Raúl Antonio Capote www.granma.cu
La catena alberghiera USA Marriott ha annunciato la chiusura delle sue operazioni a Cuba, dopo che il governo USA si è rifiutato di rinnovare la licenza per operare qui.
È un’ulteriore misura dell’assedio economico contro Cuba, che si somma a centinaia di azioni dettate dall’esecutivo di Washington durante l’amministrazione di Donald Trump.
Per citare solo alcuni esempi, nel giugno 2019, l’OFAC ed il Bureau d’Industria e Sicurezza (BIS) hanno annunciato misure che includevano il rifiuto delle licenze per viaggi di crociere, imbarcazioni ricreative ed aerei privati.
Quell’anno l’OFAC, tra altre, ha imposto sanzioni alle società USA Expedia Group Inc., Hotelbeds USA Inc. e Cubasphere Inc.
La persecuzione, ai sensi del Titolo III della Legge Helms-Burton, di prestigiose compagnie alberghiere straniere che fanno affari a Cuba, è stata una costante nella politica della Casa Bianca.
Il Dipartimento dei Trasporti, nell’ottobre 2019, ha annunciato la sospensione di tutti i voli delle compagnie aeree USA, dagli USA a Cuba, con eccezione di quelli diretti all’Aeroporto Internazionale José Martí dell’Avana, azione che si è conclusa nell’agosto 2020, con il divieto dei voli charter privati.
Si potrebbe persino pensare che esiste, nel nostro vicino del nord, una sorta di congrega di “politicanti”, come li chiamava, a suo tempo, José Martí, ed altri demoni minori, che competono per vedere a chi viene la “migliore idea” per punire Cuba.
Ma il fatto risulta peggiore. È una politica di Stato, fa parte di un modo di vedere il mondo, di una mancanza di impegno con la realtà, dove si privilegiano gli interessi di un individualismo feroce.
Non sono immaginari cattivi di Marvel, sono i nemici mortali della nostra concezione del mondo, della nostra indipendenza e sovranità; gli avversari classificati come “potere duro”, la più rancida variante dell’avversario che abbiamo sofferto e sconfitto in questi più di 60 anni. Il governo di Donald Trump e ciò che rappresenta, conformano l’idea della superbia, della stoltezza umana, incarnata in un sistema che non apprende dalle sue sconfitte.
Castigar a Cuba es una política de Estado de Estados Unidos
Autor: Raúl Antonio Capote
La cadena hotelera estadounidense Marriott anunció el cierre de sus operaciones en Cuba, después de que el Gobierno de Estados Unidos se negara a renovarle la licencia para operar aquí.
Es una medida más del cerco económico contra Cuba, que se suma a los cientos de acciones dictadas por el Ejecutivo de Washington durante la administración de Donald Trump.
Por solo citar algunos ejemplos, en junio de 2019 la OFAC y el Buró de Industria y Seguridad (BIS) anunciaron medidas que incluyeron la denegación de licencias para viajes en cruceros, embarcaciones recreativas y aeronaves privadas.
La OFAC ese año, entre otras, impuso sanciones a las compañías estadounidenses Expedia Group Inc., Hotelbeds USA Inc. y Cubasphere Inc.
La persecución, al amparo del Título III de la Ley Helms-Burton, de prestigiosas compañías hoteleras extranjeras que tienen negocios en Cuba, ha sido una constante en la política de la Casa Blanca.
El Departamento de Transporte, en octubre de 2019, anunció la suspensión de todos los vuelos de aerolíneas estadounidenses desde ee. uu. a Cuba, con excepción de los dirigidos al aeropuerto internacional José Martí de La Habana, acción que redondeó en agosto de 2020, con la prohibición de los vuelos chárter privados.
Pudiera llegarse a pensar que existe en nuestro cercano vecino del norte una especie de aquelarre de «politicianos», como les llamó en su tiempo José Martí, y otros demonios menores, que compiten por ver a quién se le ocurre la «mejor idea» para castigar a Cuba.
Pero el asunto resulta mucho peor. Es una política de Estado, forma parte de una manera de ver el mundo, de una falta de compromiso con la realidad, donde se privilegian los intereses de un individualismo feroz.
No son imaginarios villanos de Marvel, son los enemigos mortales de nuestra concepción del mundo, de nuestra independencia y soberanía, los contrarios categorizados como «poder duro», la más rancia variante de adversario que hemos sufrido y vencido en estos más de 60 años. El gobierno de Donald Trump y lo que representa, conforman la idea de la soberbia, de la estulticia humana, encarnada en un sistema que no aprende de sus derrotas.