Helena Paz www.cubadebate.cu
Lunedì scorso, 11 luglio, il giornalista Gustavo Veiga ha pubblicato sul quotidiano argentino Pagina 12 l’articolo: “La campagna 2.0 per l’11 luglio raggiungerà le strade di Cuba?” Lì ha fatto una rassegna delle ultime aggressioni USA contro Cuba, dedicando un buon spazio al ruolo preminente giocato dalle reti sociali in quella strategia destabilizzante e sovversiva. E qualcosa di importante: ha scritto i nomi di alcune persone che sono pagate – immagino non poco – per un lavoro così triste.
E, senza dubbio, uno dei personaggi più interessanti ed enigmatici è Magdiel Jorge Castro, i cui legami con la Bolivia arricchiscono queste linee. Andiamo per gradi.
Quando si inserisce il nome “Magdiel Jorge Castro” nel motore di ricerca Google, saltano subito fuori alcune pagine web i cui articoli si riferiscono a un giovane con i baffi, abbastanza loquace -nel caso lo si voglia ascoltare in un video su YouTube-, e il cui denominatore comune è: “un combattente per i diritti umani”, “un attivista delle reti sociali che dirige i suoi dardi contro il regime cubano”, “un martire della libertà”…
Allo stesso tempo, qualcosa è altrettanto sorprendente: abbondano fotografie, interviste, articoli e messaggi di e su Magdiel, che oltre ad essere un personaggio armato, per la sua battaglia presumibilmente solo della sua mente, di un cellulare e dei suoi acuti messaggi su Twitter, gira intorno, ripetutamente, alla stessa storia biografica che si riduce a luogo e data di nascita, studi universitari e la sua meteorica performance su una piattaforma “democratica” chiamata Arcipelago. Il giovane si prende cura di sé e, benché difficile crederlo, almeno la stampa gli presta attenzione; poco o nulla si sa in dettaglio di lui.
Una parentesi. Già nella seconda voce di Google irrompe il suo profilo su Twitter. 28000 follower!
Magdiel, in effetti, è nato il 12 ottobre 1994 (ha 27 anni) nella città di Holguín, nella parte orientale di Cuba. Ha studiato microbiologia all’Università dell’Avana e ha svolto la sua pratica professionale presso il Centro di Immunologia Molecolare, distinguendosi anche per il suo attivismo LGBTIQ+. Nel novembre 2018 ha creato il suo account Twitter.
E sì, amici lettori, come dicono i suoi account Linkedin e Twitter, potete comunicare con Magdiel tramite un semplice WhatsApp con il codice iniziale “+591”. Osservato bene? “+591”, cioè Bolivia.
Negli ultimi cinque anni, Magdiel ha dedicato le sue energie a convocare e amplificare ogni tipo di protesta contro la Rivoluzione Cubana. Ha partecipato al dubbio e discutibile scoppio dell’11 luglio 2021, alla fallita Marcia Civica per il Cambio del 15 novembre dello stesso anno, e oggi si impegna quotidianamente cercando di imporre tendenze con etichette come #SOSCuba, #CubaConUcrania, #CubaPaLaCalle E un lungo eccetera.
Ovviamente tutto questo a distanza e con Internet come scenario, poiché Magdiel dal primo semestre 2020 (lo stesso della nefasta e criminale amministrazione Áñez e della sua banda) risiede a Santa Cruz de la Sierra.
Secondo le informazioni fornite dallo stesso Veiga, Magdiel ha regolarizzato la sua situazione migratoria in Bolivia e grazie all’Ufficio Migrazione ha ottenuto la residenza temporanea per due anni. E, come potrebbe essere altrimenti, si è unito ai comitati civici e alla ONG Ríos de Pie, finanziata da Washington.
Ma, in realtà, Magdiel ha ottenuto un lavoro presso il Servizio Sanitario Dipartimentale (Sedes) di Santa Cruz, istituzione che puntualmente lo paga unicamente per dedicare il suo tempo a coordinarsi con organismi di intelligence e repressivi yankee per attivare la controrivoluzione esterna e interna dell’isola, anche a costo di causare sofferenza alla popolazione civile nel mezzo di un blocco e di una pandemia.
È corretto che questo giovanotto approfitti, attualmente, di un beneficio migratorio fornito dalla Bolivia e di uno stipendio che, in definitiva, viene pagato da tutti i boliviani, per attaccare un paese amico dell’America Latina come Cuba? Voi avete l’ultima parola, amici lettori.
