Discurso de José Ramón Machado Ventura, segundo secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la clausura del XI Congreso de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, en el Palacio de Convenciones, el 17 de mayo del 2015, “Año 57 de la Revolución”.
Compañeras y compañeros campesinos:
Como es tradición, concluimos este XI Congreso de la ANAP en una fecha de profundo significado para todos los cubanos, y especialmente para los campesinos.
La firma de la Ley de Reforma Agraria, el 17 de mayo de 1959, en la Comandancia del Ejército Rebelde, en La Plata, constituyó un hecho de enorme trascendencia política, económica y social.
En primer lugar, con ello se cumplió uno de los principales postulados del programa del Moncada, expuestos por el compañero Fidel en La Historia me Absolverá, que no fue el alegato de un acusado, sino la firme denuncia de los males de la República y sus culpables y la ratificación del único camino posible para eliminar tanta ignominia.
La injusta, arbitraria y anticubana distribución de la tierra era una de las causas, por no decir la principal, de la pobreza generalizada en nuestros campos, donde unos cientos de latifundistas cubanos y extranjeros eran los dueños de la mayoría de las mejores tierras. El campesino propietario era la excepción y la inmensa mayoría era explotado como aparcero, tercedario o vendiendo por unos centavos al día, su fuerza de trabajo. El campesinado cubano nunca podrá olvidar ese sentido de abandono en que sobrevivió durante tantos años, y, reitero, es algo del pasado, pero del pasado que no puede volver jamás.
Los asesinos de Niceto Pérez estaban lejos de imaginar, que exactamente 13 años después de aquel vil intento de borrar su ejemplo, llegaría el fin definitivo del latifundio, el desalojo y el abuso en los campos de Cuba. Más de cien mil familias recibieron la tierra que trabajaban y, de parias en su propia patria, pasaron a ser verdaderos ciudadanos de un país que situó en lo más alto la dignidad plena de sus hijos.
Es necesario recordar las condiciones de vida del hombre del campo y su familia, donde predominaban el hambre, las enfermedades, el analfabetismo, el desempleo, el llamado tiempo muerto de los trabajadores azucareros, y para que eso no se repita nunca más en nuestro país, tenemos que mantener en alto cada día con más fuerza, convicción y patriotismo las banderas del socialismo. Fue la Revolución del Primero de Enero de 1959, la que apenas a cuatro meses de su triunfo promulgó la Primera Ley de Reforma Agraria y convirtió en realidad el anhelo por el que entregaron la vida Niceto Pérez y Sabino Pupo en su batalla por la justicia en el campo cubano, junto a miles de combatientes anónimos.
Fue también una victoria de los obreros, que invariablemente apoyaron las luchas campesinas, tal como ocurrió en el Realengo 18 en el año 1934. Fue un triunfo de las ideas de Jesús Menéndez, Aracelio Iglesias, Lázaro Peña y tantos otros dirigentes proletarios que no hicieron jamás distinción entre el trabajador de la fábrica y del surco, igualmente explotados.
Así, en el fragor del combate, nació la unidad de nuestro pueblo, de sus obreros y campesinos, junto a sus intelectuales, estudiantes, profesionales y todo cubano patriota. Una unión nacida en la manigua redentora, que continuó arraigándose en las batallas por la justicia social durante el primer medio siglo de una vida republicana signada por la opresión imperialista y de sus lacayos del patio, y que alcanzó particular magnitud en los combates por la definitiva independencia, pues no puede siquiera imaginarse la hazaña del Ejército Rebelde sin el decisivo aporte de la población serrana. Fueron campesinos los primeros combatientes incorporados a los bisoños expedicionarios del yate Granma.
De esa unión son ejemplos la Ley Agraria firmada en la Sierra Maestra y el Congreso Campesino en Armas en el Segundo Frente Oriental Frank País.
Tampoco resulta posible concebir las heroicas acciones de la lucha clandestina, sin la contribución de muchos miles de mujeres y hombres humildes del llano y las ciudades.
Y esa unidad se consolidó, hasta hacerse indestructible, en la colosal batalla de nuestro pueblo durante los últimos 56 años frente a las constantes agresiones en todos los campos de la mayor potencia militar y económica del planeta.
Esa unidad —reitero— especialmente fuerte e indisoluble, porque no tuvo su génesis en la búsqueda de privilegios o beneficios, nació basada en el patriotismo, la comunidad de ideales, el altruismo y la solidaridad, y ha sido clave en cada victoria.
