la organización sea cada vez más útil a la comunidad donde actúa; se identifique con lo que sienten y opinan los que en ella residen; contribuya a multiplicar cuanto de positivo allí existe y a combatir lo que no está bien; fomente la unidad de la familia y potencie y estimule su contribución a reafirmar los valores de nuestra sociedad socialista.
En todo lo anterior es esencial la acción integrada y coordinada de todas las organizaciones y otros factores que actúan en la comunidad.
Si la buena idea se le ocurrió a alguien de otra organización, unirse a ella con igual entusiasmo. En definitiva, como dije al principio, en Cuba la inmensa mayoría somos cederistas.
Es justo reconocer, en un evento como este, el aporte de los CDR al aseguramiento político de importantes tareas del país. Destaca el apoyo de muy diversas formas a los procesos electorales del Poder Popular.
Respecto a los objetivos aprobados en el anterior Congreso, sin dudas, en las principales tareas e indicadores asociados a estos, los resultados son superiores.
Ello no significa que todo esté bien ni mucho menos, tal como han analizado ustedes durante estos días y sobre lo que la prensa ha informado. Por tanto, me limitaré a reflexionar sobre algunas cuestiones que considero esenciales.
Es cierto que se ha incrementado el trabajo ideológico con la familia y en especial con los jóvenes, pero los resultados son todavía discretos, como ustedes reconocen. Y en este sentido, quiero destacar que en la actualidad, la tarea ideológica es la más importante.
Avanzar en este frente es necesario, teniendo en cuenta que las circunstancias y los retos cambian de manera acelerada, tal como ocurre en estos momentos en nuestro país y en el mundo en general, con no pocas consecuencias para los cubanos.
Se han puesto en práctica ideas novedosas como los Destacamentos Juveniles y los barrios debate, los cuales han inyectado dinamismo al trabajo cederista, pero debemos estar conscientes de que su influencia abarca solo a una parte de la población.
Sin abandonar estas iniciativas, se impone buscar vías que permitan implicar a cada vez un mayor número de personas en el propio barrio. Dar participación directa a los vecinos, escuchar con atención cuáles son sus preocupaciones e intereses, y sumarlos a la propia organización de las actividades. Todo ello sin ceñirse a esquemas diseñados desde el nivel nacional, ni incluso para una provincia o municipio. No hay dos comunidades iguales, y lo que resulte efectivo en una puede no serlo en otra.
Y algo vital: planificar bien, no hacer perder el tiempo a la gente con cosas improvisadas, a la vez que encontrar formas de medir la efectividad de cuanto hacemos, el impacto que realmente tuvo en las personas. Por muy vistosa que haya sido una actividad, no podemos sentirnos satisfechos si no logró transformar para bien, aunque sea de forma mínima, la situación existente. Sabemos por experiencia que la fanfarria deja muy pocos frutos, si es que deja alguno.
Similar enfoque debe caracterizar al combate contra el delito, la corrupción, las ilegalidades y las indisciplinas sociales. Es importante seguir con los ojos bien abiertos y enfrentar, por las vías y con los métodos establecidos, los hechos de este tipo que se conozcan en la comunidad, pues en no pocas ocasiones el último eslabón de un delito, sobre todo económico, está donde residen los probables consumidores de lo sustraído o desviado de su destino.
Algo se ha avanzado, en unas provincias más, menos en otras, pero en todas es posible alcanzar índices superiores.
Muy valiosa resulta la consolidación del trabajo de los 309 destacamentos Mirando al Mar, de conjunto con las Tropas Guardafronteras del Ministerio del Interior, con una mayor incorporación de jóvenes a esta importante tarea.
Igualmente se han ido adecuando las formas de llevar a cabo la vigilancia popular revolucionaria a las condiciones, características y necesidades de cada lugar, aunque sigue siendo insuficiente la movilización y participación de los cederistas. Este frente, que nació con los CDR, sigue siendo muy importante y no se puede descuidar.
Pero hoy el énfasis –y esto sí abarca a la totalidad de las organizaciones de base– debe estar en la labor preventiva, tanto en la comunidad como al interior de cada familia, particularmente para consolidar el rechazo consciente al consumo de drogas y a los actos de prostitución, por lo que estas actitudes denigran la propia condición humana.
Una señal de cuánto nos falta para influir al nivel que necesitamos en la familia y el barrio, es lo poco que se ha avanzado en el funcionamiento de los dúos focales y en general en el combate al mosquito Aedes dentro de los hogares. Es verdad que se han emprendido distintas acciones, pero la cruda realidad es que no han sido efectivas. No se ha logrado que cada núcleo familiar tome conciencia de su papel decisivo en un asunto de tanta trascendencia para la salud de nuestro pueblo.
Si lo hecho hasta ahora no ha dado los resultados esperados, habrá que buscar otros métodos de convencimiento, sin descartar ponerle la cara roja a quienes persistan en esta actitud negligente, irresponsable y muy peligrosa, no solo para él y su familia, sino para la comunidad en su conjunto.
Para avanzar en todos estos frentes resulta decisivo contar con cuadros preparados, y sobre todo motivados y dispuestos a desplegar la voluntad y energía que requieren estos tiempos. La organización muestra avances en cuanto a la composición de sus cuadros respecto a la edad, género y color de la piel. No obstante, se mantiene alta la inestabilidad, señal inequívoca de la existencia de errores en la selección y de debilidades en el trabajo con las reservas.
Ahora bien, si vamos a hacer una valoración integral del trabajo de la organización desde el anterior Congreso al actual, podemos decir que hay avances sostenidos y prometedores (Aplausos). Por ello, felicitamos a su dirección y a la masa cederista en particular (Aplausos).
Compañeras y compañeros:
No olvidemos que en estos 150 años de lucha por nuestra libertad e independencia, que celebraremos el próximo 10 de octubre, si algo ha sobrado son las dificultades, pero junto a ellas han estado invariablemente las victorias.
Los primeros años de la Revolución tampoco fueron fáciles. Entonces, entre todos, con la certera guía de nuestro líder histórico, supimos encontrar respuestas creativas, originales y audaces a cada agresión enemiga, a cada deficiencia propia o reto impuesto por la naturaleza.
Al arribar al aniversario 58 del nacimiento de nuestra mayor organización de masas, aquella histórica noche del 28 de septiembre de 1960, ratifiquemos el firme compromiso de ser fieles al ejemplo y las valiosas enseñanzas de nuestro Comandante en Jefe, su fundador y principal impulsor de cada una de sus tareas.
Los Comités de Defensa de la Revolución están, sin duda, en constante renovación.
Surgieron en respuesta a los actos terroristas, que lejos de intimidarnos, como pretendió en vano el enemigo, Fidel transformó en una nueva y poderosa fortaleza. Una organización genuinamente popular, novedosa y autóctona, siempre presta al combate, hija legítima de la Revolución y orgullo de la Patria.
¡Ratifiquemos el compromiso y la firme decisión de que será así por siempre!
¡Viva Fidel!
¡Viva Raúl!
¡Viva la Revolución!
¡Vivan los CDR!