Granma publica las sentidas palabras que pronunciara el Segundo Secretario del Comité Central del Partido, José Ramón Machado Ventura, durante el duelo de despedida del general de división Efigenio Ameijeiras Delgado, en el Panteón de los Veteranos de la Necrópolis Colón
Familiares y allegados del general de división Efigenio Ameijeiras Delgado;
Compañeras y compañeros:
La desaparición física del general de división Efigenio Ameijeiras acompaña recuerdos conmovedores de la historia reciente de la Patria. Tres de sus hermanos no pudieron ver el triunfo de la Revolución y algo aún más importante: continuar siendo protagonistas del empeño de nuestro pueblo por alcanzar, como dijo Martí, «toda la justicia» en la tierra cubana, y de su defensa permanente frente al enemigo.
Juan Manuel, el más pequeño de los Ameijeiras, con apenas 21 años cayó en el asalto al cuartel Moncada; Gustavo, el mayor, fue capturado por las hordas del tirano en Santiago de Cuba, cuando intentaba alcanzar el Segundo Frente, y nunca se supo dónde descansan sus restos mortales; Ángel, el inolvidable «Machaco», fue cobardemente asesinado en La Habana tras librar feroz combate, junto a un pequeño grupo de combatientes clandestinos, contra fuerzas muy superiores de la policía, menos de dos meses antes de la victoria del Primero de Enero.
No exagero al afirmar que la prole de Manuel y María de las Angustias, sus padres, dio continuidad al ejemplo de los Maceo Grajales. La heroica cubana supo crecerse ante el reto de sacar adelante a sus hijos en medio de incontables penurias, tras la pérdida de su esposo.
Efigenio tuvo la fuerza moral necesaria para transformar el dolor ante cada hermano caído en más valor, espíritu de sacrificio y fe inquebrantable en la victoria. Ahí está la brillante hoja de servicios a la Patria de este combatiente, de quien su jefe, el entonces Comandante Raúl Castro Ruz –para nada dado a exagerar calificativos–, afirmó era «uno de los jefes más astuto en el combate, valiente y aguerrido».
Apenas cinco años después de su nacimiento, el 21 de septiembre de 1931, en Chaparra, en la antigua provincia de Oriente, terminó la relativa bonanza económica familiar y vinieron tiempos de grandes vicisitudes, que el propio Efigenio calificó en su libro Más allá de nosotros, de «verdadera ordalía que hasta hoy lacera el espíritu».
No es de extrañar por tanto que la indignación ante el injusto orden imperante y la decisión de transformarlo a cualquier precio, fuera convicción compartida por los hombres y mujeres de aquella humilde familia, fogueada en el bregar cotidiano contra tanta miseria e injusticia.
Desde el mismo 10 de marzo de 1952, todos los hermanos, apoyados por la madre, se manifestaron de manera resuelta contra el golpe de Estado y fueron firmes convencidos de que el único camino para acabar con tantos males era el combate frontal contra la tiranía.
En el transcurso de ese batallar, en 1956 se hizo insostenible la persecución a que estaba sometido Efigenio, el Movimiento 26 de Julio decidió enviarlo a México, donde se incorporó de inmediato al grupo de los futuros expedicionarios del Granma.
Tras el desembarco y el posterior revés de Alegría de Pío, logró alcanzar la Sierra Maestra como parte del pequeño grupo encabezado por el entonces capitán Raúl Castro Ruz. Es, por tanto, testigo excepcional del histórico encuentro de Cinco Palmas, el 18 de diciembre de 1956, e integrante del núcleo fundador del Ejército Rebelde.
Combatió de manera destacada en la primera acción victoriosa de la guerrilla: el ataque al cuartel de La Plata. Participó en otras muchas acciones durante los meses siguientes, en que se fortaleció y creció el Ejército Rebelde. Tuvimos el privilegio de conocerlo y verlo actuar en aquella etapa de intenso bregar guerrillero, en que hizo gala del valor y arrojo que lo caracterizaron siempre.
En marzo de 1958, estuvo entre el puñado de rebeldes que fundaron el Segundo Frente Oriental Frank País. Allí fue nombrado jefe de la Compañía b, surgida del pelotón de retaguardia del destacamento llegado desde la Sierra Maestra, al que se sumaron numerosos combatientes guantanameros. En agosto de 1958, la Compañía se transformó en la Columna No. 6 Juan Manuel Ameijeiras Delgado.
Fueron numerosas las acciones combativas libradas por esta fuerza al mando del ya entonces Comandante Efigenio Ameijeiras.
A ellas se unió una intensa labor organizativa para la estructuración de tareas como la educación y la sanidad, entre otras, en consonancia con la llevada a cabo en todo el Frente, en su condición de segundo jefe.