Esa hermosa historia constituye una poderosa arma cuando hoy enfrentamos retos no menos difíciles, con particular fuerza en el terreno de las ideas, y en circunstancias que imponen actualizar las formas de gestionar la economía para alcanzar mayor eficiencia y resultados, pero sin olvidar ni un momento que esta será siempre “la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes”, como proclamó Fidel el 16 de abril de 1961 y nos volvió a recordar Raúl en su Informe Central al VI Congreso del Partido.
Por eso hoy resulta de incalculable valor el ejemplo de aquellos miles de campesinos, al igual que obreros, pequeños comerciantes y trabajadores independientes que entregaron a la Revolución lo poco que tenían, y hasta la vida, sin esperar nada a cambio.
Puedo afirmar que ese legado patriótico y revolucionario ha estado presente en este XI Congreso. Tanto en las sesiones finales como en las reuniones previas, de las que asistí a bastantes en las provincias y municipios, y sé que fue igualmente el espíritu prevaleciente en las organizaciones de base.
La tarea de cada cuadro, de cada dirigente de base y campesino ahora es trabajar, a partir de mañana mismo, para que igual pensamiento acompañe cotidianamente a cada productor; que esas convicciones y principios se transformen en productividad y eficiencia, en responsabilidad por el cumplimiento de los planes y de cada compromiso contraído, y también, y no menos importante, en filtro que ayude a decantar de los imprescindibles procedimientos económicos cualquier asomo de mezquindad o actitud mercachiflista en la mente de alguien.
Permítanme dedicar unos minutos a compartir con ustedes algunas ideas sobre cómo pensamos que hay que trabajar para lograr todo lo discutido por ustedes, no solo aquí en el Congreso, sino en los días y meses que precedieron toda la actividad, todos los compromisos desde la base hasta estos momentos.
Creo que es opinión generalizada de los delegados a este Congreso y a las asambleas, desde la base hasta las provincias, que el proceso se desarrolló esta vez con características muy propias, rompiendo esquemas tradicionales y con una participación de todas las estructuras del Estado, del Gobierno y del Partido, representados por sus principales dirigentes en esas asambleas, en las que se produjo —como ustedes conocen— un intercambio directo, con mucha franqueza, donde requerimientos o demandas fueron acompañados también de acciones inmediatas o respuestas concretas y acuerdos para llegar, en lo posible, hasta su solución.
Es innegable que el proceso fue distinto, se lo puedo decir porque ustedes saben que llevo años atendiendo estas actividades y tengo elementos de comparación, y el proceso se comportó de una manera distinta por la participación de todos, tanto de los compañeros de la masa, en este caso los delegados, los campesinos en la base, como los compañeros que tienen determinadas responsabilidades en la administración, en el gobierno, en los cargos políticos, donde también esa atención fue mucho más directa, mucho más objetiva, responsable y —como dije anteriormente— con respuestas más claras, más definidas, y aquellas cosas que no tuvieron solución en esos momentos, se plantearon para su posterior tratamiento y muchas se han ido logrando.
Por eso digo que el Congreso fue no solo un momento, no solo una etapa transitoria, sino que ha dejado huellas y lo importante —como reiteramos— es lo que vamos a hacer de ahora en adelante, el método, la forma, la sistematicidad que vamos a emplear para seguir dándole cumplimiento a aquellas cosas que nos faltan. Todo, como es lógico, dentro de nuestras posibilidades.
Para nadie es un secreto el daño que durante más de 50 años nos ha ocasionado el bloqueo del vecino del Norte y el agravamiento posterior de todo tipo de dificultades, consecuencia del desplome del llamado campo socialista. Sin embargo, nuestro Gobierno y nuestro Partido, nunca abandonaron la atención a los hombres y mujeres del campo y, en medio de innumerables limitaciones de carácter material, han hecho lo posible y lo imposible para mantener aquellas conquistas sociales que siempre fueron sus legítimas aspiraciones.
Comenzaré por hacer referencia a la importancia de la atención al funcionamiento o la llamada vida interna de la Organización, que tuvo prioridad.
Ustedes se han referido aquí a determinados planteamientos que tienen que ver con el funcionamiento de la organización anapista, y estos planteamientos de la organización, de la estructura, de la nueva etapa de lo que les corresponde, es algo que les toca y es imprescindible que el comité que ustedes eligieron le dé tratamiento. Es innegable que para darle continuidad a ese funcionamiento en las nuevas condiciones de nuestro modelo económico y de nuestros Lineamientos, de todo lo que ustedes conocen, hay que hacer determinados cambios, determinadas modificaciones, tanto para el funcionamiento como para la propia actividad de las organizaciones de base y de las estructuras de las unidades productivas, es decir, de las cooperativas. Todo eso debe enfrentarse en esta etapa. Por eso es importante que le hayan dado esa prioridad a lo que se le llama el funcionamiento.
