¿Cómo escribir un artículo serio sobre un asunto que no lo parece?, ¿o
que lo es, por las implicaciones que adquiere en la guerra mediática contra
Cuba, aún cuando no lo sea por naturaleza propia? El terreno ha sido
previamente minado. Como toda mercancía, hecha para ser vendida, Yoani
Sánchez es fotografiada con intencionalidad: frente al lente, muestra su
iracunda delgadez, con el aplomo de una huérfana que reta a los posibles
padres sustitutos. El invisible cintillo del anuncio dice: "Una mujer
moderna, frente a su laptop, en un apartamento de la ciudad hostil, expone
libremente sus opiniones". Las fotos recorren el ciberespacio. ¿Quién se
atreve a ofender a una indefensa mujer? Todo ha sido bien pensado, porque en
una cultura machista como la hispana, una mujer no debe ser desmentida por
un hombre. Cualquiera que ose cuestionar el paquete que se expone en la
vitrina de la tienda mediática será atacado por los defensores del arca
perdida. Pero, ¿es realmente importante Yoani? Tratemos, pese a todo, de
avanzar, hurgando por aquí y por allá en Internet.
En el empeño por construir una oposición mediáticamente creíble que
justifique los ataques a la Revolución Cubana, los financistas habían pasado
por alto un hecho: los repentinos "líderes" de los grupúsculos
contrarrevolucionarios pueden ser recibidos por presidentes o embajadores, y
ser aceptados como legítimos por los idiotizados lectores de la prensa
internacional, pero no por los cubanos. Un detalle lo echa todo a perder:
¿cómo es posible que se reúnan en la residencia del representante de la
Oficina de Intereses de Estados Unidos en Cuba para participar en un
simulacro de elección, como si fuesen estadounidenses, y que — ya en el
colmo del desparpajo —, "elijan" mayoritariamente a Mc Cain, como cuatro
años atrás hicieran con Bush, los candidatos que ciertamente habían
prometido los pagos más jugosos? Esos "líderes" sirven, eso sí, para decir
unas palabras o caminar unas cuadras frente a las cámaras de los
corresponsales extranjeros que han recibido la instrucción de divulgar sus
actos, como aquel dibujante (no existía la fotografía aún) que fue instruido
por el magnate de la prensa William Randolph Hearst en La Habana de 1898: "haga
usted los dibujos, que yo pongo la guerra". Una de sus máximas era esa: "yo
hago las noticias", y con ello quería decir que las inventaba, y después, si
acaso resultaba imprescindible, las hacía suceder.
El proyecto Yoani es una acción que explora otros caminos. ¿Quién es ella?
Una filóloga graduada en la Universidad de La Habana, esposa de uno de los
publicitados (y ya demasiado "quemados") "disidentes" de antaño,
Reinaldo Escobar. Se fue de
Cuba y anduvo por algunos países europeos. Dicen que en España conoció a
Carlos Alberto Montaner
—que a pesar de haber puesto algunas bombas en cines de La Habana, de ser
oficial de marines y de pertenecer a la CIA, quiere ser intelectual y
pretende regresar a Cuba como candidato a la presidencia—. Pero Yoani
regresó. Mauricio Vicent, que tuvo la misión de darla a conocer en El País,
la cara madrileña —sin dudas más culta— de El Nuevo Herad miamense, ambos
propiedad del Grupo PRISA, lo cuenta así: "Yoani y Teo (su hijo) también
emigraron a Suiza, pero decidieron regresar. La vida fuera de Cuba fue más
dura de lo que creían, y la reunificación con su esposo resultó imposible.
(...) En un viaje familiar, hace tres años, rompió el pasaporte y se
presentó en Inmigración. "Tremenda sorpresa cuando me dijeron: 'Pida el
último en la cola de los que regresan'".
Traía un nuevo proyecto de vida: ser bloguera. Existen más de 700 blogs
(cada día aparece uno nuevo, dentro y fuera) sobre Cuba en Internet, poco o
nada conocidos, ¿por qué este sería diferente? Yoani contaría, en lenguaje
coloquial, cuan "desgraciados" somos los cubanos, cuan "oscuras" son
nuestras vidas cotidianas. Pero de entrada advertía: no soy política,
afirmación que se aferra al hecho de que no pertenece (al menos públicamente)
a ningún grupúsculo. Y ¿para qué tendría que pertenecer si ninguno realmente
es tomado en serio por la población? Veamos lo que en otra entrevista le
pregunta Vicent y ella responde:
P. Hasta ahora no se consideraba disidente, sino un "electrón suelto".
R. Sigo sin considerarme disidente.
P. Pero por diferentes motivos su caso se ha politizado. ¿No teme dejar de
ser la bloguera fresca Yoani Sánchez para convertirse en una opositora más?
