L’imperialismo nordamericano debuttò a Cuba 126 anni fa con il Maine

 L’arrivo nel porto dell’Avana della corazzata nordamericana USS Maine il 25 gennaio 1898 è considerato da molti storici l’inizio, 126 anni fa, dell’imperialismo USA

Pedro Ríoseco López-Trigo

L’arrivo nel porto dell’Avana della corazzata nordamericana USS Maine il 25 gennaio 1898 con il pretesto di realizzare una “visita amichevole”, nonostante le tensioni esistenti tra le autorità di Washington e Madrid, è considerato da molti storici l’inizio, 126 anni fa, dell’imperialismo USA.

La permanenza di una nave da guerra a Cuba era un’ulteriore pressione sul governo spagnolo, e la sua successiva esplosione, per ragioni mai sufficientemente chiarite, costituì il pretesto che Washington cercava per intervenire nella guerra organizzata da José Martí e già allora praticamente vinta.

Nessuno dubitava allora che la guerra fosse persa per la Spagna e che l’indipendenza di Cuba fosse solo questione di tempo, secondo quanto affermava il generale in capo Máximo Gómez, per cui lo scenario era pronto affinché il nascente imperialismo yankee giocasse le sue carte.

La Maine era, forse, la più grande nave da guerra che fosse mai entrata nel porto dell’Avana. Il suo aspetto al centro della baia era imponente e i cronisti dell’epoca lo descrissero come una sorta di fortezza galleggiante. Il comandante della nave era il capitano Charles D. Sigsbee e il suo equipaggio era composto da 26 ufficiali e 328 soldati semplici. Tra questi ultimi vi erano numerosi emigranti, benché quasi tutti erano già cittadini USA o residenti permanenti in fase di ottenimento della cittadinanza e si stima che i neri fossero meno di un quinto.

Alle 21:40 di martedì 15 febbraio 1898, un’esplosione affondò la corazzata di seconda classe della Marina USA USS Maine e le successive indagini stabilirono che diverse tonnellate di polvere da sparo erano esplose all’interno della nave.

Delle 355 persone che componevano l’equipaggio, compreso il capitano, 266 persero la vita a seguito dell’esplosione, di cui 8 di loro dopo a causa delle ferite riportate. Dei sopravvissuti, 18 erano ufficiali poiché gli alti ufficiali facevano festa nei bar dell’Avana.

La stampa USA infiammò gli animi del popolo ed esacerbò l’isteria bellica contro il regno spagnolo, che servì agli scopi della Casa Bianca per dichiarare guerra alla Spagna e conquistare così Cuba, Portorico, Filippine e Hawaii.

Durante la Guerra Necessaria (1895-1898) i cubani effettuarono un’invasione da oriente sino ad occidente dell’Isola che culminò con successo all’inizio del 1896. La ripercussione internazionale di questa impresa militare colpì l’opinione pubblica USA, dove una gran parte della popolazione simpatizzava con i mambi indipendentisti dell’Isola. Perfino il Senato dell’Unione riconobbe la belligeranza cubana con soli 8 voti contrari, posizione respinta dall’allora presidente Grover Cleveland, che chiarì la sua posizione di ricercare la pace a Cuba mediante l’instaurazione di un governo autonomo, nello stesso tempo in cui suggerì l’idea di acquistare l’Isola. Nel 1897, il generale in capo dell’Esercito di Liberazione Máximo Gómez scrisse una lettera in cui negava categoricamente una possibile autonomia per Cuba senza indipendenza.

Il 6 dicembre 1897, il nuovo presidente USA, William McKinley, nel suo messaggio al Congresso, negò il diritto alla giusta belligeranza dei cubani e allo stesso tempo avvertiva: “se in seguito dovesse risultare essere un dovere imposto dalle nostre obbligazioni con noi stessi, con la civiltà e con l’umanità intervenire con la forza (a Cuba), sarebbe senza dubbio da parte nostra e solo perché la necessità di tale azione sarà così chiara da meritare il sostegno e l’approvazione del mondo civilizzato”.