Entre las acciones armadas, baste mencionar la batalla de La Lima en el verano de 1958, de importancia capital en el rechazo a la ofensiva enemiga y primer combate de posiciones librado por nuestras fuerzas.
La muerte de su hermano Ángel, el último en caer, lejos de amilanarlo fortaleció sus convicciones como revolucionario y su espíritu de lucha. Apenas conocida la terrible noticia, solicitó encarecidamente encabezar el refuerzo que el Jefe del Frente había decidido enviar a los rebeldes que combatían en el poblado de Imías.
Su llegada y sobre todo la audacia de los combatientes de la Columna 6, resultó decisiva luego de que lograra penetrar al cuartel un importante contingente de marinos y soldados trasladado por una fragata. El valor de aquellos hombres y la certera dirección de su jefe, aseguraron la victoria en la que fue la batalla más encarnizada librada en el Segundo Frente Oriental Frank País.
Al triunfo de la Revolución recibió la orden de trasladarse con urgencia a La Habana, con el objetivo de garantizar en breve plazo el orden y la seguridad en la gran urbe, para lo que es designado al frente de la nueva Policía Nacional Revolucionaria.
El cumplimiento rápido y eficaz de esa importante misión, de conjunto con las columnas de Camilo y Che, aseguró que transcurriera con total normalidad el masivo y espontáneo recibimiento del pueblo capitalino a la Caravana de la Libertad encabezada por nuestro Comandante en Jefe.
Desde entonces, no hubo un minuto de reposo en el enfrentamiento a los enemigos de la Revolución, que comenzaron de inmediato a ejecutar sabotajes y actos terroristas, con el abierto apoyo del Gobierno de Estados Unidos mediante su Agencia Central de Inteligencia.
Le siguió la invasión mercenaria por Playa Girón. Es bien conocida la destacada y heroica participación en su derrota del Batallón de la Policía Nacional Revolucionaria, al frente del cual combatió el Comandante Ameijeiras Delgado.
Por sus méritos personales y excepcionales dotes para el mando, ascendió desde soldado de filas hasta general de división.
Participó en la lucha contra bandidos en las montañas del Escambray, y formó parte de los contingentes de tropas cubanas que cumplieron misiones internacionalistas en Argelia y Angola.
Los méritos acumulados lo hicieron acreedor de la condición de fundador del Partido Comunista de Cuba y miembro de su primer Comité Central.
Efigenio fue, como todos nosotros, un hombre de carne y hueso, no un ser infalible. Los errores supo asumirlos con el mismo valor, modestia y entereza que mostró en cada combate, en la construcción del socialismo y en el esfuerzo por superarse, gracias al cual pudo graduarse como licenciado en Historia en la Universidad de La Habana y legarnos valiosas obras testimoniales e investigaciones acerca de la lucha revolucionaria.
Emprendió con amor y pasión la tarea de construir un gran hospital en La Habana, sin saber que más tarde, a propuesta del Comandante en Jefe, se llamaría «Hermanos Ameijeiras». Ahora, por sobradas razones, ese nombre suma al legado de Juan Manuel, Gustavo y Ángel, el de Efigenio Ameijeiras.
Por su aporte a la defensa y a la construcción de la Patria Nueva; por su ejemplar trayectoria y fidelidad a la causa revolucionaria, nuestro pueblo le concedió el Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba.
Mereció las órdenes Playa Girón, Por el Servicio a la Patria de Primer Grado y Che Guevara de Segundo Grado; las medallas de Combatiente de la Lucha Clandestina, Combatiente de la Guerra de Liberación, Combatiente de la Columna No. 1 José Martí; y Combatiente Internacionalista de Primera y Segunda Clases, entre otros muchos reconocimientos.
La vida y obra del general de división Efigenio Ameijeiras Delgado constituye un ejemplo de modestia, honestidad, entrega sin límites al deber, a las Fuerzas Armadas Revolucionarias y a la Revolución. A ello unió su lealtad incondicional al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y al General de Ejército Raúl Castro Ruz.
Hoy, cuando crecen nuevamente las amenazas contra Cuba y aumentan los peligros y las dificultades; en momentos en que algunos, guiados por mezquinos intereses materiales, intentan asumir el triste papel de aquellos esbirros serviles al imperio que décadas atrás masacraron tantos jóvenes heroicos, el pensamiento y la obra de las mujeres y hombres que como Efigenio Ameijeiras, lo dieron todo sin reclamar nunca nada, constituye poderosa arma frente al enemigo y brújula infalible en el camino del deber y la lealtad a los principios.
Ante las cenizas del hermano caído, reafirmemos, una vez más, la inquebrantable decisión de ser siempre dignos del legado de los héroes de la Patria.
Muchas gracias.