R. No tengo ese temor. (...)
P. ¿Cambio de sistema o cambios en el sistema?
R. De sistema
P. ¿Y hacia qué modelo?
R. Uno de los grandes argumentos que se utiliza para defender la revolución
cubana es que hemos logrado hacer un socialismo sui géneris. ¿Por qué no
podríamos hacer un capitalismo sui géneris? Lo que necesita este país es una
inyección de creatividad y de libertad para producir, y el socialismo es una
camisa de fuerza a todo eso.
Si obviamos la tontería de hablar de un capitalismo sui géneris, todo queda
claro. Entonces, ¿qué de especial tiene esa intención de narrar críticamente
la realidad cotidiana en un país donde todas las personas siempre han
hablado y criticado en voz alta las imperfecciones de su entorno? Una sola
diferencia: mi vecino, mi casual compañero de viaje en la atestada guagua de
las mañanas, o de la cola de cualquier establecimiento, increpa y maldice
con naturalidad, para después hablarme de su hijo en la escuela y
finalmente, algún día, encontrarlo en su taller, lleno de grasa y de
espíritu, inventando las piezas que no puede adquirir el país, para que el
ómnibus que maneja pueda seguir sirviéndonos. La diferencia, aunque sutil,
es precisamente política: las personas que suelen expresar con pasión sus
criterios en la calle no necesariamente quieren cambiar el sistema,
reimplantar el capitalismo en Cuba. Yoani sí. Ese es el sentido de su blog,
como ella declara. Por eso sonreí cuando encontré en el blog de Elaine Díaz
Rodríguez (La
Polémica Digital), una cubana muy joven (mucho más
que Yoani), este comentario: “¿Por qué no escribo de Yoani? Hace días me
preguntaba esto una y otra vez. Ayer, después de lidiar nuevamente con 'la
maldita circunstancia del agua por todas partes' me respondía: ¿por qué
escribir de ella? Sencillamente prefiero escuchar lo que comentan en las
guaguas, ver la expresión del rostro de aquel viejo recostado en el piso que
se ha convertido ya en parte del cine Riviera, oír los gritos en la cola del
Yara por ver una película latinoamericana. Prefiero construirme mi propia
Cuba, un espacio donde no solamente hay puntos negros, todos perfectamente
dibujados en el espacio de Yoani. Quiero creer que mi país va a estar mejor.
Me niego a pensar en Cuba desde una tercera persona, como decía Alejandro
alguna que otra vez. Cuba no es perfecta, no es la isla de maravillas que
han pintado nuestros medios, pero tampoco es el inhóspito lugar que me
presenta Yoani, o al menos, me rehúso a verlo así”.
Por cierto, ese Alejandro, al que la autora se refiere, joven ingeniero (mucho
más joven que Yoani) y profesor de la Universidad de Ciencias Técnicas de La
Habana conocida como CUJAE, según sus viejas siglas, también tiene un blog
llamado
Artilugios.cu
al que acompaña un lema: "Otro blog desde Cuba, pero no de catarsis".
Claro que ese comentario de Elaine —a quien no conozco personalmente, y con
la que espero no coincidir en todo (sería muy aburrido), pero a quien leo
con placer—, es cuanto menos calificado de "sospechoso" por esos extraños "defensores"
de la libertad de pensamiento que apoyan con frenesí a Yoani. Ellos manejan
un ridículo concepto de independencia: solo se es independiente si se
disiente de la Revolución. Todo el que exponga un criterio que la favorezca,
aún mínimamente (decir, por ejemplo, que se prefiere construir antes que
destruir), es un portavoz oficial, un "privilegiado". Hace ya algunas
semanas mi amigo Bladimir Zamora, poeta y periodista fundador de El Caimán
Barbudo, fue acusado en varios sitios de Internet — como venganza por su
desaprobación de un acto de irrespeto público a la bandera cubana de un
joven escritor contrarrevolucionario —, de vivir de "las prebendas del
régimen". Bladimir vive desde 1979 en un pequeñísimo cuarto que sus amigos
llaman "la gaveta", en un edificio solariego con baño colectivo de la Habana
Vieja.