Aquí se hizo referencia al decrecimiento de las CPA, hay no solo que impedir que continúe, sino que hay que fortalecerlas; pero en general, a partir del Decreto/Ley 259 y del 300, todos los usufructuarios, son afiliados a la organización anapista y por lo tanto, casi ha duplicado la membresía en estos últimos años. Cuando se constituyó el Comité Nacional, dimos algunas explicaciones, a las que habrá que darles otro enfoque, otro tratamiento, porque las estructuras estatales, las empresas de la agricultura en este caso adquieren verdaderas funciones de servicio, como ustedes oyeron en la experiencia que se ha hecho en la Isla de la Juventud, tienden ya a cambios en otro sentido, pues lógicamente modifican esas relaciones y esas funciones que tradicionalmente ha venido haciendo la organización anapista. Esas cosas son las que tenemos que ver, pero con una definición clara: la ANAP sale fortalecida.
Nadie piense que la organización va a perder protagonismo, porque la solución de algunos de los problemas que tradicionalmente se han presentado siempre en materia de trámites, de recursos, de carácter material, etcétera y que han caído en el campo y la responsabilidad de la ANAP, ahora tendrán otras vías para su solución. Precisamente como una organización de masa, cada día tiene que estar más pegada al campesino, es la organización campesina, la que puede mantener y consolidar cada día más esa unidad; es la que tiene que alertar sobre cualquier tipo de fenómeno que pueda llegar a afectar al campesino; la que puede trasladar acuerdos, directivas de la dirección política del país, del gobierno; es la que puede mantener ese contacto, la que puede elevar, incluso, a los niveles superiores del Partido o del gobierno los problemas del campesinado.
Es decir que la ANAP es la que debe chequear cómo se van a comportar o cómo se están comportando muchas de las funciones sociales, como se mencionó también aquí, que debe cumplir la organización campesina, la junta directiva, la masa, ese papel es insustituible. Por lo tanto, nadie piense que la ANAP va a disminuir su papel y su vínculo en relación con los campesinos, todo lo contrario.
Por lo tanto, habrá que hacer algunos cambios.
Hay una Resolución que ustedes acaban de aprobar para los Estatutos, hay documentos que datan de hace muchos años, incluso la Legislación, habrá que hacer algunas modificaciones para atemperarla a los cambios que hemos tenido para dar cumplimiento precisamente a los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, aprobados por el VI Congreso.
Es decir que en esa dirección es que marchamos.
Una de las características que debemos resaltar y les voy a decir a ustedes con toda franqueza, y no les voy a decir nada que ustedes no sepan, porque ustedes lo han discutido, incluso han dado argumentos, han dado ejemplos, pero, bueno, a la hora de hacer la clausura no nos queda más remedio que reiterar algunas de esas cosas, ¿para qué?, para ratificarlas, para reforzar la idea, para que les llegue a todos, porque algunas cosas se pudieron plantear en un lugar, en alguna provincia, en algún municipio, o aquí mismo en una comisión, se habló de la escuela, se habló del local que ocupa el médico de la familia y de otras instalaciones que son de carácter social y que están en el área de la cooperativa, es decir, en el área de la unidad productora, y esas cosas tienen que ser atendidas, ya lo están haciendo en muchos lugares, pero un poco ha sido por petición, por iniciativa propia, por el trabajo que se ha hecho de una forma directa o indirecta en algunos lugares y eso tenemos que encaminarlo para que sea estable, eso es de ustedes. Bueno, que el maestro lo tiene que mandar educación, es lógico, pero educación no tiene que mandar una ventana, o no tiene que mandar una llave o una pluma —como se dice en otros lugares— de agua, o una silla o algo para mejorar las condiciones del consultorio o de la escuela, eso tiene que estar ahí, nadie mejor que ustedes para prestarle atención, porque eso está al servicio de ustedes.
Lógicamente que el médico, la enfermera, los instrumentos, las medicinas, eso siempre será responsabilidad del Estado Socialista, igual pasa con los libros, etcétera, que son obligaciones que tenemos, porque hemos dicho que son gratuitas nuestra enseñanza y nuestra salud. Pero esas cosas tenemos que acabar de definirlas ya, están en el ámbito de la cooperativa, de la unidad productiva, deben acabar de resolver eso de una vez y por todas.
