Angel Guerra Cabrera www.cubadebate.cu
Il 29 aprile Mike Pompeo, segretario di Stato USA ed ex direttore della CIA, ha chiesto, con urgenza e non poca allucinazione, l’iscrizione della sua ambasciata a Caracas “per quando Maduro lasci il potere”. Non è necessario essere stratega politico per rendersi conto che fosse un cenno al gruppo di mercenari addestrati, per mesi, da ex berretti verdi USA, in tre campi situati nella vicina Colombia, per realizzare un’incursione militare in Venezuela.
Un’incursione che 72 ore dopo ha ricevuto una sovrana batosta dall’unione civile-militare-poliziale bolivariana ed alla quale hanno partecipato due ex militari USA appartenenti alla compagnia di sicurezza di quel paese Silvercorp USA. L’esistenza dei campi è stata denunciata più volte dal presidente venezuelano Nicolás Maduro, che ha offerto dettagli sulla complicità, il sostegno e la sponsorizzazione del governo colombiano a tali attività.
Poco dopo l’ultima visita alla Casa Bianca del Presidente della Colombia, Iván Duque, Maduro, che evidentemente ha eccellenti fonti a Bogotà, ha sentenziato che questi era tornato con l’ordine di Trump di realizzare un’aggressione contro il Venezuela.
Proprio, all’epoca era scoppiato uno scandalo nel paese vicino per le dichiarazioni dell’ex generale e disertore dell’esercito venezuelano, Cliver Alcalá, che un carico di armi sequestrato dalla procura colombiana era sotto la sua responsabilità e destinato all’entrata in Venezuela di tre gruppi di ex militari militari venezuelani che avrebbero attentato contro la vita di Maduro e dei principali dirigenti bolivariani. Alcalá, che risiedeva in Colombia da tre anni, ha fatto questa dichiarazione alla stazione radio W da casa sua ed è stato molto preciso: “Le armi sequestrate in Colombia appartenevano al popolo venezuelano, nell’ambito di un patto o di un accordo firmato dal Presidente (Juan) Guaidó, il Sign. JJ Rendón, il Sign. (Sergio) Vergara e consiglieri USA”. Ha aggiunto di aver riferito tale circostanza le autorità colombiane.
La firma del contratto e la partecipazione di SivercorpUSA sono state confermate, domenica scorsa, in un video dal padrone dell’azienda, anch’egli ex berretto verde Jordan Goudreau. Curiosamente, Alcalá non solo non è stato infastidito dalle forze di sicurezza colombiane, ma queste hanno agevolato la sua consegna al governo USA, che stranamente aveva appena offerto una ricompensa per la sua cattura, per essere appartenuta all’inesistente “cartello dei soli” quando aveva posizione di comando militare, un’invenzione della feroce campagna diffamatoria anti venezuelana degli USA.
Dopo tutto ciò, quando non è un segreto che Duque sia un lacchè di Trump né che ci siano sette basi militari USA in Colombia, si dovrebbe essere molto ingenui nel credere che il pupillo di Uribe e Trump non siano perfettamente informati dei piani sovversivi contro il Venezuela. Dai, che questi siano cucinati nel Palacio de Nariño con condimento diretto della Casa Bianca.
Per questo ha un’importante carica politica il fulminante smantellamento da parte del chavismo dell’incursione mercenaria proveniente dalla Colombia e conferma la sua unità, coesione ed elevata combattività. È stata un’azione di unità navali e militari bolivariane in cui l’intelligence popolare e le milizie hanno avuto un ruolo eccezionale. La cattura di uno dei gruppi mercenari da parte di una manciata di pescatori miliziani e di poliziotti comunali che hanno causato la resa degli invasori a bordo della stessa barca in cui intendevano sbarcare è molto istruttiva. Macuto, nello stato di La Guaira, il punto della costa dello stato di La Guaira, da dove pretendeva penetrare il gruppo terroristico, disarticolato domenica 3 con diverse vittime, si trova a meno di 50 chilometri da Caracas.
Questo dato e la composizione del comando del contingente, che viaggiava su due lance rapide, tendono a confermare i rapporti dei servizi segreti bolivariani secondo cui il piano dei terroristi era di attaccare il palazzo Miraflores ed assassinare il presidente Maduro. Tuttavia, richiama l’attenzione la dichiarazione di uno dei due ex militari USA del gruppo catturato in Venezuela, che ha affermato di avere ordini, dal suo capo, di arrestare l’esecutivo venezuelano e portarlo negli USA. Disinformazione? Delirio?
Questi eventi si svolgono in un contesto molto violento, quando Trump ha appena lanciato “la più grande operazione antidroga realizzata nei Caraibi”. Ma, con inaudito cinismo, diretta contro il Venezuela. Non contro la Colombia, che produce il 90% della cocaina mondiale. Nel mezzo della pandemia, il gruppo criminale della Casa Bianca semina odio, razzismo, suprematismo bianco, conflitti. Accusa l’OMS e la Cina per la diffusione, in tutto il mondo, del coronavirus nel tentativo di distogliere l’attenzione dalla sua irresponsabile, inetta e criminale gestione della pandemia negli USA. Tutto alla ricerca della rielezione del peggior presidente nella storia degli USA.
