Iris Hernández Rodríguez http://periodico26.cu
Las Tunas – Delle molte esperienze vissute a Crema, in Italia, come parte della Brigata Henry Reeve, Eduardo Brito Pérez, di Las Tunas, conserva numerose foto. Le guarderà più volte nel viaggio di ritorno in Patria, durante l’isolamento che deve continuare a L’Avana, quando passino gli anni, quando la sua famiglia ed i suoi amici gli chiedano e vogliano dettagli, quando i suoi figli desiderino condividere l’orgoglio di loro padre. Ma i ricordi più profondi non sono contenibili in una sola immagine.
Quegli ultimi giorni di marzo, né la lingua diversa né il freddo che provò quando arrivò in Europa fu ciò che colpì maggiormente l’anima di questo infermiere della sala di emodialisi dell’ospedale Ernesto Guevara de la Serna, nel capoluogo. Non dimenticherà più il numero di pazienti malati di Covid-19; le sale affollate, i corridoi con letti … Ovunque, nella struttura sanitaria dove sono arrivati in primis, c’erano persone con difficoltà respiratorie, febbre o qualsiasi altro sintomo causato dal SARS-CoV-2.
Ricorda, in particolare, il caso di una signora che si stava già riabilitando. “Ci ha scritto per ringraziarci”, mi racconta tramite Messenger. “Non poteva né camminare né andare in bagno a causa della mancanza di aria. La indirizzarono all’ospedale dei cubani, come lo identificavano. Nella lettera lo esprime così: “… entrai e mi accolsero degli angeli che dicevano entra, ti salverai e questo erano loro, i cubani … mi facevano tutto e mi hanno insegnato a camminare dopo tanti anni”. È stato molto triste perché aveva perso marito ed un figlio per il Covid-19″.
Mentre stavamo parlando, i membri della brigata erano già in quarantena prima del viaggio di ritorno nel paese; alcuni facevano ginnastica, altri preparavano la valigia, la maggior parte conversava con familiari, amici ed autorità sanitarie che li chiamavano per sapere di loro. Scherzavano tra loro, “ormai sai com’è il cubano e le sue battute”, chiarisce Eduardo.
Chiedo se si conoscessero da prima. Risponde che molti hanno affrontato l’epidemia del virus Ebola in Africa occidentale nel 2014. Ed il confronto è inevitabile. “Questa missione è molto rischiosa a causa del potere di contagio del nuovo coronavirus. Ma quella dell’Ebola aveva una mortalità molto elevata. Ciò che abbiamo imparato là è stato utile soprattutto per l’organizzazione del lavoro”.
Le costanti sirene delle ambulanze e il gran numero di pazienti hanno segnato l’arrivo dei professionisti cubani. In quel momento, la Lombardia, regione alla quale appartiene Crema, era diventata l’epicentro della pandemia in Italia. Solo eroi -anche se loro non si riconoscono come tali- potrebbero assumere un panorama di questa portata, con coraggio, preparazione e altruismo senza pari.
“I pazienti erano lì ad aspettarci. La situazione era grave nelle strutture della città, non c’era tregua. Ci hanno chiamati e ci hanno mostrato i corridoi pieni di letti. I militari lavoravano rapidamente nella costruzione dell’ospedale da campo. Solo 24 ore e abbiamo già iniziato. In zona rossa per tutto il tempo”.
A 54 anni, Eduardo fa della generosità il suo quotidiano. Dagli inizi nel reparto Urgenze del “Guevara”, poi in Terapia Intensiva, arrivò ai servizi di Emodialisi. “Lì è come stare in famiglia con i pazienti, perché vengono tre volte alla settimana e uno è molto coinvolto. Sempre pensi a loro, è una vita difficile quella che conducono e vuoi che la passino bene, almeno le ore che sono in ospedale”.
Oltre a combattere le epidemie di Ebola e Covid-19, Eduardo aveva già affrontato scenari difficili in altri paesi. Lasciò Natacha, sua moglie, un’infermiera del policlinico Guillermo Tejas ed i suoi figli per aiutare gli altri. Aveva dato il meglio del suo lavoro ad Haiti ed in Ecuador.
Le foto della cerimonia d’addio e d’omaggio alla brigata medica a Crema hanno riempito le reti sociali. Emoziona sempre vedere le persone mentre li salutano al loro passaggio e gridano “grazie”. Il ringraziamento degli abitanti della città e delle autorità si è tradotto in applausi, perché come ha detto la sindaca, con loro è stato molto più facile. Tra quegli uomini con le magliette rosse con la scritta ‘Mi dicono Cuba’, c’era anche uno dei buoni figli di Las Tunas.