Il piano del nuovo imperialismo era stato tracciato e i suoi metodi non sono cambiati, ma di esso e delle campagne mediatiche dell’epoca ne parleremo in un altro articolo.


El imperialismo norteamericano debutó en Cuba hace 126 años con el Maine 

La llegada al puerto habanero del acorazado norteamericano USS Maine el 25 de enero de 1898 es considerada por muchos historiadores el inicio hace 126 años del imperialismo estadounidense

Pedro Ríoseco López-Trigo

La llegada al puerto habanero del acorazado norteamericano USS Maine el 25 de enero de 1898 con el pretexto de realizar una «visita amistosa», pese a la tirantez existente entre las autoridades de Washington y Madrid, es considerada por muchos historiadores el inicio hace 126 años del imperialismo estadounidense.

La estancia de un buque de guerra en Cuba era una presión más sobre el Gobierno español, y su posterior explosión por causas nunca suficientemente esclarecidas constituyó el pretexto que buscaba Washington para intervenir en la guerra organizada por José Martí y ya en ese momento prácticamente ganada.

Nadie dudaba entonces que la guerra estaba perdida para España y la independencia de Cuba era sólo cuestión de tiempo, según afirmara el general en jefe Máximo Gómez, por lo que el escenario estaba listo para que el naciente imperialismo yanqui jugara sus cartas.

El Maine era tal vez el mayor buque de guerra que hubiera entrado en el puerto habanero. Su aspecto en el centro de la bahía era imponente y cronistas de la época lo calificaron de una especie de fortaleza flotante. El comandante del buque era el capitán de navío Charles D. Sigsbee y su tripulación estaba compuesta por 26 oficiales y 328 alistados. Entre estos últimos había numerosos emigrantes, aunque casi todos eran ya ciudadanos estadounidenses o residentes permanentes en proceso de obtención de la ciudadanía. y se estima que las personas negras eran menos de la quinta parte.

A las 9:40 de la noche del martes 15 de febrero de 1898 una explosión hundió al acorazado de segunda clase de la Armada estadounidense USS Maine e investigaciones posteriores determinaron que varias toneladas de pólvora habían detonado en el interior del buque.

De las 355 personas que componían la tripulación, incluyendo al capitán, 266 perdieron la vida como producto de la explosión, 8 de ellos horas más tarde debido a las lesiones sufridas. De los supervivientes, 18 eran oficiales pues la alta oficialidad se encontraba de fiesta en los bares de La Habana.

La prensa de Estados Unidos enardeció los ánimos del pueblo y exacerbó la histeria belicista contra el reino español, lo cual sirvió a los propósitos de la Casa Blanca para declararle la guerra a España y apoderarse así de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Hawái.

Durante la Guerra necesaria (1895-1898) los cubanos realizaron una invasión desde oriente hasta el occidente de la Isla que culminó exitosamente a inicios de 1896. La repercusión internacional de esta hazaña militar impactó en la opinión pública de Estados Unidos, donde gran parte de la población simpatizaba con los mambises independentistas de la Isla. Incluso el Senado de la Unión reconoció la beligerancia cubana con solo 8 votos en contra, posición rechazada por el entonces presidente Grover Cleveland, quien dejó claro su posición de buscar la paz en Cuba mediante el establecimiento de un gobierno autónomo, al mismo tiempo que sugirió la idea de comprar la Isla. En 1897, el general en jefe del Ejército Libertador Máximo Gómez escribió una carta donde negaba rotundamente una posible autonomía de Cuba sin independencia.

El 6 de diciembre de 1897 el nuevo presidente de Estados Unidos William McKinley en su mensaje al Congreso negó el derecho a la justa beligerancia de los cubanos y al mismo tiempo advertía: «si posteriormente pareciera ser un deber impuesto por nuestras obligaciones con nosotros mismos, con la civilización y con la humanidad intervenir con la fuerza (en Cuba), sería sin falta de nuestra parte y sólo porque la necesidad de tal acción será tan clara como para merecer el apoyo y la aprobación del mundo civilizado».

El plan del nuevo imperialismo estaba trazado y sus métodos no han variado, pero de ello y las campañas mediáticas de la época hablaremos en otro artículo.

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