Otras cuestiones que ustedes atienden y lo sabemos, hay que darle continuidad, pero no son como estas, porque estas sí están en todos los lugares, es decir, las escuelas, la atención médica están muy generalizadas, pero ustedes incluso, dentro del campo de la propia atención a la salud sé que tienen aportes a determinados hospitales, a los hogares maternos, conocemos que eso también lo hacen y nos sentimos satisfechos, los felicitamos, creo que es muy altruista y ennoblece mucho la tradición del campesinado continuar eso. Pero lo otro es ya estable, a lo que me refería anteriormente.
Hablando ahora de la producción. Todo es importante, pero hay dos cosas que son sumamente importantes: la ganadería que es una riqueza que tenemos que desarrollar, y la otra el abastecimiento de viandas, hortalizas, vegetales porque es, como se dice, la comida de la población.
En relación con el desarrollo de la ganadería ustedes saben que la ganadería antes estaba más concentrada, prácticamente el Estado era el que tenía los grandes planes ganaderos, como se les llamaba, las vaquerías, incluso con un potencial genético en las vacas de muchas de esas unidades, y se concentraba en el Estado, y el campesino tenía su masa ganadera en menor cuantía y dispersa, como es lógico.
Después con el periodo especial, con las limitaciones del Estado para poder sostener aquellos planes, aquellas instalaciones y también los recursos para la alimentación que llevaban esas vacas con ese potencial genético, pues se dispersó la ganadería. Y hoy es a la inversa, más del 70 % de la masa ganadera está en los campesinos, es decir, en las cooperativas y lo que el Estado tiene no llega al 30 %.
Ahora vienen los fenómenos estos que ustedes conocen perfectamente: ¿Y cómo se acopia entonces la leche? No es lo mismo llegar a un lugar y recoger 2 000 o 3 000 litros de leche, que tener que recorrer 15 o 20 lugares para recoger poquitos aquí y poquitos allá; eso es lo que ustedes conocen, es lo que pasa. Y esto ya empieza a tener solución. Cuando tengamos todos estos centros de acopio refrigerados, será un punto de concentración que abarcará a toda la masa de campesinos y a todos los tenedores de ganado —estamos refiriéndonos fundamentalmente al ganado vacuno.
Ahora, ¿qué podemos hacer?, también se explicó aquí, eso no debe ser solo un punto para llevar la leche ahí, que se enfríe y se le mida la calidad.
Hay que aprovechar esos lugares adonde el campesino tenedor de ganado va todos los días prácticamente para que tenga otros servicios.
Ustedes saben que tenemos descontrol de la masa pecuaria, hay descontrol, no solo en lo del hurto y sacrificio, el que se roban, además hay descontrol por limitaciones materiales para inscribir al ternero que nació o anotar la vaca que se murió o que se perdió, porque el campesino está en su finca, en su área, está trabajando, no tiene tiempo para ir a hacer esas cosas todos los días, y, por lo tanto, esto sí lo facilita, porque hay que ir todos los días a este centro de acopio y eso va a favorecer esa comunicación, para que allí haya responsables tanto de veterinaria, para la propia inseminación, para los suministros que las empresas de la agricultura deben perfeccionar eso y garantizar determinados suministros, que ahí los puedan resolver, que también puedan comprar medicamentos de veterinaria; el control pecuario, lo que les acabo de explicar, que haya un verdadero control de la masa ganadera y pueda estar actualizado. Esta es una forma que rebasa solo la solución del acopio de la leche. Vamos a garantizar ahí una estructura que les va a garantizar muchas más cosas, vamos a tener más fidelidad en todos los datos, vamos a eliminar muchas de esas complicaciones, quejas, malentendidos —la forma en que quisiéramos llamarlos—, que están presentes. Hay que perfeccionar este tipo de unidad.
Ustedes lo han discutido, lo conocen. Ya sabemos que hay cerca de 1 000 ya en el país y hay que ver los que faltan para completarlos; pero el asunto no es poner el termo, el asunto es echar a funcionar esto así como yo les digo, que no en todos los lugares funciona igual como el ejemplo que dijo el compañero de Cienfuegos, hay otros, he visitado algunos también en algunas provincias que funcionan bien, pero no todos son abarcadores en el sentido de dar estos tipos de servicios y actividades que mencionamos.
