Iroel Sánchez https://lapupilainsomne.wordpress.com
Essere Consigliere per la Sicurezza USA suppone occuparsi di un gruppo molto eterogeneo di temi relazionati al mondo intero. Tuttavia, se si esamina il profilo Twitter del Consigliere per la Sicurezza Nazionale USA, John Bolton, si può vedere che, dal 10 gennaio, solo twitta sul Venezuela.
E’ che un evento intollerabile, per chi governa a Washington DC, è appena accaduto questo 10 gennaio: è entrato in carica, per un secondo mandato come Presidente del Venezuela, Nicolas Maduro. Per gli USA, a questo punto, Maduro non dovrebbe essere Presidente. Per impedirlo si sono impiegate minacce di tutti i tipi, tra cui quelle di aggressione militare, decine di milioni di dollari per finanziare proteste violente, insieme a sanzioni economiche che hanno implicato l’assedio finanziario e la carenza indotta che giunsero a creare uno scenario molto critico nell’aprile 2017.
La storia è più lunga, ma può riassumersi, brevemente, come segue:
Dopo aver perso elezione dopo elezione, investendo denaro, organizzando oppositori, dando colpi di stato e petroliferi, nel 2013, con la morte di Hugo Chavez, Washington credette giunto il momento di rovesciare la Rivoluzione Bolivariana, nonostante il fatto che, secondo le leggi venezuelane, Nicolás Maduro fosse eletto Presidente, per sostituire Chávez, dal voto popolare.
L’amministrazione Obama andò aumentando il livello di aggressività, che incluse la dichiarazione del Venezuela come minaccia “insolita e straordinaria”, e mentre conversava su una normalizzazione delle relazioni con Cuba, mantenendo in piedi le armi più dannose del blocco economico, imperversava l’aggressione contro il suo principale alleato e operava, dal 2009, una strategia che per vie militari, parlamentari e mediatiche estrometteva dal governo buona parte dei governanti affini ad entrambi i paesi nella regione.
La direzione di un’Assemblea Nazionale eletta con maggioranza dell’opposizione, nel dicembre 2015, dichiarò che il suo obiettivo primario era quello di estromettere dalla Presidenza Maduro ma ammise tre deputati dell’opposizione, che oltre ad uno chavista, erano stati segnalati per acquisto di voti. Rifiutandosi, la direzione dell’Assemblea, di indagare su questi casi, e invece ammettendoli al suo interno, la Corte Suprema di Giustizia la dichiarò in ribellione e la risposta fu, quindi, chiamare ad un’ondata di violenza nelle strade per far cadere il governo, che raggiunse il suo culmine nell’aprile 2016.
Ma il 1 maggio dello stesso anno Nicolas Maduro convocò un’Assemblea Nazionale Costituente, la cui elezione, a cui partecipò la maggioranza dei venezuelani sfidando minacce ed ostacoli, fermò la violenza. Ma la stessa opposizione, che prima aveva richiesto un’Assemblea Costituente, ora la disconosceva.
A fine del 2017 erano state realizzate, in pace, elezioni governatoriali e comunali ed il chiavismo le ha vinte in 19 dei 23 stati, e nel 92% dei comuni.
Il Presidente Maduro non si è stancato di invitare al dialogo e si ebbero estesi negoziati in cui l’opposizione fu sul punto di accettare una partecipazione alle elezioni presidenziali ma, già con l’accordo pronto, una chiamata dell’allora Segretario di Stato USA Tillerson lo impedì.
L’opposizione si divise: una parte di essa partecipò alle elezioni presidenziali ed un’altra si appellò a boicottarle; il 20 maggio 2018, il 46,02% dei venezuelani, idonei al voto, si recarono alle urne per eleggere il Presidente e Nicolas Maduro ottenne il 67,64% dei suffragi. Mentre, il candidato dell’opposizione più votato raggiunse solo il 20,93%; possono sembrare cifre basse, ma sono superiori ai numeri con cui furono eletti alcuni dei governi che ora si sono uniti, sotto la guida USA, per dichiarare illegittima l’elezione di Maduro.
È comprensibile che Bolton tratti di cercare nel mondo virtuale ciò che la realtà gli nega. Secondo i piani, le risorse e gli sforzi investiti dai governi di George W, Bush, Barack Obama e Donald Trump, Nicolas Maduro non dovrebbe essere, oggi, Presidente del Venezuela, ma ora Washington, per più alleati e potere abbia, non decide chi governa in Venezuela.
C’è un gruppo di governi che sostiene l’assedio antichavista, ma lontano dall’essere ciò che gli USA vogliono: mentre all’investitura del suo omologo, Jair Bolsonaro, in Brasilia, hanno assistito 46 delegazioni straniere a quella di Maduro sono state 94.
