H. Cardenas Lema https://eltoque.com/blog/potsdamer-platz
Arriva un momento in cui tutto il progetto di paese sceglie tra due strade: costruire muri o porte. Questa è la storia di un errore, di una piazza e un progetto politico troncato … inestimabile per la memoria storica.
E’ la mattina del 13 agosto 1961. Mentre la Germania dorme, un esercito di uomini lavora, instancabilmente, per separare il mondo comunista da quello capitalista. La luce del giorno sorprende tutti con una barriera di cemento. Il mondo socialista lo avrebbe chiamato Muro di Protezione Antifascista, il capitalismo lo avrebbe definito Muro della Vergogna e uno dei suoi luoghi più simbolici sarà Potsdamer Platz.
Forse il destino del progetto sovietico e della DDR erano marcati da molto prima ma la costruzione del muro avrebbe dovuto essere un indizio che andavano per la strada sbagliata. Non era lontana la data, in cui il Che Guevara aveva avvertito, profeticamente, da Cuba, sulle deviazioni politiche in Europa orientale, senza che gli stessi cubani gli abbiano prestato molta attenzione. E’ sempre più facile vedere foto e ripetere slogan che affrontare realtà.
Potsdamer Platz era un’importante piazza nel centro di Berlino, infatti lì s’installò il primo semaforo in Europa, ma la sua grandezza aveva i giorni contati. Nella II Guerra Mondiale la piazza fu pesantemente bombardata e rimasero pochi edifici in piedi lì intorno. Dopo la guerra, Potsdamer si convertì nella zona di confine tra i protettorati sovietici e USA, nel suo centro si celebrarono le riunioni tra gli alleati. Questi incontri sarebbero durati poco, iniziava la Guerra Fredda.
‘Da quando esiste il mondo c’è una cosa sicura. Alcuni fanno muri e altri porte’ Carlos Varela
Per decenni la piazza fu testimone dei tentativi di fuga all’altro lato del muro. Si stima che circa duecento persone morirono nel tentativo di attraversare, incoraggiati dalla propaganda occidentale e dagli stessi crimini commessi dai sovietici. Per un certo periodo si cercò di confrontare l’emigrazione cubana con quella dell’Europa orientale, come se gli errori del tropico fossero della grandezza di quelli. Forse la migliore prova che confuta questa idea della propaganda ideologica, erronea, è la sopravvivenza del progetto cubano. È una fortuna che i germi dello stalinismo non proliferano molto bene nel calore di Cuba.
Non molto lontano dalla piazza, si costruì nel 1969, il Berliner Fernsehturm, una immensa torre di telecomunicazioni che divenne un simbolo della DDR. Dalla sua piattaforma, a 200 metri di altezza, si vedeva l’intera città. Il luogo è circondato oggi da uno Starbucks e un Subway, esagerati empori USA. Niente di più ironico e triste di questo. L’utopia socialista sovietica e la DDR si conclusero pervertite dai crimini che si facevano in nome del popolo, le deviazioni politiche e la mancanza di libertà. I simboli costruiti dai loro avversari fecero il resto, quelli costruiti da loro stessi, come il muro, furono praticamente un suicidio.
‘E’ il 13 agosto 2008 e sto condividendo alcuni giorni con giovani tedeschi, che visitano l’università, non si parla d’altro che non sia politica. Nel gruppo ci sono diverse correnti politiche, ma per lo più erano nati nella parte sovietica e sembrano d’accordo su qualcosa: avvertirci’.
Cuba gli ricorda alcuni dei segnali che rovinarono la Repubblica Democratica Tedesca, senza che questa preoccupazione significhi temere i cambi necessari. Il muro che si creò il 13 agosto 1961, fino al 9 novembre 1989.
Oggi nessuno crederebbe che Potsdam Platz appartenne a Berlino Est, il Sony Center ruba lo show e i grandi edifici contrastano con i fatiscenti del passato, si nota che lo hanno fatto intenzionalmente il ricostruire la piazza. E’ un luogo pieno di vita e traffico dove ci sono ancora le vestigia del cemento che prima separò il paese.
In un pezzo si vede disegnato il simbolo della pace, è scritto a grandi lettere la parola “Now”, e poi, con lettere più piccole, qualcuno ha aggiunto: “il prossimo muro che cadrà sarà Wall Street”. La scritta non è così campata in aria, non più che se qualcuno avesse annunciato la fine del muro, quella mattina del 13 agosto, mentre la Germania stava dormendo.