Por lo tanto es importantísimo que le demos prioridad o ese tipo de atención al de-sarrollo de nuestra ganadería, la que atraviesa situaciones difíciles, porque realmente sabemos que, ahora mismo la sequía —siempre habrá sequía, unas veces son más o menos intensas—, pero hay que estar preparado, y una de las cosas en que nosotros seguimos insistiendo y que ustedes deben asimilar es que siempre algo más se puede hacer para garantizar con nuestras propias formas, por nuestros medios, en el lugar, el máximo de la alimentación, independientemente de que pueda ser complementado, en la medida de las posibilidades, con otro tipo de recursos, en la medida en que se vayan de-sarrollando los derivados del azúcar y sigan las plantas de miel, urea, bagacillo, el bagazo hidrolizado, nuevas variedades de pastos y forrajes, todas esas cosas que se están poniendo en práctica, eso va a seguir creciendo, pero siempre será un aporte. El tenedor, el propietario tiene que buscar también la forma de garantizar el máximo posible la alimentación y el agua, lo que requiere inversiones, requiere la intervención no solo, muchas veces, de la propia cooperativa o del propio campesino, sabemos que muchas de estas inversiones son a nivel de gobierno, todo eso lo sabemos y vamos a trabajar en esa dirección, con lo que podamos, con los recursos que tengamos; pero lo que no vamos es a estar mirando para el cielo ni esperando. Vamos a hacer todo lo que podamos.
Me estoy refiriendo a la dirección del Partido, del Estado, del Gobierno, la Agricultura y AZCUBA —el grupo empresarial AZCUBA en particular, donde corresponda—, vamos a trabajar en mucha colaboración, al detalle, para dejar atrás estos problemas. Porque aquí el compañero Murillo explicó el gran gasto que tenemos que hacer en la importación todavía de leche en polvo, y nosotros podemos, si no resolver eso al ciento por ciento, sí hacer una disminución sustantiva de esas importaciones, lo que, como ustedes saben, se revierte también en recursos para nuestro propio desarrollo, es decir, todo aquello que sustituya importaciones.
Otro renglón que hay que abordar es el tabaco. El tabaco había empezado a declinar y nosotros no promovemos el incremento del consumo del tabaco, ustedes lo saben, porque hace daño, y es verdad; pero mientras exista el mercado, incluso, se incrementa la demanda en muchos países, y en Cuba se puede incrementar más la producción, bueno, pues no vamos a ceder el mercado ni vamos a perder tampoco la calidad que caracteriza a nuestro tabaco, que es el mejor tabaco del mundo. Por lo tanto, eso hay que continuar potenciándolo, por la Agricultura, por Cubatabaco y por los propios campesinos, seguir incrementando las áreas y las cuestiones que tenemos que ver de los aposentos, la tierra, los rellenos, los tranques famosos para el agua a la hora del riego. Todo eso lo vamos a continuar, no lo vamos a resolver de un día para otro, no nos vamos a quedar estancados, ahí vamos a crecer, ya veremos hasta dónde, pero hay que hacerlo.
Ahora no hay que preguntar hasta cuánto, porque todo lo que producimos se vende, por tanto, no hay problema, hay mercado, hay demanda. No vamos a esperar por nadie, y es importante, porque es un cultivo que aporta divisas al país.
Les decía ahorita la importancia de las viandas, las hortalizas y los vegetales, esto incide, como es natural, en la población, y si bien es verdad que la producción ha venido aumentando, ha habido desarrollo también en la agricultura urbana, suburbana, es decir, hay aportes, hay crecimientos, hay mucho más, hoy la población consume muchos más vegetales que hace 10 o 12 años, ¡mucho más!, incluso es un buen hábito, todo eso se ha ido logrando, todavía es insuficiente y existe la clásica queja con relación a los precios.
Nosotros sabemos —y ustedes lo han discutido también— el problema a qué se debe, y no hay solución para todo, pero en parte sí podemos. Lo primero es que si los campesinos tienen el 70 % de la producción de las viandas y de los vegetales, que está concentrado en los campesinos, bueno, pues la responsabilidad de resolver esto también está en los campesinos. Esto no lo puede cambiar otro, nadie puede producir de un día para otro lo que producen los campesinos, con relación al aporte en cuanto a las viandas y los vegetales. Ah, producen el 70 % de esa producción a nivel nacional, entonces, ¿cómo se resuelve el problema de los precios, con el 30 %, haciendo maravillas con el otro 30 %? No, es el 70 %, está en las manos de ustedes. Y entendemos, no estamos aquí señalando a nadie en particular, porque conocemos cuáles son los problemas; pero se pueden ir particularizando, y no tenemos en ningún momento que imitar ni seguir al intermediario que es el especulador. Porque ustedes saben que el intermediario existe y puede existir y debe existir, porque, digamos, Acopio es un intermediario y debemos reforzar también esa función.