Il messaggio di Caracas è di vittoria, i tweet di Bolton sono di sconfitta.
Los tuits de John Bolton y el mensaje de Caracas
Por Iroel Sánchez
Ser Consejero de Seguridad de Estados Unidos supone atender un grupo muy diverso de temas relacionados con el mundo entero. Sin embargo, si se revisa el perfil en Twitter del Consejero de Seguridad Nacional estadounidense, John Bolton, se puede apreciar que desde el 10 de enero sólo tuitea sobre Venezuela.
Y es que un suceso intolerable para quienes gobiernan en Washington DC acaba de ocurrir este 10 de enero: Tomó posesión para un segundo mandato como Presidente de Venezuela Nicolás Maduro. Para Estados Unidos, a estas alturas, Maduro no debería ser Presidente. Para impedirlo se han empleado amenazas de todo tipo, incluyendo las de agresión militar, decenas de millones de dólares para financiar protestas violentas, junto a sanciones económicas que han implicado el cerco financiero y el desabastecimiento inducido que llegaron a crear un escenario muy crítico en abril de 2017.
La historia es más larga, pero puede resumirse de modo breve:
Después de perder elección tras elección, invirtiendo dinero, organizando opositores, dando golpes de estado y petroleros, en 2013 con la muerte de Hugo Chávez, Washington creyó llegado el momento para derrocar la Revolución Bolivariana, a pesar de que de acuerdo a las leyes venezolanas Nicolás Maduro fue electo Presidente en sustitución de Chávez por el voto popular.
El gobierno de Barack Obama fue incrementando el nivel de las agresiones, que incluyó la declaración de Venezuela como amenaza “inusual y extraordinaria”, y mientras conversaba sobre una normalización de relaciones con Cuba, manteniendo en pie las armas más dañinas del bloqueo económico, arreciaba la agresión a su principal aliado y operaba desde 2009 una estrategia que por vías militares, parlamentarias y mediáticas que sacó del gobierno a buena parte de los gobernantes afines a ambos países en la región.
La dirección de una Asamblea Nacional electa con mayoría opositora en diciembre de 2015 declaró que su objetivo primero era sacar de la Presidencia a Maduro pero admitió tres diputados opositores que además de uno chavista habían sido señalados por compra de votos. Al negarse la dirección de la Asamblea a investigar esos casos, y por el contrario admitirlos en su seno, el Tribunal Supremo de Justicia la declaró en desacato y la respuesta fue entonces llamar a una ola de violencia en las calles para sacar al gobierno, que alcanzó su clímax en abril de 2016.
Pero el Primero de Mayo de ese año Nicolás Maduro llamó a una Asamblea Nacional Constituyente, cuya elección, en la que participó la mayoría de los venezolanos desafiando amenazas y obstáculos, frenó en seco la violencia. Pero la misma oposición que antes había reclamado una Asamblea Constituyente, ahora la desconoció.
A fines de 2017 se habían realizado en paz elecciones para gobernadores y alcaldías y el chavismo las ganó en 19 de los 23 estados, y el 92% de los municipios.
El Presidente Maduro no se ha cansado de llamar al diálogo y hubo extensas negociaciones en las que la oposición estuvo a punto de aceptar una participación en las elecciones presidenciales, pero ya con el acuerdo listo, una llamada del entonces Secretario de Estado norteamericano Tillerson lo impidió.
La oposición se dividió: una parte de ella participó en las elecciones presidenciales y otra llamó a boicotearlas, el 20 de mayo del 2018, el 46.02 por ciento de los venezolanos aptos fue a votar para elegir Presidente y Nicolás Maduro obtuvo el 67.64 por ciento de los sufragios. Mientras, el candidato de oposición más votado alcanzó solo el 20.93 por ciento, pueden parecer bajas las cifras pero son superiores a los números con que fueron electos varios de los gobiernos que ahora se han unido bajo la dirección de Estados Unidos para declarar ilegítima la elección de Maduro.
Es comprensible que Bolton trate de buscar en el mundo virtual lo que la realidad le niega. Según los planes, los recursos y los esfuerzos invertidos por los gobiernos de George W, Bush, Barack Obama y Donald Trump, Nicolás Maduro no debería ser hoy Presidente de Venezuela, pero ya Washington, por más que tenga aliados y poderío, no decide quien gobierna en Venezuela.
Hay un grupo de gobiernos que apoya el cerco antichavista pero dista de ser lo que Estados Unidos desea: Mientras a la toma de posesión de su par Jair Bolsonaro en Brasila asistieron 46 delegaciones extranjeras a la de Maduro lo hicieron 94.
El mensaje de Caracas es de victoria, los tuits de Bolton son de derrota.
(Al Mayadeen)