La libertad de expresión tiene para ellos un límite que no puede franquearse:
el apoyo a la Revolución. Son cazadores obsesivos de cualquier frase o
adjetivo que matice o valore la obra de la Revolución, para de inmediato
descartar o desacreditar al expositor como "oficialista". Pero vuelvo a la
pregunta inicial: ¿por qué el blog de Yoani, que tuvo la pretensión de
querer representar a toda una generación, adquirió visibilidad? No por su
excelencia. Si todavía discutimos este punto es porque a los promotores de
esta guerra como la llama el contrarrevolucionario Manuel Sosa (dejémonos de
eufemismos, y no me refiero por supuesto a su obra literaria, sino a su
pensamiento), no les interesa la verdad. Y la verdad es sencilla: apenas
unos meses después de abierto, El País y El Nuevo Herald, y enseguida EFE,
la agencia española de noticias, se ocuparon de lanzarla. ¿Porque era acaso
un blog muy exitoso? Los sucesivos artículos sobre Yoani inventaban la
leyenda como quería Hearst, para que se hiciera realidad. Desde el principio
mentían de manera deliberada: "El blog más leído de Cuba". Periódicos
asociados de países latinoamericanos reproducían la "noticia". Los
corresponsales extranjeros en La Habana, sin pistas aún, estaban atónitos.
Pero supongo que al fin terminó por ser el más visitado: todo el que leyera
esas apologías terminaba por buscar el sitio para ver de qué se trataba.
Unos meses después no pareció demasiado extraño el otorgamiento del Premio
Ortega y Gasset de Periodismo Digital (15000 euros) al blog de Yoani, aunque
los especialistas sonrieran incrédulos: una "limpia" manera de pagar los
servicios y de otorgar legitimidad internacional. Algunos blogueros de más
trayectoria e igual énfasis contrarrevolucionario se sintieron traicionados.
La "perreta" de Hernández Busto debió haber sido colosal para que a última
hora sustituyeran a Raúl Rivero, sin dudas mejor escritor, y lo designaran a
él para recibir el Premio en Madrid a nombre de Yoani Sánchez. Aún así,
debió de sentirse frustrado: los cintillos de prensa lo ignoraban. Pero le
explicaron, seguro que le explicaron, porque a partir de entonces incorporó
los textos de Yoani a su blog y se esforzó por ser su portavoz en el
ciberespacio.
Claro que lo mejor estaba por venir. Nunca digas que lo viste todo: la
revista Time seleccionó a Yoani entre las cien personalidades más
influyentes del mundo, en el acápite de héroes y pioneros. Su blog había
nacido en abril de 2007 — restemos los meses iniciales, en los que
necesariamente nadie podría conocerla —, y la selección que se publica en
abril de 2008 corresponde al año transcurrido. ¿Qué absurda situación me
obliga a explicar que la ubicación de una persona que es absolutamente
desconocida en su país y fuera de él, al menos para la inmensa mayoría de
las personas, no puede ser considerada entre las cien más influyentes del
mundo? ¿Será que son las cien personas más influidas? Pero las cosas no son
como son, sino como la (gran) prensa dice que son. Yoani Sánchez compartía
su lugar de honor con figuras del espectáculo como Brat Pitt, Angelina Jolie,
Oprah Winfrey y Mia Farrow, entre otros, y con políticos como George W. Bush,
Evo Morales, Hu Jintao y el Dalai Lama. Un titular de prensa argentino en
Internet afirmaba: "Una cubana más influyente que Fidel". ¿Alguien puede
creerlo? La propia galardonada diría en una entrevista: “Junto a noventa y
nueve famosos me ha puesto la revista Time en su lista de personas
influyentes del 2008. A mí, que nunca me he subido a un escenario, ni a una
tribuna y que mis propios vecinos no saben si Yoani se escribe con "h"
intermedia o con "s" final. (...) Ahora la vanidad solo me alcanza para
imaginar que los otros inscritos se estarán preguntando '¿quién es esa
desconocida blogger cubana que nos acompaña?'”.
Sin complejos, El País la seleccionó nuevamente a fines de 2008 entre las
cien personalidades de Iberoamérica. Solo dos cubanos aparecen en la lista:
Bebo Valdés — excelente músico octogenario, que por supuesto reside en
Europa —, y Yoani.
Otros premios han sido y serán, sin duda, otorgados a la bloguera, algunos
solo para legitimarla y darle visibilidad, otros además para "blanquear" su
salario.
¿Pero hablamos de una bloguera o de una activista política
contrarrevolucionaria? ¿Quién politiza su blog, que sin la maquinaria
publicitaria de PRISA hubiese pasado sin penas ni glorias? La revista Time
justifica su elección con un lenguaje político: "en las narices de un
régimen que jamás ha tolerado el disenso, Sánchez ha practicado lo que los
periodistas de su país no han podido en papel: libertad de expresión".