Ahora, no estamos hablando de ese tipo de mecanismos para transportar o llevar los productos a los mercados, estamos hablando de los especuladores, a esos sí tenemos que combatirlos, tenemos que eliminarlos, que en ningún momento nos puedan comparar o hacernos similares a ese tipo de postura, de conducta de gente inescrupulosa. Por lo tanto, ahí hay que pensar. Hay una realidad: muchos tienen que buscar medios para transportar la mercancía, para poder venderla ellos directamente, no todos tienen las condiciones, los camiones, las cosas que se requieren. Bueno, aquellos que sí las tienen, por ahí hay una vía, si la producción va directamente del campo al mercado, hay determinado ahorro, y por ahí hay que ver los márgenes de ganancia racionales.
Aquí a nadie se le puede decir que produzca para que pierda, eso es impensable, todo el mundo tiene que ganar, todo el que produce tiene que tener un margen de ganancia apropiado, que se corresponda con los gastos. No vamos a darles a ustedes explicaciones, que ustedes lo saben perfectamente, pero eso tiene que tener también un límite, una proporción y no dejar nosotros que se nos esté tildando de excesivos, de exagerados.
Ustedes tienen que contribuir, y aquí no hay una fórmula, la fórmula es que lo tengan ustedes en la mente, que esta masa de campesinos revolucionarios, que no solo son ustedes, nosotros hemos estado en muchas asambleas, ustedes son delegados y aquí hay 700. El campesino es patriota, el campesino es honrado, es trabajador, de eso no hay que dar muchas explicaciones; bueno, habrá alguno por ahí, como en todo, pero esa no es la masa, la masa es esta, y lo que ustedes representan, y hay que trabajar de esa forma. No estoy hablando para ustedes, estoy hablando para que trasladen, para que expliquen, para que se sienta la influencia de ustedes que de una u otra forma, si están aquí, es porque tienen un respaldo del resto de los campesinos, eso es a lo que llamamos no-sotros darle continuidad al Congreso.
En la clausura del pasado X Congreso de la ANAP, el compañero Marino Murillo —yo estuve mirando su intervención— dijo: “Tenemos que trabajar juntos por resolver lo antes posible el problema de los intermediarios ilegales, que elevan artificialmente los precios sin aportar a la sociedad. No son cuestionados los ingresos fruto del duro trabajo de los campesinos, pero sí aquellos ingresos que obtienen los que lucran con el comercio ilegal de las producciones agropecuarias y abusan de nuestro pueblo. Los ministerios de la Agricultura, Azúcar, Comercio Interior, Salud Pública, Finanzas y Precios y otros organismos en lo que les compete, así como la ANAP y los Consejos de la Administración en los territorios, deben trabajar para que se cumpla lo legalmente establecido en estos mercados, y de ser necesario, introducir lo antes posible las modificaciones que se requieran.”
Sobre esto se han dado pasos desde el momento aquel hasta ahora, y se han hecho modificaciones; pero todavía no hemos terminado.
Tenemos todavía también otros problemas, el mismo que les explicaba de la contratación. Lo primero que hay que perfeccionar y mejorar es el acopio, el llamado acopio, porque el campesino tiene una posibilidad él, quizás, de trasladar los productos, etcétera; pero siempre hay otro que no la tiene y tiene que buscar. No le podemos decir que siembre menos, no podemos estar diciendo por un lado que hay que producir más, y por otro lado al que quiere producir más decirle que no produzca más. No podemos caer en esa contradicción, tenemos que buscarle solución y, por lo tanto, que se produzca más. Bien, ¿la demanda? Eso fue algo artificial que en un momento se hizo aquí, particularmente en La Habana, esa era una demanda artificial, esa no es la verdadera demanda de la población —estoy hablando de la Ciudad de La Habana—, hay que ir a ver cuál es la verdadera demanda.
Claro que con la demanda juegan los precios, si los precios son altos, altos, altos no hay demanda, o muy poca demanda. Si los precios son asequibles a la población, la demanda aumenta, por lo tanto, estas no son palabritas para “oferta y demanda”. Sí, la oferta y demanda dependen de muchas cosas, de lo que usted oferta, de qué magnitud es la demanda. Es oferta y demanda como principio y como un elemento regulador de la economía, de determinados recursos, abastecimientos, etcétera; pero, bueno, ¿cuánto es lo que se demanda y cuánto es lo que se oferta? Ahí viene el equilibrio. Nosotros no hemos logrado eso todavía y, por lo tanto, siempre tendremos que tener algo que tenga que ser acopiado de otra forma, porque es difícil vender todo directamente por el campesino.