Potsdamer Platz
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Harold Cárdenas Lema
Llega un momento en el que todo proyecto de país escoge dos caminos: construir muros o puertas. Esta es la historia de un error, de una plaza y un proyecto político truncado… invaluable para la memoria histórica.
Es la madrugada del 13 de agosto de 1961. Mientras Alemania duerme, un ejército de hombres trabaja sin descanso en separar el mundo comunista del capitalista. La luz del día sorprende a todos con una barrera de concreto. El mundo socialista le llamaría Muro de Protección Antifascista, el capitalismo le diría Muro de la Vergüenza y uno de sus lugares más simbólicos será Potsdamer Platz.
Quizás el destino del proyecto soviético y la RDA estaban sellados desde mucho antes pero la construcción del muro debió ser una pista de que iban por mal camino. No estaba lejos la fecha en que el Che Guevara advertía proféticamente desde Cuba sobre las desviaciones políticas en Europa del Este, sin que los propios cubanos le prestáramos demasiada atención. Siempre es más fácil ver fotos y repetir consignas que enfrentar realidades.
Potsdamer Platz era una importante plaza en el centro de Berlín, de hecho allí se instaló el primer semáforo de Europa, pero su grandeza tenía los días contados. En la Segunda Guerra Mundial la plaza fue bombardeada intensamente y quedaron pocos edificios en pie alrededor. Al terminar la guerra, Potsdamer se convirtió en parte del área limítrofe entre los protectorados soviético y estadounidense, en su centro se celebraban las reuniones entre los aliados. Estos encuentros durarían poco, comenzaba la Guerra Fría
“Desde que existe el mundo, hay una cosa cierta/ Unos hacen los muros y otros hacen las puertas” Carlos Varela
Durante décadas la plaza fue testigo de intentos de fuga al otro lado del muro. Se estima que dos centenares de personas murieron intentando cruzar, alentados por la propaganda occidental y los propios crímenes cometidos por los soviéticos. Durante un tiempo se trató de comparar la emigración cubana con la de Europa del Este como si los errores del trópico fueran de la magnitud de aquellos. Quizás la mejor prueba que refuta esta idea de la propaganda ideológica sea errónea es la supervivencia del proyecto cubano. Es una suerte que los gérmenes del estalinismo no proliferen muy bien en el calor de Cuba.
No muy lejos de la plaza, se construyó en 1969 la Berliner Fernsehturm, una inmensa torre de telecomunicaciones que devino en emblema de la RDA. Desde su plataforma, a 200 metros de altura, se veía toda la ciudad. El lugar está rodeado hoy por un Starbucks y un Subway, sendos emporios estadounidenses. Nada más irónico y triste que eso. La utopía socialista soviética y la RDA terminaron pervertidas por los crímenes que se hacían en nombre del pueblo, las desviaciones políticas y la falta de libertad. Los símbolos construidos por sus adversarios hicieron el resto, los construidos por ellos mismos, como el muro, fueron prácticamente un suicidio.
Es el 13 de agosto de 2008 y estoy compartiendo unos días con unos jóvenes alemanes que visitan la universidad, no se habla de otra cosa que no sea política. En el grupo los hay de diversas corrientes políticas pero nacieron mayormente en el lado soviético y parecen coincidir en algo: advertirnos.
Cuba les recuerda algunas de las señales que dieron al traste con la República Democrática Alemana, sin que esta preocupación signifique temerle a los cambios necesarios. El muro que se creó el 13 de agosto de 1961 hasta el 9 de noviembre de 1989.
Hoy nadie creería que Potsdam Platz perteneció a Berlín del Este, el Sony Center se roba el show y los grandes edificios contrastan con los derruidos del pasado, se nota que le han dado intencionalidad al reconstruir la plaza. Es un lugar lleno de vida y tráfico donde todavía quedan vestigios del concreto que antes separó el país.
En un pedazo se ve dibujado el símbolo de la paz, está escrito en letras grandes la palabra “Now”, y luego con letra más pequeña alguien le agregó: “el siguiente muro en caer será Wall Street”. El cartel no resulta tan descabellado, no más que si alguien hubiera anunciado el final del muro aquella madrugada del 13 de agosto mientras Alemania dormía.