Invito a los lectores desprejuiciados de Time, cuyo criterio de libertad de
expresión no esté constreñido al enfoque contrarrevolucionario (también se
ejerce libertad de expresión a favor de la Revolución), a hurgar en la
blogosfera cubana, y encontrarán sorpresas. Y también los invito a
adentrarse en la literatura cubana actual editada en Cuba y en el cine
producido por la Revolución, no solo el más reciente. Claro que para autores
como Zoe Valdés que viven del panfleto contrarrevolucionario, por ejemplo, y
para los que han optado por una militancia contrarrevolucionaria, los
escritores cubanos que no declaran su oposición a la Revolución son "cobardes"
o "viven de sus prebendas".
Por eso cada artista — sea músico, escritor, cineasta o bailarín —, cuando
viaja es acosado con preguntas que intentan definirlo políticamente. Los que
dan respuestas diáfanas de respaldo al proceso en el que se formaron y viven,
son injuriados —como recientemente le sucediera a Paulito FG en Miami, un
salsero muy popular, que sorprendió a su entrevistadora al declarar su fe en
Fidel—, los que se tornan ambiguos en sus respuestas (un recurso de
sobrevivencia que no practico) son atacados por unos y elogiados con
reservas por otros, pero solo los que asumen la "militancia de la industria
anticastrista" son considerados libres. Cuba es un tema político, en el que
los puntos intermedios no cuentan. Las opciones son "claras": o se es
"libre", y se asume el libreto ya previamente elaborado por las
trasnacionales del poder; o se es "esclavo" y se apoya a la "decadente" "dictadura"
comunista. ¿Acaso existe libertad en la repetición del discurso que los
grandes medios imponen?, ¿alguien ha sacado la cuenta de que quienes
defendemos a la Revolución somos los ciudadanos más libres y originales de
este mundo unipolar, carente de pensamiento propio?, ¿que el poder
revolucionario es un minúsculo contrapoder en el totalitario y bien
remunerado espacio de la contrarrevolución global? Vuelvo a mi pregunta: ¿es
Yoani una simple bloguera o es una activista política? No es necesario hacer
referencia en la respuesta a su esposo, bien definido en este sentido.
Presumamos que una cosa es él, y otra ella (aunque aquel participa en la
coordinación de su blog y en sus actividades "colaterales"). Simplemente,
observemos su comportamiento público. Fabricada para parecer una joven
inconforme de su cotidianidad, y no una política, Yoani ha entrado en
puntillas por la puerta de la cocina para intentar sorprender a los
inquilinos que están alertas en la sala de la casa. Organiza reuniones de
blogueros "libres", es decir, políticamente definidos en contra de la
Revolución, y desestima cualquier otro foro de blogueros cubanos que no siga
sus pautas.
Leamos algunos de los comentarios que recoge el blog de Hernández Busto
sobre este tema —el lector debe saber que en el blog "libre" de Hernández
Busto no puede comentar cualquier lector; como pudo comprobarse en marzo de
2008, las opiniones que disentían de su posición contrarrevolucionaria de
inmediato fueron censuradas, y sus emisarios vetados de forma policíaca: "la
brigada internética que está entrando desde Cuba (escribió entonces) con
comentarios fidelistas: pierden el tiempo. Todas esas IP están baneadas en
Penúltimos días, y las que no lo estaban las acabo de sumar ahora. Vayan a
trabajar a otro sitio" —, que arrojan mucha luz sobre el carácter y el
sentido de la labor de Yoani, junto a la de dos o tres bitácoras más:
[Un tal Gabriel dice]: Sin embargo, sería una idea malísima que la
disidencia — empezando por la propia Yoani — boicotease ese evento. Creo que
los blogueros cubanos independientes [léase, contrarrevolucionarios] tienen
que estar presentes.
¿Será que ese tal Gabriel —nombre auténtico o falso, quién sabe—, es un tipo
totalmente despistado?, ¿por qué incluye a Yoani en la "disidencia"? Pero si
hay alguien a quien ese detalle no se le escapa es a Zoe Valdés, aunque
suene raro que defienda a alguien que no esté metido hasta el cuello en la
contrarrevolución. Y casi en un susurro virtual rectifica al inoportuno
comentarista: “Están persiguiendo oficializar el bloguerío para convertir
justamente a Yoani en disidente, algo que ella siempre ha negado, Gabriel”.
Pero a Gabriel nadie le explicó bien las cosas, porque el pobre muchacho
sigue metiendo la pata, y responde: “Querida Zoe: Sé perfectamente que a
Yoani no le gusta nada que la etiqueten como disidente; y respeto
profundamente su punto de vista. Sin embargo, ese respeto mío no es lo tan
grande como para negar lo evidente. Ella es una disidente en el sentido
literal de que disiente de las tesis oficiales”.