Venezuela, derrota gringa
Por: Angel Guerra Cabrera
El 29 de abril Mike Pompeo, secretario de Estado estadounidense y ex director de la CIA, pidió, con apremio y no poca alucinación, el alistamiento de su embajada en Caracas “para cuando Maduro deje el poder”. No es necesario ser estratega político para percatarse de que era un guiño al grupo de mercenarios entrenados desde hacía meses por ex boinas verdes de Estados Unidos en tres campamentos situados en la vecina Colombia para realizar una incursión militar en Venezuela.
Una incursión que 72 horas después recibió una soberana paliza de la unión cívico-militar-policial bolivariana y en la que participaban dos ex militares de Estados Unidos pertenecientes a la empresa de seguridad de ese país Silvercorp USA. La existencia de los campamentos había sido denunciada varias veces por el presidente venezolano Nicolás Maduro, quien ofreció detalles sobre la complicidad, el apoyo y el auspicio del gobierno colombiano a estas actividades.
Poco después de la última visita a la Casa Blanca del presidente de Colombia, Iván Duque, Maduro, que evidentemente tiene excelentes fuentes en Bogotá, sentenció que este había regresado con orden de Trump de poner en práctica una agresión contra Venezuela.
Justamente, a la sazón había estallado un escándalo en el país vecino al declarar el ex general y desertor del ejército de Venezuela, Cliver Alcalá, que un alijo de armas ocupado por la fiscalía colombiana estaba bajo su responsabilidad y destinado al ingreso en Venezuela de tres grupos de ex militares venezolanos que atentarían contra la vida de Maduro y los principales líderes bolivarianos. Alcalá, que residía en Colombia hacía tres años hizo esta declaración a la emisora de radio W desde su casa y fue muy preciso: “Las armas incautadas en Colombia pertenecían al pueblo venezolano, en el marco de un pacto o de un convenio firmado por el presidente (Juan) Guaidó, el señor JJ Rendón, el señor (Sergio) Vergara y asesores norteamericanos”. Añadió que había informado este extremo a las autoridades colombianas.
La firma del contrato y la participación de SivercorpUSA fue confirmada el domingo pasado en un video por el dueño de la firma, el también ex boina verde Jordan Goudreau. Curiosamente, Alcalá no solo no fue molestado por los cuerpos de seguridad colombianos sino que estos facilitaron su entrega al gobierno de Estados Unidos, que extrañamente acababa de ofrecer una recompensa por su captura, por haber pertenecido al inexistente “cartel de los soles” cuando tenía posición de mando militar, un invento de la ruin campaña de difamación antivenezolana de Estados Unidos.
Después de todo esto, cuando no es secreto que Duque sea un lacayo de Trump ni que existen siete bases militares estadounidenses en Colombia, habría que ser muy ingenuo para creer que el pupilo de Uribe y Trump no están perfectamente informados de los planes subversivos contra Venezuela. Vamos, que estos se cocinan en el Palacio de Nariño con aliño directo de la Casa Blanca.
Por ello tiene una importante carga política el fulminante desmantelamiento por el chavismo de la incursión mercenaria procedente de Colombia y confirma su unidad, cohesión y alta combatividad. Ha sido una acción de unidades navales y militares bolivarianas en la que han tenido un destacado papel la inteligencia popular y las milicias. Es muy aleccionadora la captura de uno de los grupos mercenarios por un puñado de pescadores milicianos y policías municipales que rindieron a los invasores a bordo de la misma lancha en la que pretendían desembarcar. Macuto, en el estado de La Guaira el punto de la costa del Estado de la Guaira, por donde pretendía penetrar el grupo terrorista desarticulado el domingo 3 con varias bajas, se encuentra situado a menos de 50 kilómetros de Caracas.
Ese dato y la composición comando del contingente, que viajó en dos lanchas rápidas, tiende a confirmar los informes de los servicios de inteligencia bolivarianos, de que el plan de los terroristas era atacar el Palacio de Miraflores y asesinar el presidente Maduro. Sin embargo, llama la atención la declaración de uno de los dos ex militares estadounidenses del grupo capturado en Venezuela, quien afirmó que tenía órdenes de su jefe, de apresar al ejecutivo venezolano y conducirlo a Estados Unidos. ¿Desinformación? ¿Delirio?
Estos hechos se producen en un contexto muy vicioso, cuando Trump acaba de lanzar “la mayor operación antidrogas realizada en el Caribe”. Pero, con inaudito cinismo dirigida contra Venezuela. No contra Colombia, que produce el 90 por ciento de la cocaína del mundo. En medio de la pandemia el grupo delictivo de la Casa Blanca siembra odios, racismo, supremacismo blanco, conflictos. Acusa a la OMS y a China por la extensión mundial del coronavirus en el intento de desviar la atención de su irresponsable, inepto y criminal gestión de la pandemia en Estados Unidos. Todo en busca de la reelección del peor presidente de la historia de Estados Unidos.