Hay que simplificar el problema de los contratos. Yo les digo, los contratos parece que son algo complejos, la forma, los mecanismos. Hay que hacer esto lo más sencillo, lo más comprensible, que lo entienda todo el mundo, pero que se cumpla; y que sea parejo, el contrato, es igual para ti que para mí. Y algunos se han quejado de que el contrato es un poco unilateral, de que les piden, pero no les dan. Entonces vamos a ver eso, porque si no, no es contrato; el contrato tiene que ser sobre esas bases.
Tenemos que dejar de hablar de esas cosas y llevarlas a la práctica. Estamos hablando de compromiso de ustedes y de nosotros, y en particular de estos ministerios que tienen responsabilidades más directas, en primer lugar la agricultura y después AZCUBA; bueno, están los suministros, aquí interviene todo, el transporte, todo interviene, pero en general estos son los que más están vinculados con ustedes.
El otro asunto: la agricultura de montaña. Ya la agricultura de montaña no es solo la agricultura de montaña, es el entorno de la montaña. Los compañeros de los municipios donde hay montañas lo conocen, esto está vinculado a las condiciones del camino, los propios problemas de la asistencia médica, de la escuelita, todo esto influye y los conocemos y hemos tomado las medidas que se corresponden.
Pero ahí está lo principal de la riqueza forestal, está el café. Vamos a ver si levantamos el café que está entre los productos que también dijo el compañero Murillo que hay que importar, y eso sería un ahorro de importaciones. Tenemos que ver cómo ahora que hay una modificación en el precio, pero el problema del precio no lo resuelve todo, como en el caso de la leche, no es solo el problema del precio. Hay quien se cree que elevándole el precio; no, no, es un problema más integral, el precio ayuda, y ayuda muchísimo, pero es integral, esta atención es integral.
Igual pasa con la miel de abejas, todas esas cosas que tenemos que seguir elevando y que se puede hacer. Hay que estrechar y llevar a la práctica los vínculos con la Industria Alimentaria, tanto las pequeñas formas que tienen ustedes en las propias unidades de producción para procesar industrialmente, en el caso de las frutas, las pulpas, todos los derivados, y la relación en este caso con la Industria Alimentaria, para que aparezcan en su momento los recursos, aquellas cosas que no dependen de ustedes y los insumos que son necesarios. Pero hay que tener una buena relación, y a eso le podemos todavía sacar mucho más, porque nuestros planes frutales van a seguir creciendo; ustedes saben los planes que hay para eso que son 102 o 104, y ya empiezan a dar resultados. Tenemos que prestarle atención desde ahora, tenemos que estrechar los vínculos con las instituciones científicas. Ya los hay con algunas, los aprovechamos, pero no con todas, y ahí también hay de parte y parte: de nosotros aquí, de los niveles de la agricultura, de AZCUBA, de las propias instituciones científicas, pero es una necesidad darle el uso adecuado a los avances de la ciencia. Que el campesino sienta no solo la necesidad, sino que cree la manera de aplicar y divulgar todos esos avances científicos.
Tenemos que seguir trabajando en los problemas de las semillas, todas esas cosas que son propias de nuestros institutos y que una vez que se logran mejorías repercuten en toda la economía, como puede ser la semilla del arroz, del maíz, de los frijoles, todo es susceptible de mejorar y se traduce en incremento de producción. Muchas veces es el mismo trabajo, pero una semillita da el doble que la otra, y es el mismo trabajo, es simplemente la semillita.
Emplear los bioestimulantes, los biofertilizantes, los centros estos de reproducción de entomófagos y entomopatógenos; todo eso tenemos que ponerlo a funcionar, la agricultura tiene que terminarlos.
Tenemos que ver lo de la renuncia a las cuotas. Ustedes hablaron aquí también de las cuotas esas que todavía tienen algunos de granos: de maíz, de frijoles o del propio arroz, eso es voluntario, pero tienen que acabar de hacer ese trabajo. Yo creo que es verdad que hay campesinos que por la producción que tienen no necesitan ir a buscar dos libritas de esto, tres libritas de arroz una vez al mes, eso no se sabe para dónde va. Lo mejor es que resuelvan ese problema, porque ya no hay por qué estar detrás de eso y ya hay una cifra grande que lo está aportando, pero acabar de resolver eso. Creo que debe ser una tarea de la ANAP ya dar por terminado eso, porque hay otros a los que quizás no les ha llegado, no lo saben, o no han tenido las condiciones en el momento en que se habló con ellos, se debe terminar, es un problema casi de carácter moral que debemos acabar de resolver.