¿Quién es el joven “protegido” de la Casa Blanca que ataca a Cuba desde Bolivia?
El pasado lunes 11 de julio el periodista Gustavo Veiga publicó en el periódico argentino Página 12 el artículo: “¿La campaña 2.0 por el 11 de julio llegará a las calles de Cuba?”. Allí hizo un repaso de las últimas agresiones estadounidenses contra Cuba, dedicándole un buen espacio al rol destacado que juegan las redes sociales en esa estrategia desestabilizadora y subversiva. Y algo importante: apuntó los nombres de algunas de las personas a las cuales se les paga –imagino que abultadamente– para tan triste labor.
Y, sin dudas, uno de los personajes más interesantes y enigmáticos es Magdiel Jorge Castro, cuyos vínculos con Bolivia enriquecen estas líneas. Vamos por parte.
Al poner en el buscador Google el nombre “Magdiel Jorge Castro” de inmediato saltan unas cuantas páginas web cuyos artículos hacen referencia a un jovencito de bigotes, bastante locuaz –por si desea escucharlo en algún video en Youtube–, y cuyo denominador común es: “un luchador por los Derechos Humanos”, “un activista de las redes sociales que enfila sus dardos contra el régimen cubano”, “un mártir de la libertad”…
A la par, algo resulta igualmente llamativo: abundan fotografías, entrevistas, artículos y mensajes de y sobre Magdiel, quien junto con ser un personajillo armado para su lucha supuestamente solo de su mente, un celular y sus filosos mensajes de Twitter, da vueltas una y otra vez a una misma historia biográfica que se reduce a un lugar y fecha de nacimiento, estudios universitarios y su desempeño meteórico en una plataforma “democrática” llamada Archipiélago. El joven se cuida a sí mismo y, aunque cueste creerlo, al menos la prensa lo cuida; poco y nada se sabe en detalle de él.
Un paréntesis. Ya en la segunda entrada de Google irrumpe su perfil en Twitter. ¡28 000 seguidores!
En efecto, Magdiel nació el 12 de octubre de 1994 (tiene 27 años) en la ciudad de Holguín, en el oriente de Cuba. Estudió Microbiología en la Universidad de La Habana e hizo su práctica profesional en el Centro de Inmunología Molecular, destacando además por su activismo LGBTIQ+. En noviembre de 2018 creó su cuenta de Twitter.
Y sí, amigos lectores, tal como lo dicen sus cuentas en Linkedin y Twitter, para comunicarse con Magdiel lo puede hacer a través de un simple WhatsApp con código inicial “+591”. ¿Se fijó bien? “+591”, es decir, Bolivia.
En el último lustro Magdiel ha dedicado sus energías para convocar y amplificar todo tipo de protestas contra la Revolución Cubana. Participó en el dudoso y cuestionado estallido del 11 de julio de 2021, en la fallida Marcha Cívica por el Cambio del 15 de noviembre del mismo año y hoy se esfuerza a diario tratando de imponer tendencias con etiquetas como #SOSCuba, #CubaConUcrania, #CubaPaLaCalle y un largo etcétera.
Por supuesto, todo eso a la distancia y con el Internet como escenario, pues Magdiel desde el primer semestre del año 2020 (el mismo de la nefasta y delictual administración Áñez y su pandilla) reside en Santa Cruz de la Sierra.
Según informaciones ofrecidas por el propio Veiga, Magdiel regularizó su situación migratoria en Bolivia y gracias a la Oficina de Migraciones consiguió una residencia temporal por dos años. Y, como no podía ser de otra manera, se vinculó con los comités cívicos y la ONG Ríos de Pie, financiada por Washington.
Pero, en realidad, Magdiel consiguió un empleo en el Servicio Departamental de Salud (Sedes) de Santa Cruz, institución que puntualmente le paga para únicamente dedicar su tiempo a coordinar con organismos de inteligencia y represivos yanquis para activar a la contrarrevolución externa y al interior de la isla, aun a costa de provocar sufrimientos a la población civil en medio de un bloqueo y una pandemia.
¿Será correcto que este jovencito se aproveche cada hora de un beneficio migratorio brindado por Bolivia y de un salario que, en última instancia, es pagado por todas y todos los bolivianos, para atacar a un país latinoamericano amistoso como Cuba? Ustedes tienen la última palabra, amigos lectores.