Ogni giorno di silenzio pubblico sull’atto perpetrato contro l’Ambasciata cubana a Washington, da un individuo che si è confessato pronto ad uccidere, “è un giorno che dimostra la complicità dell’attuale amministrazione USA in relazione a detto evento”
Autore: Raúl Antonio Capote www.granma.cu
È già stato detto più volte. Ogni giorno di silenzio pubblico sull’atto perpetrato contro l’Ambasciata cubana a Washington, da un individuo che si è confessato pronto ad uccidere, “è un giorno che dimostra la complicità dell’attuale amministrazione USA in relazione a detto evento”.
A questo punto della storia, è ingenuo pensare che non ci siano relazioni vincolanti. In assenza di spiegazioni pubbliche coerenti dalla leadership politica USA, sono più schiaccianti gli elementi riportati dal ministro degli Esteri cubano, Bruno Rodríguez Parrilla: «il governo USA deve ancora spiegare quali siano i nessi di un centro religioso sell’area di Doral, nel sud della Florida, con l’attaccante Alexander Alazo Baró.
È noto che presso il Doral Jesus Worship Center si riuniscono estremisti con riconosciuto comportamento aggressivo nei confronti dell’Isola. In tale installazione, ha spiegato il cancelliere, Alazo è entrato in contattato con il pastore Frank López, che intrattiene relazioni con il senatore Marco Rubio, il venezuelano Carlos Beccio, e anche con il congressista Mario Díaz-Balart, tra le altre figure di noto estremismo contro Cuba.
L’attaccante dell’Ambasciata, opportunamente caratterizzato “con disturbi psichiatrici”, si relazionò in quella chiesa con il cittadino di origine cubana Leandro Pérez, che ha ammesso di essere “un amico intimo del tiratore”. Il suddetto Leandro è “conosciuto” nelle reti sociali per i suoi continui appelli a compiere azioni violente contro Cuba.
Altri elementi collegano Alazo Baró con gli infami che hanno commesso atti di profanazione contro i busti di Martí a L’Avana; con gli autori materiali ed intellettuali, dicasi Panter Rodríguez Baró, Yoel Prieto Tamayo, Ana Olema e compagnia.
Di cosa stiamo parlando allora? Sebbene la domanda logica rimanga senza “risposte ufficiali”, non vi è dubbio che i fili della trama conducono agli stessi labirinti della mafia senza patria ed annessionista, ai mercanti dello sciovinismo, ai veterani terroristi che godono placidamente del frutto delle loro azioni, in un paese il cui governo conosce questi legami, ma chiude un occhio ed opta per rimanere in silenzio.
¿Cómo el silencio oficial explica la trama de un atentado terrorista?
Cada día de silencio público sobre el acto perpetrado contra la Embajada cubana en Washington, por un individuo que se confesó dispuesto a matar, «es un día que demuestra la complicidad de la actual administración de Estados Unidos en relación con dicho acontecimiento»
Autor: Raúl Antonio Capote
Ya se ha dicho varias veces. Cada día de silencio público sobre el acto perpetrado contra la Embajada cubana en Washington, por un individuo que se confesó dispuesto a matar, «es un día que demuestra la complicidad de la actual administración de Estados Unidos en relación con dicho acontecimiento».
A estas alturas de la historia, es ingenuo pensar que no haya relaciones vinculantes. A falta de explicaciones públicas coherentes de la cúpula política estadounidense, son más contundentes los elementos referidos por el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla: «el Gobierno de EE.UU. está aún por explicar cuáles son los nexos de un centro religioso de la zona de Doral, en el sur de Florida, con el atacante Alexander Alazo Baró».
Es conocido que en el Doral Jesus Worship Center se reúnen personas extremistas con reconocidas conductas de agresión contra la Isla. En esa instalación, explicó el Canciller, Alazo entró en contacto con el pastor Frank López, quien mantiene relaciones con el senador Marco Rubio, el venezolano Carlos Beccio, e incluso con el congresista Mario Díaz-Balart, entre otras figuras de conocido extremismo contra Cuba.
El atacante de la Embajada, convenientemente caracterizado «con trastornos siquiátricos», se relacionó en esa iglesia con el ciudadano de origen cubano Leandro Pérez, quien reconoció ser «amigo cercano del tirador». El susodicho Leandro es «conocido» en las redes sociales por sus llamados constantes a realizar acciones violentas contra Cuba.
Otros elementos vinculan a Alazo Baró con los infames que cometieron actos de profanación contra los bustos de Martí en La Habana; con los autores materiales y los intelectuales, dígase Panter Rodríguez Baró, Yoel Prieto Tamayo, Ana Olema y compañía.
¿De qué hablamos entonces? Aunque la pregunta lógica sigue sin «respuestas oficiales», no hay duda de que los hilos de la trama conducen a los mismos laberintos de la mafia apátrida y entreguista, a los mercaderes del patrioterismo, a los veteranos terroristas que disfrutan plácidamente del fruto de sus acciones, en un país cuyo Gobierno conoce de estos nexos, pero hace la vista gorda y opta por guardar silencio.