“Esso no puede Shell porque Texaco de aquì”: la Helms-Burton ha una storia
Leggiamo sulla stampa che la compagnia petrolifera Exxon Mobil è la prima grande transnazionale USA a ricorrere alla Legge Helms-Burton per citare in giudizio Cuba.
La raffineria a L’Avana dell’allora chiamata Esso Standard Oil fu nazionalizzata nel 1960, insieme a quelle di altre due grandi compagnie petrolifere del paese: Texaco (ora Chevron) e Shell.
Le citate tre società avevano il monopolio, a Cuba, della raffinazione del petrolio, che compravano, da loro stesse, dai grandi depositi situati in altri paesi.
L’Istituto Cubano del Petrolio, creato dalla Rivoluzione, decise porre fine a questa rapina, e cercò un fornitore molto più economico: l’Unione Sovietica.
La Legge dei Minerali-Combustibili del 1938 obbligava le società a “raffinare petrolio dello Stato (cubano), quando il Governo così lo decidesse”. Ma le compagnie petrolifere rifiutarono categoricamente di raffinare il petrolio sovietico.
Curiosamente, in Argentina, quelle stesse società raffinavano petrolio sovietico, ciò che dimostrava che a Cuba, agivano, col Dipartimento di Stato USA per soffocare economicamente il paese.
Fidel Castro lo avvertì ripetutamente: se non rispettavano la legge, le raffinerie sarebbero state confiscate.
A sostegno del governo, il popolo cubano inventò una frase scherzosa con i nomi delle tre società: “Esso no puede Shell, porque Texaco de aquí”, si cantava in tutta Cuba.
E così fu: le tre società furono nazionalizzate. Oggi nessun media ci spiega il perché di quella giusta decisione del Governo Rivoluzionario.
`Esso no puede Shell porque Texaco de aquí´: la Helms-Burton tiene historia
Leemos en la prensa que la petrolera Exxon Mobil es la primera gran transnacional estadounidense que se acoge a la Ley Helms-Burton para demandar a Cuba.
La refinería en La Habana de la entonces llamada Esso Standard Oil fue nacionalizada en 1960, junto a las de las otras dos grandes petroleras en el país: la Texaco (actual Chevron) y la Shell.
Las citadas tres empresas tenían el monopolio en Cuba del refinado de petróleo, que se compraban a sí mismas de sus grandes depósitos ubicados en otros países.
El Instituto Cubano del Petróleo, creado por la Revolución, decidió acabar con este robo, y buscó un proveedor mucho más económico: la Unión Soviética.
La Ley de Minerales-Combustibles de 1938 obligaba a las compañías a “refinar petróleo del Estado (cubano) cuando el Gobierno así lo acordara”. Pero las petroleras se negaron en rotundo a refinar el petróleo soviético.
Curiosamente, en Argentina, aquellas mismas compañías sí refinaban petróleo soviético, lo que demostraba que, en Cuba, actuaban, junto al Departamento de Estado de EEUU, para ahogar económicamente al país.
Fidel Castro se lo advirtió una y otra vez: si no cumplían la ley, las refinerías serían intervenidas.
En respaldo al gobierno, el pueblo cubano inventó una frase jocosa con los nombres de las tres empresas: “Esso no puede Shell, porque Texaco de aquí”, se coreaba en toda Cuba.
Y así fue: las tres compañías fueron nacionalizadas. Hoy ningún medio nos explica el porqué de aquella justa decisión del Gobierno Revolucionario.