“Grazie” a un enfermero de Las Tunas en Italia
Escrito por Iris Hernández Rodríguez
Las Tunas – De las muchas experiencias vividas en Crema, Italia, como parte de la Brigada Henry Reeve, Eduardo Brito Pérez, de Las Tunas, guarda numerosas fotos. Las volverá a mirar una y otra vez en el viaje de regreso a la Patria, durante el aislamiento que debe seguir en La Habana, cuando pasen los años, cuando su familia y amigos le pregunten y quieran detalles, cuando sus hijos deseen compartir el orgullo por su padre. Pero las memorias más hondas no caben en una imagen.
Aquellos últimos días de marzo, ni el idioma diferente, ni el frío que sintió al llegar a Europa fue lo que más impactó en el alma de este enfermero de la sala de Hemodiálisis del hospital Ernesto Guevara de la Serna, de la ciudad capital. Ya no va a olvidar la cantidad de pacientes enfermos por la Covid-19; las salas llenas, los pasillos con camas… Por todas partes de la instalación sanitaria a donde llegaron al principio, había personas con dificultad para respirar, con fiebre o con cualquier otro síntoma causado por el SARS-CoV-2.
Recuerda, en particular, el caso de una señora que ya se está rehabilitando. “Nos escribió para agradecernos”, me cuenta vía Messenger. “Ella no podía ni caminar, ni ir al baño por la falta de aire. La remitieron para el hospital de cubanos, como lo identificaban. En la carta lo expresa así: ‘… entré y me recibieron unos ángeles que me decían pasa, te vas a salvar y eso eran ellos, los cubanos… todo me lo hacían y me enseñaron a caminar después de tantos años’. Fue muy triste porque ella había perdido al esposo y a un hijo por la Covid-19”.
Mientras conversamos, los miembros de la brigada ya estaban en cuarentena previa al viaje de retorno al país; algunos hacían ejercicios, otros alistaban la maleta, la mayoría conversaba con familiares, amigos y autoridades de Salud que los llamaban para saber de ellos. También bromeaban entre sí, “ya sabes cómo es el cubano y sus ocurrencias”, aclara Eduardo.
Le pregunto si se conocían de antes. Me responde que muchos estuvieron librando la epidemia por el virus del ébola en África occidental en el 2014. Y se hace inevitable la comparación. “Esta misión es muy riesgosa por el poder de contagio del nuevo coronavirus. Pero, la del ébola tenía muy alta la letalidad. Lo que aprendimos allá nos fue útil, sobre todo, para la organización del trabajo”.
Las sirenas constantes de las ambulancias y el número tan grande de enfermos marcaron la llegada de los profesionales cubanos. En esos momentos, Lombardía, región a la cual pertenece Crema, se había convertido en epicentro de la pandemia en Italia. Solo héroes -aunque ellos no se reconozcan como tal- podían asumir un panorama de esa magnitud, con entereza, preparación y un altruismo incomparables.
“Los pacientes estaban ahí esperando por nosotros. La situación era grave en las instalaciones de la ciudad, no daba para más. Nos llamaron y enseñaron los pasillos llenos de camas. Los militares trabajaban en la construcción del hospital de campaña aceleradamente. Solo 24 horas y ya empezamos. En zona roja todo el tiempo”.
A los 54 años de edad, Eduardo hace de la bondad su día a día. De los inicios en Urgencias del “Guevara”, luego Cuidados Intensivos, llegó a los servicios de Hemodiálisis. “Allí es como estar en familia con los pacientes, porque vienen tres veces a la semana y uno se compenetra mucho. Siempre estás pensando en ellos, es una vida difícil la que llevan y quieres que la pasen bien, por lo menos las horas que están en el hospital”.
Además del combate de las epidemias de ébola y Covid-19, ya Eduardo había enfrentado escenarios difíciles en otros países. Se alejó de Natacha, su esposa, enfermera del policlínico Guillermo Tejas, y de sus hijos, para ayudar a otros. Había entregado lo mejor de su trabajo en Haití y Ecuador.
Las fotos del acto de despedida y de homenaje a la brigada médica en Crema llenaron las redes sociales. Emociona una y otra vez ver a las personas mientras los saludan a su paso y gritan “grazie”. El agradecimiento de los habitantes de la ciudad y de las autoridades quedó traducido en aplausos, porque como dijera la alcaldesa, con ellos fue mucho más fácil. Entre aquellos hombres con pulóveres rojos con la inscripción Me dicen Cuba, también había uno de los buenos hijos de Las Tunas.