La conversación se torna todavía más interesante cuando entra Roger, el
organizador de la reunión de blogueros cubanos que no fue divulgada ni
elogiada por El País, ni por su par miamense (a Roger lo acusaron de ser "seguroso"),
porque no la lideraba Yoani, ni perseguía los fines políticos de esta. Cabe
apuntar que Roger había invitado también a Yoani —incluso la felicitó cuando
recibió el Premio Ortega y Gasset— pero ella no quiso asistir. Imagínense,
la bloguera Yoani, considerada por Time entre las cien personalidades más
influyentes del mundo, no ejercía la menor influencia entre sus pares
habaneros (no ya del país). Es el momento en que Hernández Busto entra al
ruedo con espíritu paternal, disculpa a Yoani por esconderse ("sé que Yoani
quería pasar, pero estuvo en Pinar del Río este fin de semana", asegura muy
al tanto de sus asuntos) y —así, medio de lado, como si fuese un comentario
ingenuo—, aconseja al muchacho que acoja temas políticos. Roger le contesta:
“Yo estoy registrado en la mayor comunidad de toda Iberoamérica que se
dedica al desarrollo web y allí tenemos un subforo que es sobre actualidad
informática, veo allí muchos anuncios de encuentros y eventos de este tipo
que se hacen en todo el mundo, y sobre todo en Latinoamérica y España y
nunca he visto un evento de estos que trate sobre la política... ¿por qué
nosotros lo vamos a hacer diferente?”
Pero H.B. insiste, pedagógico. Uno de los asistentes al encuentro de
blogueros efectuado en el Palacio de la Computación de La Habana, ripostó
entonces:
“Que si hablamos de política... lo necesario. Reconocimos que es casi
inevitable tocar el tema "Cuba" sin que haya algún matiz político. Ok, en
eso estamos de acuerdo. Pero de lo que se conversó allí, el 99,99 por ciento
del tiempo fue cómo hacer mejores nuestros blogs (...) Pienso que reunirse y
tratar de armar una comunidad cubana de blogueros dentro de la isla es una
excelente idea (gracias Roger y David), sobre todo para compartir
experiencias y aprender. Si a alguien se le ocurre armar un partido político
desde una plataforma de blogs, en La Habana o en Kuala Lumpur, ese es su
negocio, no el mío ni el de quienes fuimos el sábado al Palacio de la
Computación. Y seguro que dentro de tres meses seremos más, sea en el
Palacio de la Computación, en el Morro o en Bejucal, me da igual. Una
comunidad de blogueros no es un sindicato, ni una sociedad ornitológica...
así que eso de los "pájaros enjaulados" me parece absurdo”.
Yoani no solo habla de política, hace política. Pero ¿es la bloguera Yoani
verdaderamente independiente?, ¿toda esa propaganda de PRISA en sus
diferentes medios, sea El Nuevo Herald de Miami o El País de España es
desinteresada?, ¿son desinteresados o apolíticos los sucesivos premios que
ha recibido y que por descontado recibirá?, ¿quién es Dagoberto Valdés, la
persona con la que Yoani intentó realizar el encuentro de blogueros
contrarrevolucionarios — que el internauta Gabriel dice que son apenas tres
—, en Pinar del Río?, ¿carece Yoani de vínculos y apoyos de ciertas
embajadas europeas en La Habana?, ¿tiene o no tiene vínculos con la Sección
de Intereses de Estados Unidos en Cuba? Dejo estas interrogantes abiertas.
Aunque no sepa todas las respuestas, estoy seguro de que existen. Y le
dirijo otras a ella: ¿qué opina de
Luis Posada Carriles y de
Orlando Bosh,
autores intelectuales de la voladura de un avión civil cubano en pleno vuelo
y de la muerte de todos sus pasajeros y tripulantes, que gracias al gobierno
de Bush, supuestamente enemigo del terrorismo, viven en libertad?, ¿qué
opina del bloqueo económico a Cuba, condenado — con esa palabra, no con la
de embargo —, por la casi totalidad de los países del mundo? El caso Yoani —
o si se prefiere, la operación Yoani — seguramente se estudiará en el futuro
como ejemplo de manipulación mediática y de injerencia en los asuntos
internos de una nación soberana, a pesar del poco éxito que ha tenido su
traje de cordero, en un mundo acostumbrado a distinguir a cada lobezno
disfrazado por sus peludas orejas.
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