Aquí hay otras producciones que no voy a mencionar: aquí podemos hablar de la producción de flores, de la avicultura, del porcino, del ganado menor, hay muchas cosas, pero estamos centrándonos en lo fundamental.
La cuestión de la caña, la producción azucarera.
En el caso de la producción azucarera, hay un incremento sostenido de los rendimientos cañeros; pero hay que acabar de salir de las cañas —como se ha dicho por ahí— de menos de 30 toneladas por hectáreas, eso ya no se soporta. Porque no podemos estar comprando combinadas que valen medio millón de dólares —creo que Marino lo dijo— para ir a cortar una caña de 25 toneladas por hectárea, porque entre el para allá y para acá el combustible que se gasta, y el camión que camina para allá y la carreta y lo otro, ¿qué es eso? Hay que elevar los rendimientos cañeros; se han elevado, pero no estamos satisfechos todavía, hay que salir de eso.
La zafra igual: este año no vamos a cumplir, nos va a faltar, el incumplimiento va a ser inferior al del año pasado, vamos a crecer, es decir, la producción de azúcar, de miel, etcétera, sigue creciendo, y esto interesa a todos porque las mieles sirven para el porcino, para el propio ganado vacuno y el bagacillo, es decir, que entre más caña haya, pues más derivados habrá, y llega a la ganadería en especial. Pero estamos hablando ahora de la producción como tal de lo que le corresponde a AZCUBA que necesita ese crecimiento cañero y tenemos que tomar medidas con los mecanismos de la zafra.
Porque también una zafra donde los centrales no están bien preparados, no tienen todo lo que deben tener, donde los recursos para el transporte, para las combinadas, muchas de las cuales —como ustedes conocen— tienen más de 30 años, y no aparecen a su tiempo las piezas de repuesto de esta manera no se puede ser eficiente. Aquí hay incumplimientos de AZCUBA como tal, del grupo empresarial, pero hay incumplimientos también de otros organismos del Estado, que no es solo Azcuba. Póngase a moler al 80 % y usted verá cómo aumenta la eficiencia, el rendimiento, se ahorra combustible, se ahorra de todo, dentro de unos días terminamos ya la zafra.
Vamos a hacer, reitero, casi 300 000 toneladas más que el año pasado, pero no cumplimos. Y a uno le duele no cumplir, y tenemos que prepararnos para la próxima. El problema de los abastecimientos, se explicó aquí, ustedes vieron el informe del Ministro de la Agricultura, cómo se van a tratar de acercar más a los lugares donde están los productores, para que no tengan que venir al municipio, hay lugares que están muy distantes, o a la provincia en muchas ocasiones. Todas estas cosas que son de la cotidianidad o que lo necesita el productor, que lo tenga lo más cerca posible. Por tanto ese sistema hay que seguir desarrollándolo; no es para la Asamblea, no es dar cifras aquí ahora para el Congreso, no, eso hay que llevarlo hasta las últimas consecuencias, es el trabajo que tenemos ahora. Es el trabajo nuestro, cuando hablamos de que vamos a seguir esto, y es el trabajo de ustedes, de darle continuidad al Congreso.
Y aquellas cosas que no se han resuelto, problemas legales —queremos un abogado en cada cooperativa— los abogados no alcanzan, a todas esas cosas hay que buscarles otras soluciones, las que sean, las mejores. ¿No podemos hacer lo óptimo?, pero no quiere decir que no hagamos nada, vamos a ver hasta dónde llegamos. Eso es lo que viene ahora, eso es lo que se desprende de este magnífico Congreso, por lo tanto tendrán que emplearse a fondo nuestras estructuras del Gobierno y del Estado.
Por último, como dijimos al inicio, este fue un proceso bueno, productivo y demostró que cuando somos sistemáticos, cuando damos seguimiento a los problemas tenemos resultados.
Me atrevo a decir que ha sido un Congreso de logros, lo prometido va a llegar, va a ser realidad, y para decir esto nos basamos en la confianza eterna que la Revolución siempre ha tenido en nuestros campesinos. Y, precisamente, por su sentido del deber, su laboriosidad y por encima de todo, por su condición de hombres y mujeres comprometidos y patriotas.
¡Viva el día del campesino cubano!
¡Vivan Fidel y Raúl!
¡Viva Cuba socialista!
Gracias.