Sembrerebbe che il mese di aprile sia destinato, dall’imperialismo e dai nemici della nostra Rivoluzione, all’accanimento storico contro il più puro e radicale del nostro pensiero antimperialista
René González Barrios www.granma.cu
Sembrerebbe che il mese di aprile sia destinato, dall’imperialismo e dai nemici della nostra Rivoluzione, all’accanimento storico contro il più puro e radicale del nostro pensiero antimperialista
Il 15 aprile 1961, durante il bombardamento dell’aeroporto di Santiago de Cuba, prima dell’invasione mercenaria di Playa Girón, un proiettile calibro 50 sparato da un aereo nemico, non sappiamo se pilotato da uno statunitense o da un controrivoluzionario cubano, attraversò il petto del busto del Titano di Bronzo, situato alla periferia del terminal aereo. Fu la sua ferita numero 27. Lì rimase il buco come testimone simbolico di un crimine che non poté annichilare lo spirito tenace di resistenza, dignità ed antimperialismo che caratterizza un popolo erede del pensiero del Luogotenente Generale Antonio Maceo.
Quasi 60 anni dopo, lo scorso 30 aprile, una mano tenebrosa, per motivi ancora sconosciuti, ma mossa dall’odio che contro la nostra umanista Rivoluzione, distillano i politici estremisti che compongono o accompagnano l’attuale Governo USA ha spietatamente sparato contro la nostra sede diplomatica a Washington, colpendo, con uno dei proiettili, l’addome della statua di bronzo di José Martí, posta nel giardino della Missione.
Solo pochi mesi fa, incitati e pagati da Miami, mercenari senza scrupoli, venduti per alcuni miseri dollari, hanno imbrattato, a l’Avana, i busti del nostro apostolo. Ora, non conoscendo ancora se motivato o pagato da chi, in un paese in cui la vendita di armi è un lucroso affare, lo feriscono con un proiettile in piena Washington. Questa sarà, anche, una ferita che come segno rimarrà per la storia, come simbolo dell’intolleranza e dell’odio profondo che l’imperialismo ed i suoi lacchè sentono contro la nostra Rivoluzione.
Questi impatti hanno un effetto boomerang: fanno rivivere i nostri eroi e ci ricordano gli avvertimenti che entrambi ci hanno lasciato in eredità sulla natura del nascente imperialismo del Nord. I proiettili alle statue e ai busti dei nostri grandi non li feriscono, li rivitalizzano e li esaltano. Sono ferite che tutti condividiamo e sentiamo come nostre, irradiano coraggio e vergogna e ci stimolano a difendere le loro idee, principi e la nostra Cuba sovrana.
Los actos terroristas no aniquilarán el valor legado por nuestros héroes
Pareciera que el mes de abril estuviese destinado, por el imperialismo y los enemigos de nuestra Revolución, al ensañamiento histórico contra lo más puro y radical de nuestro pensamiento antimperialista
Autor: René González Barrios
Pareciera que el mes de abril estuviese destinado, por el imperialismo y los enemigos de nuestra Revolución, al ensañamiento histórico contra lo más puro y radical de nuestro pensamiento antimperialista.
El 15 de abril de 1961, durante el bombardeo al aeropuerto de Santiago de Cuba, previo a la invasión mercenaria de Playa Girón, un proyectil calibre 50 disparado por un avión enemigo, no sabemos si piloteado por un estadounidense o un contrarrevolucionario cubano, atravesó el pecho del busto del Titán de Bronce, ubicado en las afueras de la terminal aérea. Fue su herida 27. Ahí quedó el orificio como testigo simbólico de un crimen que no pudo aniquilar el espíritu tenaz de resistencia, dignidad y antimperialismo que caracteriza a un pueblo heredero del pensamiento del Lugarteniente General Antonio Maceo.
Casi 60 años después, el pasado 30 de abril, una mano tenebrosa, con móviles aún desconocidos, pero llevada por el odio que contra nuestra humanista Revolución destilan los políticos extremistas que componen o acompañan al actual Gobierno estadounidense, disparó despiadadamente contra nuestra sede diplomática en Washington, impactando, con uno de los proyectiles, el abdomen de la estatua de bronce de José Martí, situada en el jardín de la Misión.
Hace solo unos meses, incitados y pagados desde Miami, inescrupulosos mercenarios, vendidos por unos míseros dólares, mancillaron en La Habana bustos de nuestro Apóstol. Ahora, desconociéndose aún si motivado o pagado por quién, en un país donde la venta de armas es un sustancioso negocio, lo hieren de un balazo en pleno Washington. Esta será, también, una herida, que como huella, quedará para la historia, como símbolo de la intolerancia y el odio profundo que sienten, contra nuestra Revolución, el imperialismo y sus lacayos.
Estos impactos tienen efecto boomerang: reviven a nuestros héroes, y nos recuerdan las alertas que ambos nos legaran sobre la naturaleza del naciente imperialismo del Norte. Los balazos a las estatuas y bustos de nuestros mayores, no los hieren, los revitalizan y enaltecen. Son heridas que todos compartimos y sentimos como propias, irradian coraje y vergüenza y nos estimulan a defender sus ideas, principios y nuestra Cuba soberana.